miércoles, 17 de agosto de 2011

Sal con una chica que lea y escriba


darwin bedoya

Sal con una chica que escribe. Que lea y escriba, especialmente, poesía. Una chica que lee y escribe es capaz de decirte cosas con importancia. Las chicas que leen y escriben saben mantener la controversia de un diálogo. Ellas poseen también la certidumbre de lo que quieren en esta vida. Las chicas que leen y escriben te pueden prestar sus libros, otras veces te pueden regalar o comprar el título que tú desees. Pero, sobre todo, recostados en una cama de hotel, te pueden leer los Cantares de Pound, los Cuartetos de Eliot y toda la poesía de Keats y Celan y Cravan, si quieres ser más cercano, te leerán Charlie Melnik de Luchito Hernández; todo, todo antes de hacer el amor.

La chica que lee y escribe te enviará los mails que tú siempre quisiste leer. Una chica acostumbrada a escribir te dirá muchas cosas sobre el asunto de la poesía. Una chica que lee y escribe sabrá mentirte sin que tú la descubras. Sabrá responderte a esas preguntas que siempre te hiciste y que los chicos del barrio alguna vez te hicieron a ti también: ¿Que nos hace perseguir incansablemente a una mujer que ni caso nos hace? ¿Qué es lo que finalmente convence a una mujer para que esté contigo? ¿Cómo podemos hacer para que una mujer se muera por un hombre? ¿Cómo hacer para que la más bella mujer se fije en ti? ¿Por qué es mucho más deseable una mujer fuerte que una tímida y miedosa para actuar y que siempre le dice sí a todo? ¿Cómo hacer que la mujer de tu vida jamás te deje o te cambie por alguien? Pero también ¿cómo hacer para que dejes a una mujer sin que se dé cuenta, sin herirla un poquito siquiera? Salir con una chica que lee y escribe implica conocer algunos misterios de la mujer. Salir con una chica que lee y escribe es salir con un par de mujeres. Salir con una chica que lee y escribe supone tener un par de lugares para estarse tranquilo. Tener dos consuelos. Tener un sueño y una pesadilla. Salir con una chica que lee y escribe es también poseer la ilusión completa de alguien, para siempre. Pero, tal vez lo mejor de todo esto, sea que, salir con una chica que lee y escribe, es saber que tu poesía tendrá algún sentido.


Una tarde, pueda ser, si llegaras a vivir con una chica que lea y escriba, te pedirá le compres una preciosa colección de muñecas de porcelana, con sus vestidos exquisitos, sus originales sombreros, sus rostros únicos, su mirada única, sus ojos auténticos. Las pondrá en fila sobre sus soportes en lo alto de una estantería dentro de la habitación donde viven, y al día siguiente ella verá que una de ellas, después de caerse, se habrá hecho trizas en el suelo. Comprobarás entonces tú, que las demás continúan estables en el mismo lugar, pero por la mañana siguiente, otras dos se habrán suicidado. Sólo entonces intentarás afianzarlas con filigranas o algún pegamento, pero será inútil. Cuando entres en la cuenta, sabrás que ya sólo quedan dos. Esa misma tarde, mientras aseguras las dos últimas sobrevivientes, captarás de improviso, por un instante, la mirada fugaz de una de ellas, y sabrás al fin, con certeza indemostrable, que no se trataba de suicidios comunes. Las chicas que leen y escriben siempre imaginan cosas, y tú te las llegas a creer…

Pero, pueda ser también que estas chicas que leen y escriben, desde el día que llegan a tu vida, lo único que hagan sea leer y escribir. Desde el mismo momento en que descubren lo valioso de tu biblioteca, sólo sabrán leer y leer. Y al igual que tú, aunque un poco más tarde, descubrirá que leer es sufrir. Entonces sabrá mucho de ti: que desde que descubriste la lectura, también descubriste el sufrimiento, pero aún así, siempre la verás a la luz de las velas, leyendo furtivamente lo que tú escribiste para ella. Por eso, muchas veces, si llegaras a vivir con una chica que lee y escribe, la verás apartada de todos, acompañada solamente por el crujir de las viejas y húmedas maderas de tu casa, el ulular de las palomas y el silencio de su corazón. La verás confundida, subrayando las páginas de un pálido libro en pleno amanecer. La verás escribiendo con rouge un verso ignoto sobre el cristal de la ventana. La contemplarás, al atardecer, llorando a mares y apretando contra su pecho un libro de Novalis o Neruda. Un libro de Pizarnik o de Olvido García Valdés. La verás corrigiendo sus poemas una y otra vez. Y antes del amanecer, te dirá que le des una opinión sobre sus escritos.

Y ya con el tiempo, te pedirá un prólogo para las cosas que quiera publicar. La tendrás al celular preguntándote cosas que muchas veces no sabrás responder. Pero nunca le dirás que no sabes. Jamás podrías defraudarla así de canallescamente. Le dirás que en ese momento no recuerdas el dato o que estás ocupado en una reunión, pero que en un instante más le darás todos los datos posibles. Entonces, como si fuese una orden divina, buscarás en tus libros o entrarás al google y al instante la llamarás para decirle que ya recuerdas todo y que cualquier duda sólo tendrá que decirte, sin importar la hora o la circunstancia…



Si sales con una chica que lee y escribe podrás modificar tus sueños. Podrás reescribir todos tus sueños con ella. Porque salir con una chica que lee y escribe es comprender que la noche es un remordimiento oscuro. Es comprender que al fin te puedes tomar unos tragos sin que te preocupe llegar a casa en la madrugada. Es saber que puedes gastarte la plata con alguien que no te dirá: cómo es posible. Salir, y en el mejor de los casos, vivir con una chica que lee y escribe es tener tus libros por todos los sitios de la casa, sin que nadie los salpique de agua o de grasa, sin que nadie te diga que los quemará, porque ella, la chica que lee y escribe, también sabrá cuidarlos como si fuesen suyos. Ella sabrá comprender por qué tienes la barba crecida. Por qué siempre usas la camisa a cuadros y el jean negro. Ella es la única que sabrá comprender tus impulsos si un día te encuentra revolcándote con una chica parecida a ella. Por eso, sal con una chica que lee y escribe.

Salir con una chica que lee y escribe es entender la conjunción de las pieles. Es comprender la iluminación gris de la mirada, es saber a ciencia cierta de los presagios. Es saber, completamente, que cuando estás con ella, los demás no esperan nada de ti. Salir, o mejor, vivir con una chica que lee y escribe, es saber que el recuerdo pesa los mismos kilos que la ilusión o la esperanza y que, finalmente, puedes sentir la forma de su presencia cuando ella no esté más a tu lado. Vivir con una chica que lee y escribe es una constante corrección de todo lo que te gusta hacer. Pero, sin duda, lo mejor de todo esto de pretender salir o vivir con una chica que lea y escriba, es que cuando ella ya no esté más contigo, podrás imaginar el cuerpo del recuerdo entre tus manos. Podrás adecuar sus rasgos, tener la seguridad que frente al recuerdo no estás solo. Podrás estrujar los libros que ella leía. Podrás tomar en tu pecho los textos que ella publicó contigo. Podrás leer los versos que de tu mano y en plena madrugada, bebiendo un café oscuro, supo corregir con tu anuencia. Podrás leer las cosas que no lograron escribir juntos. Podrás escuchar, todas las noches, las cosas que ella solía leerte: las inmensidades de Pound, las profundidades de Celan, la locura de Poe o Lautréamont. Salir con una chica que lea y escriba es presentir el nacimiento del límite o encontrarse con el límite mismo.

Por eso, no intentes salir con una chica que lea y escriba. No te pases la vida intentando buscarla: encuéntrala hoy mismo (una biblioteca es un buen lugar para empezar) y concreta una primera cita con ella (llévate bajo el brazo un par de poemarios), sabrás que es diferente y a la vez parecida a la que yo un día tuve conmigo.


Azángaro, 25 de julio de 2011

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