martes, 17 de enero de 2012

Poesía de darwin bedoya


Cuaderno de ceniza / Darwin Bedoya

Colección de poesía: Demonios interiores Nº 01

Grupo Editorial Hijos de la lluvia

132pp. Diciembre

Lima, 2011



LOS ANIMALES DE LA NOCHE / 75

[Mapa de ceniza]

: aquel día, como si aconteciera la muerte de un dios, deposité los sueños del hombre sobre su pecho aún sangrante. Puse también, entre sus manos, un poco de sangre y hierba fresca, con el fin de mostrar al espíritu del viento que fue un tipo como ningún otro. Después, antes de abandonar su tumba, corté mi larga cabellera y la puse a sus pies, quise estar seguro de que guiaría su alma hacia el lugar donde viven todavía los hombres de su estirpe.

: ahora, después de mil años, todavía debe estar cabalgando presuroso hacia los nuestros. Mañana será parte del viento y de la gloria. Mañana en la misma batalla estaremos con él. Lo veré incendiando bosques. SERÁ UN PAISAJE LENTO. EMPEZARÁ A ENREDARSE ENTRE LOS CABELLOS POLVORIENTOS DE MI MADRE. SUS OJOS TODAVÍA CORONARÁN UN POCO DE ESPERANZA, PORQUE SE LE VE TAN LLENO DE CONTENTO QUE CUALQUIERA DIRÍA QUE NO ES ÉL.

: mucho tiempo después de que él me dejara olvidado en los jardines antiguos de su reino, supe que mi pensamiento no era más que un templo sumergido en la distancia, y que desde ese día la esperanza comenzaría a desgastarse entre mis manos. Ahora también sé que de nada sirve guardar las armas del reino en los rincones de mi memoria. Comprendo, al fin, que solamente sus pasos, como un viejo recuerdo, rondan, a duras penas, los límites de este reino. Presiento que nadie llegará hasta aquí, nadie cuidará el trono de mi padre, tal vez yo y mi nuevo silencio que ahora dejo sobre la aldaba de la puerta principal logremos intentar este viaje a la niebla. Intuyo que esta es la última verdad: ALGUNOS ANIMALES ESCARBARÁN FURIOSAMENTE EN MI SANGRE, BUSCARÁN LA ESPERANZA. Y antes de que sus garras den con mi corazón, siempre volveré a preguntarme: ¿Volverá mi padre pintado de sangre? ¿Volverá con sus cabellos humeando las palabras que no me supo decir?

: el dolor, la soledad, la angustia, un día de estos hallarán una frontera que les impida el camino hacia nosotros. Veo que los últimos hombres del reino bordarán los pliegues de su esperanza en una densa neblina. Porque aún se puede oír el llanto de algunos niños que cantan los sueños de aves enjauladas. Todos saben: el secreto del amor siempre fue su gesto de no creer en nada y conocer la muerte como las palmas de su mano. Estos hombres muertos que hay aquí, en este reino, escriben un signo funesto. Alguien se está dedicando a abrir las puertas del tiempo, sin ninguna compasión. Estos días, seguro que la observación minuciosa de las distancias y los vacíos y los matices de cada cosa, son el principal secreto de la vida.

: una reina de ceniza sigue siendo venerada. El Rey es un esqueleto seco, seco. Pero sus manos se mueven en los relámpagos del tiempo, más fuerte que cualquier fiera salvaje. Y la sombra del abuelo se dedica a elevar plegarias imposibles, como un silencio hundido en las más oscuras ceremonias. Nuestro reino empieza a palidecer. No hay palabras. Llueve. Echo de menos las campanas del reino. El silencio atraviesa, como un suspiro, las penas y los corazones. Ahora nuestros pasos son los pasos de una quimera que se apaga. Vienen los muertos, como las flores profundas, cantando el nombre estremecido del Rey. Vienen con la eterna victoria envuelta en sus banderas, los muertos. ¿Adónde arrastro este enorme esqueleto? Sé que mi fuerza es uno de los mejores recuerdos, y mi olvido, como un cernícalo hambriento, ronda furioso las últimas entelequias de mi padre.



[La prueba de ceniza]

: mil novecientos años después, cuando los hombres subieron a la montaña, lo primero que vieron fue su propia sombra deshaciéndose como hilachas. Así empezó nuestra procesión hacia el olvido. Aquellos días supe reconocer el paso del tiempo y también logré diferenciar los lamentos de los ancianos y niños que se quedaban atrás. NUESTROS RASTROS PARECÍAN UNA CAMINATA DE INSECTOS. Por aquellos días empezó la ceguedad de nuestros guías. Mientras que en algún lugar del camino, nuestros fracasos dormían como un perro cojo y sin dueño. De este modo fueron transcurrieron los años, bajo el sol durante el día y, en las noches, sombras como grillos saltando de un lugar para otro, guiándonos por el latido de los esquivos corazones y el sonido de las tripas, anudándose, en las panzas vacías.

: en esta larga huida, los hombres más valientes del reino, ya entrados en años, de improviso llegaron a la alucinación, entre desvaríos y lamentos enterraban sus manos en el silencio, pensando en un Rey, en un caballo lomo de piedra y cascos de hierro, en ese potro que los pudiera llevar lo más rápido posible hacia la muerte.

: algunos se enterraban junto a sus muertos. Después, entre todos esos cadáveres sembrados en el camino, solamente uno nos pudo interesar: el de el valiente sin nombre, el último que murió concibiendo los rituales del viento. En sus manos muertas encontramos una señal: descubrimos el camino indicado por la lluvia y el humano olvido. Dicen que él bebió sorbos interminables de tu sangre.

: hubo una temporada que caminábamos, otra vez, a tientas. Existió un amanecer, un instante en el que los hombres últimos del reino segaban las súplicas de su destino, a duras penas. Otros hombres se rasgaban las vestiduras y se afligían hasta el cielo. Encharcaban sus ojos hasta el ahogo; por eso, en los días posteriores nos acostábamos en las faldas de la tristeza y con un puñado de tierra rociada sobre nuestros sueños. Podíamos oír el lamento del hombre hijo del Rey, casi como una maldición. Cocinaba gatos y hurones a las tres de la mañana.

: aquellas veces teníamos los ojos inundados con el miedo y la desolación. NUESTRAS MANOS, DESESPERADAS AVES, SE POSTRABAN EN EL CALOR DE NUESTROS PECHOS, LENTAS, COMO FLORES SUAVES QUE MUEREN EN LA MESA DONDE SOLÍAN DESCANSAR LAS BARBAS DEL ABUELO. Presumo que jamás quisimos algo así. Presumo.

: había una mujer que se dedicaba a untar mis pómulos con bálsamos de sangre. Junto a mi lecho repetía, con suaves palabras, los nombres de los últimos sobrevivientes, sólo entonces mi memoria se colmaba de pájaros. Pero nosotros, exhaustos como estábamos, sentíamos la presencia de lo que algunos llaman vacío y otros desmoronamiento. Alguna vez, las terribles noches pudieron extirpar mis párpados con sus labios filudos. Alguna vez sus palabras venenosas trazaron en mi esqueleto el mapa de la ceniza. Entonces podía sentir cómo era que todos los fantasmas se mojaban.

: quisiera recobrar la sabia paciencia de la contemplación de las distancias, pero hay un chasquear de viejos árboles donde inflaman su buche los cernícalos, ellos presienten la inminente llegada de los diluvios. Seguro que nunca más podremos descender al lugar del tiempo y sus apariciones momentáneas.

: Ya no podré recordar que venía desde el centro de una tierra invisible. CABALGARÉ DESDE UN MUNDO CERCANO AL SOL. OLVIDARÉ QUE FUI EL ÚLTIMO HOMBRE QUE AL CERRAR LA FILA ESCUPÍA SUEÑOS Y A VECES ESPINAS. Jamás volveré a recordar que fui el que reconocía los cadáveres de los valientes y los ancianos. No habrá otra memoria para los esqueletos de mis padres, de mis hermanos. Ahora soy el cadáver de todos ellos.



(Coalaque, quebrada de los damascos, 1953. Libro décimo, Canto 72, Rituales de la oscuridad. Los animales de la noche. p. 96)






Darwin Bedoya (Moquegua, 1974) Poeta y narrador. Ha publicado los libros de poesía Jardines del silencio (1998), Yarume, primera edad del silencio (2004), Oscura ceremonia (2010), Mi padre ojos de caballo (2010), Leve ceniza (2010), Terminal terrestre (2011) y Cuadreno de ceniza (2011). En narrativa ha escrito los libros de cuento Aunque parezca mentira (2008) y Es que hacías tanta falta (2009). Ha sido miembro del consejo editorial de la revista de literatura Pez de Oro, editor de la revista de literatura La rama torcida, colaborador del boletín de letras y memoria El Katari, editor de la revista de poesía El aguafiestas y editor del boletín de letras Présago. Obtuvo varios reconocimientos literarios nacionales e internacionales en los géneros de poesía y cuento. Actualmente dirige el taller de creación literaria La tribu de los espantapájaros y es docente de literatura invitado en el colegio Andean Light, Perú.



MAYOR INFORMACIÓN




Cristian Avecillas, su poesía

foto

Cristian Avecillas



HOMO NOVUS

I

Poeta,
Amo y sucesor de lo imprevisto:
Tu valor será perderte en el dolor y en el poema,
Dejarás el cuerpo atrás para escribir,
Dejarás tu fauna atrás para escribir.

II
Escribir en el regazo de las aves
El camino hacia las leyes de la hierba.

III
Y escuchar en el misterio de un mordisco
El estómago gozoso de las musas.

IV
Y emplazar el horizonte sobre un cóccix
Donde el mar se perfecciona con la mar.

V
Y encontrar a la mujer bajo el silencio
Donde nunca se enmudecen las canciones.

VI
Y llevar a la mujer al fin del hombre,
A la ráfaga del cuerpo musical.

VII
Poeta,
Adversario de la luz y de las sombras,
Criarás en el lenguaje tu retrato Cuando ya no tengas ojos.


__________________
Del libro: HIJOS DE PUTA, 15 poetas latinoamericanos, darwin bedoya (Grupo Editorial Hijos de la lluvia, Lima- Perú, 2011). Poema, de antología.

RECITAL DE POESÍA ...donde termina el silencio...


RECITAL DE POESÍA
...donde termina el silencio...
___________________________
PARTICIPAN

Cristian Avecillas (Ecuador)
Simón Rodríguez (Puno)
Luis Pacho (Puno)
Walter Paz (Puno)
Eddy Sayritupa (Puno)
Víctor Villegas (Puno)
Darwin Bedoya (Juliaca)
Luis Incacutipa (Puno)
Carlos Mendoza (Ayaviri)
Mijaíl Mercado(Azángaro)
Patricia Gonzáles (Juliaca)
Osman Alzawihiri (Azángaro)

_____________________________

Moderador: Walter L. Bedregal Paz

ORGANIZA: Grupo Editorial Hijos de la Lluvia
MIERCOLES 18 DE ENERO
LUGAR: Campus “Real Plaza” – Jr. San Martín / 18:00 horas
VUELO DE BÚHOS: “Rústika Bar”- Jr. Unión 147 / 19:30 horas

lunes, 16 de enero de 2012

RECITAL DE POESÍA ...donde termina el silencio...



RECITAL DE POESÍA


...donde termina el silencio...
___________________________

PARTICIPAN

Cristian Avecillas (Ecuador)
Simón Rodríguez (Puno)
Luis Pacho (Puno)
Walter Paz (Puno)
Eddy Sayritupa (Puno)
Víctor Villegas (Puno)
Darwin Bedoya (Juliaca)
Luis Incacutipa (Puno)
Carlos Mendoza (Ayaviri)
Mijaíl Mercado(Azángaro)
Patricia Gonzáles (Juliaca)
Osman Alzawihiri (Azángaro)

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Moderador: Walter L. Bedregal Paz
ORGANIZA: Grupo Editorial Hijos de la Lluvia
LUGAR: Campus “Real Plaza” – Jr. San Martín / 18:00 horas
VUELO DE BÚHOS: “Rústika Bar”- Jr. Unión 147 / 19:30 horas

domingo, 15 de enero de 2012

Las herejías de Javier Núñez



Las herejías de Javier Núñez



darwin bedoya



Vírgenes y herejes (Bisagra editores, 180 pp. 2011) del aún novel narrador Javier Núñez (Puno, 1982), es una nouvelle de iniciación. En las páginas de esta novela breve se narra una historia no densa que digamos, pero sí llena de originalidad, modernidad y una estructura hábilmente erigida, aunque su esmerado carácter no lineal y ponderado privará al lector de grandes relieves, por sus cambios de ritmo o desconciertos narrativos eficaces que hacen de la obra una experimentación narrativa, el libro incursiona hasta las fronteras de la experimentación con las técnicas narrativas, lo que lleva a una narración psicodélica, vertiginosa, relacionada con las tendencias cinematográficas, con el montaje y el funcionamiento del cerebro. A esto hay que añadirle el interés y pretensión de ser una novela total pues, como su autor mismo señala, los temas que se abordan son: conflicto social en el país, conspiración, mito, leyenda, tradición, exotismo, fantasía, ciencia, masonería, civilizaciones legendarias, amor, sexo, aventura, venganza, muerte, etc.



Galardonada con el Premio Nacional de Novela Corta «Ciudad Inconstrastable» 2011, esta obra es la historia insondable y prohibida de un hombre con sueños mayores y casi imposibles, contada por la voz del alter ego de Núñez llamado Christopher de la Riva. Pero en el fondo es un viaje que comienza desde la base de las entrañas de la voz que va hilvanando las escenas. Es desde los sueños de grandeza y poder que la historia alcanza pliegues mayores, es a partir de ese momento en que la nouvelle coge un ritmo zigzagueante, vertiginoso, tierno y desgarrado a la vez; una enseñanza cuyo reto está en construirse uno mismo de acuerdo con sus principios, sus intuiciones. Construirse continuamente, adaptándose, creciendo. Y entonces uno mismo se va dando cuenta, sin entrar en la cuenta, que ha construido su propio mundo, su propio destino, y, consciente de que todo cambia, de que nada es estático, se siente, por primera vez, en las puertas de la satisfacción.



El lector decidirá si lee este libro como un conjunto de cuentos hilvanados o una nouvelle disgregada. Puesto que en estas páginas confluyen historias protagonizadas por hombres y mujeres que recorren el mundo, a veces, sin saber adónde van, que desconocen si parten o regresan y que ya no pueden distinguir entre la realidad que construyeron para dar sentido a su vida y la que se obstina en imponerse. A veces la ambición, los sueños de grandeza y la soledad, con lo que tienen de huida y desafío, se revelan como el único destino posible. Pero aunque los lugares y las identidades se difuminen, aunque la vida de los personajes se asemeje a un laberinto sin muros, las viejas pasiones de siempre –el amor, la ambición, la venganza, el miedo– como en los actos de nuestra vida, son las mismas que aún rigen, de forma novedosa e insospechada, la trama de esta historia pulcra en imaginación.



El libro es un gran retrato de la ambición de personas de ciertos estratos de la sociedad y ahí aparece uno de los mejores ingredientes de la obra: el descubrimiento, entre líneas, de una fina ironía y sentido erótico, donde todo apuntaba, inicialmente, a un texto tan serio y solemne como el modo de ser del protagonista. Desliza también, Núñez, gran sapiencia en el análisis de la medición y naturaleza del tiempo a través de los muy variados planos de la historia que nos hace recordar a la Rayuela de Cortázar.



Un escritor frustrado, un trío que se hace llamar los Dandys Asesinos, un libro perdido, unos herejes, una virgen legendaria, la búsqueda del amor, un abuelo paternal, sicarios eficaces, una voz narradora que se muestra con cierto tipo de rencor hacia los valores tradicionales; varios puntos que convergen a decir que esta es una nouvelle, hasta cierto punto, autobiográfica, habiendo de esta historia una escena actual de la vida, de la sociedad. Estos personajes, los temas, incluidos los escenarios, vinculados por hilos secretos, arman lo que podría ser la historia de unos sucesos fatales y a la vez fabulosos ambientados en Puno, EE.UU. y Las Vegas, todos estos elementos confluyen para que lo narrado alcance a ser el testimonio de un momento clave, en el que los seres humanos pensaban que era posible transformar el mundo con la voluntad. Así, aquel joven que abandona el solar nativo, pretendiendo una vida intensa y apasionada, cae en un laberinto de perversidad, ambición y desasosiego; mientras ciertos asesinos y científicos son víctimas de sus delirios de grandeza y de sus abstracciones que empezaron con el conocimiento de un extraño libro.



Vírgenes y herejes, aparte de ser un minucioso juego de espejos, un inquietante relato sobre el delirio, la identidad y la literatura como parte de la vida, habla también de un asunto revolucionario, una cuestión que vincula la vieja instancia política que envuelve a la sociedad actual, pero que al mismo tiempo es aceptada en la vida cotidiana de miles de personas en todo el mundo. El otro contenido es la aceptación del cuerpo y la búsqueda del placer, no sólo como una experiencia sensorial y sexual, sino también como una búsqueda de identidad. En Vírgenes y herejes hay reconocimiento y devenir, hay exploración y aceptación de la sexualidad y de su naturaleza efímera y a la vez absoluta. Nos va envolviendo la presencia de personajes seducidos por la fuerza sexual de algunas de las mujeres que desfilan en esta obra. Encuentros y desencuentros. Sólo un encuentro es al mismo tiempo una explosión de eros y su derrota.



Este libro, que puede también ser definido como una instalación narrativa, combina situaciones, tiempos e identidades distintas (Núñez juega con sus personajes a todos los juegos que el mundo de los cuentos pone a su disposición: la doble identidad, la inmensa riqueza de los sueños, el poder de los recuerdos, las distintas posibilidades que se abren en la vida en cada momento y las elecciones que marcan y cierran el camino, la frágil frontera entre la realidad y la fantasía. El protagonista por ejemplo adquiere diversas formas presenciales con nombres incluidos), en una cadena con eslabones rotos pero que nunca deja de ser una cadena. Las delgadas sombras de Pérez Reverte, Umbral o Bolaño, Camus o Proust, Vargas Llosa o Joyce parecen esconderse en estas líneas. La vida y la muerte. El amor y el odio. Los secretos y las pasiones. Pero, especialmente, la muerte. Ella que siempre ha impactado profundamente al ser humano. Implica un misterio, un enigma que al mismo tiempo revela, en contraste, el signo de la vida. Más que en esta última, es en la primera donde se expresa con mayor nitidez la esencia del ser humano. Al final de la historia, el rostro de un hombre muerto es, por tanto, manifestación de vida, de aquella que dejó de ser pero que sigue siendo para quien lo mira: es eso lo que refleja la última mueca, lo que se desliza en los pliegues de piel inerte que componen el gesto eterno. Es entonces cuando un flujo de sensaciones, pensamientos, recuerdos, imágenes y reflexiones irrumpe en la mente y la atrapa en su lógica delirante, tal y como ocurre en esta breve pero intensa nouvelle. Aquí podemos leer un ramillete de vidas siempre al límite, aventuras, sueños/pesadillas, magia, sexo, amor, romanticismo, fantasía, pasiones, un mundo de sugerencias donde escuchamos las voces del pasado confundidas con el presente, esas voces que todavía nos hablan porque aún tienen que decirnos cómo entender a los fantasmas de nuestros sótanos. Este libro es, pues, una evocación de lo que fue y una búsqueda de lo que se es a partir de los sueños que un hombre puede llegar a tener, del que en realidad no se sabe más que lo que produce en quien lo mira o intenta vivir.



En palabras del autor, la historia se centra en Christopher de la Riva, aspirante a escritor, quien emprende una búsqueda obsesiva de un libro censurado, prohibido para católicos, y cuyos ejemplares fueron destruidos. Solo se conserva uno. El libro narra la historia de tres sujetos sacrofílicos que boicotearon en dos ocasiones una fiesta patronal en Puno (el 2 de febrero), profanaron iglesias, vírgenes y santos, torturaron a los curas, etc. Núñez recurre a varios narradores para contar la historia de sus personajes y la de él mismo. Asumimos que Vírgenes y herejes es un libro de extensión variable y de estilo diverso, un puzzle literario en el que la unidad de estilo es precisamente la diversidad, la fragmentación y la polifonía, conformando un collage en el que cada historia dentro de la historia total está íntimamente ligada con las demás a partir de la idea de que escribir es reescribir y friccionar con otras lecturas. Vírgenes y herejes es también un remake que muestra conflictos permanentes. Es un texto cargado de contradicciones y aguda tensión desde su propia estructura. Enfrentados en todas sus partes que dialogan entre ellas, las historias que la componen establecen una batalla entre el «contar» y el «no contar», hablar o callar, por medio de personajes conscientes en todo momento de serlo, narradores que no quieren narrar pero fracasan, verdades que acaban convirtiéndose en ficciones, diálogos directos con el lector y recuentos que se corrigen a sí mismos.



Javier Núñez en este libro que es su «autobiografía confusa» nos muestra que todo límite queda absolutamente desdibujado, que a su propia vez revela a un joven autor con una arriesgada calidad literaria, prueba de ello son los hechos vertiginosos que desencadenan pasiones políticas y también sentimentales, odios, intrigas, sucesos extraordinarios que cambiarán el rumbo de la vida de cada uno de los protagonistas, pero con una brevedad exagerada que no permite lograr en la narración lo que las novelas alcanzan.



Finalmente, diremos que gracias a Vírgenes y herejes, podemos comprender que hay hombres a los que la fortuna da siempre la espalda. A quienes el triunfo apenas roza para demostrarles que está ahí, al alcance de sus manos, ansiosas, pero que ellos nunca llegarán siquiera a tocarlo. No es para ellos. Son seres que arrastran vidas color ceniza sin saber por qué ni cómo cambiarlas. Gentes que pueblan también las estadísticas más absurdas y a quienes los políticos piden el voto. Algunas veces –muy pocas– se desesperan y se rebelan. Siembran caos y dolor. Y en esa locura violenta encuentran sentido a sus vidas, y ahí, también, se encuentran, cara a cara, por fin, con su destino. Quizás no sean tan diferentes. Para ellos es esta historia escrita, nada más y nada menos, en Puno.


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Tomado del Blog: http://darwinbedoya.blogspot.com/15-01-12