miércoles, 30 de enero de 2008

EL QUIJOTE DE MI LOCALIDAD

“VICENTE BENAVENTE CALLA”

LUGARES DONDE LOS ÁNGELES NO PUEDEN LLEGAR

No es difícil imaginarlo caminando incansable por las calles frías de Juliaca. Un silencio hecho de mil palabras descansa en la comisura de sus labios. Hoy lo he visto caminar por la plaza que un día de diciembre escuchó, como en octubre, los versos del poeta Vicente. Hoy comprendí aquellas palabras que alguna vez leí en algún libro: los escritores son pequeños dioses porque pueden crear o destruir lo que por su mente pase, pueden inventar mundos fabulosos, personajes únicos y, sobre todo, sentimientos increíbles.

Ahora resulta comprensible amar su poesía, leer sus versos una y mil veces. Pensar en el maestro y su obra. Saber que viene creando otra vez aquel bosque de fantasías que ni siquiera el inclemente paso del tiempo ha podido disolver. Ahora asoma su recuerdo, triturando nostalgias y sembrando abundancia de encuentros en el punto exacto en el que la nostalgia se torna en esperanza. Cuando llega la noche, seguro que alumbra la oscuridad con sus ojos pensativos. Yo leía sus poemas cada vez que podía, pero un día descubrí que la poesía se estaba volviendo en mí algo así como una necesidad. Entonces revisé los orígenes de esta urgencia llamada poesía; después de mucho pude encontrar entre otras cosas, guardando en mi gaveta, el libro que un día con asombro leí, se llamaba “JULIA”. Lo leí nuevamente y por fin me di cuenta que su autor, don Vicente Benavente Calla, igual que hoy, estaba lleno de sensibilidad.

Muchas veces, desde que conozco la poesía, he intentado ser algo, como un poeta, pero he comprobado con tristeza que es difícil, ahora mismo, en esta historia trato de ser sensible y llegar a fabricar algunos versos, pero no puedo. Y es justo en este momento que puedo imaginar un sitio lejano en el que se ve claramente al tiempo sentado y a veces de rodillas escuchando la cercanía de una voz que cruza sin descansar los lugares donde la soledad ha fundado su imperio, imagino un sitio debajo de esta espera donde es posible aprender de memoria los secretos que el silencio no supo decir como ahora que es tan sencillo observar la espalda de la distancia, cada vez más pequeña, y comprender muchas cosas con los ojos muy cerca del mar.

Pero lo que busco es un poema, busco escribir un poema como los cientos de poemas que ha escrito el poeta Vicente.

A veces pienso que la poesía viene a mí con calma; y por ejemplo -ahora transcurre ligera entre la arena y el sol como una llovizna convertida en gacela que solo sabe llegar, volando. A veces llega entre el murmullo de la soledad y el repentino vuelo de un signo para enseñarme la danza de su aliento cuando la vida empieza a levantarse o cuando el silencio se pone a entonar las canciones que ya no puede callar mientras camina por la orilla de un río interminable .La distancia a empezado a construir su aroma, su llegada, su rostro en las cuatro paredes de este mi cuarto vacío de todo. Hace un instante la lejanía se puso a tatuar el eco de unos pasos agujerados de tanto llegar.

Ahora resulta comprensible mirarla desde de este otro lado del reverso, trenzando el vacío y anudando el rumor de la lejanía solamente con el estío que derrama su porqué de manzana lista para comer: poesía. Sin embargo, a pesar aún de los pesares no encuentro el punto de partida, la magia de la poesía que me lleva a su jardín. Y hasta a veces dudo que algún día en verdad llegue a tocar el olimpo que el poeta Vicente ha tocado. Pero hoy estoy decidido a llegar a los brazos de la poesía, por eso saldré ha buscar a don Vicente, iré a encontrarlo para preguntarle por dónde puedo empezar esta historia y ya no imaginar a la poesía como una dama pálida y con las mejillas casi oscurecidas, pero sin ningún miedo al contemplar los desiertos y mares y cielos y cerros que aún le falta tumbar para llegar a mí.

Ahora está caminando como todo un poeta, como lo que es, por las frías calles de Juliaca. Lo veo luminoso, da la impresión de que está maquinando un poema. Imagino la música que emana de su poesía, unas palomas cruzando los sueños y tejiendo en los ojos las imágenes de un lago azul, tan alto como los andes, y allí veo reflejarse a un jovencito que probablemente debo ser yo, mirando desde lejos a la poesía, y más adelante a un poeta recitando los más dulces poemas frente a un pueblo llamado Juliaca, todos dicen ¡viva el poeta! Y don Vicente sonríe, guarda sus poemas y yo empiezo a leer los libros que aún me faltan, todos estos libros que me aguardan en la penumbra, mientras veo la felicidad del mayor poeta calcetero, este personaje a quien tanto conozco y admiro. Pero especialmente a su estilo de escribir, a su manera de tallar cada verso y hacer que vibre aquel lector que un día empezó un verso suyo y no lo dejó, como yo, como todos y la poesía.

Hoy me he puesto ha pensar decididamente. Saldré a buscar al poeta calcetero, encontraré a don Vicente Benavente Calla y seguro que me dará la receta y yo le diré: qué bueno es saber que siempre estarás con nosotros, que no te irás nunca y ya te extrañamos, poeta. Y más allá de todas estas ganas y anhelos de ser como tú, debo reconocer que cada verso tuyo ha llegado a mi alma a los lugares donde los ángeles no han podido llegar.

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Premio Nacional en el Concurso:

Agua es vida

Ronald Canaza Condori

3ro de secundaria

I.E.S. Alfredo Bryce Echenique – Juliaca

docente tutor: Darwin E. Bedoya Bautista

EL TRÁNSITO KOLLA QUE DEVINO EN MACHU AYCHAS Y CHIÑIPILCOS


J. Walter Zea M.


-Por supuesto-

Para el Cholo puro que solaza con el viento

sus huellas: y regenera con la lluvia

sus horizontes; como:

F. Vicente Benavente C.



Definitivamente…

células de beligerancia Kolla

trajinan por la interminable

Kashwa de Machu Aychas y ChiñiPilcos,

retumbando cada molécula fértil

con estentóreos camaretazos

y el rítmico suspiro del viento

que recorre la entraña sonora

del Tokoro generacional,

para extender su vigorosa voz

en la pampa y por los cerros,

anunciando la prodigalidad eterna

de la Pacha Mama, que alumbrará

su cosecha de rayos, de sol,

de granizo, de hombres.

danzarán junto a sus mujeres

preñadas de júbilo existencial,

hasta que la pasión embriagada

desparrame hastíos de sucesión

por entre sus polleras amarillas;

que luego amamantará

la savia del oráculo verde,

con los pezones orondos de amor

que nunca cesarán de bailar

en ése voluptuoso ir y venir

de caderas, muslos y alcohol.


En: “Los borrones de Abimael”.

martes, 29 de enero de 2008

EL TOKCORO *


José Parada Manrique



A Vicente Benavente


Surcando el mar de aire

las notas del “Tokcoro”

expanden el mensaje

de mi tierra: el Collao;

ora ríen, se retuercen,

ora aúllan su dolor

llevando el dúo al viento

Tokcoro!

Tokcoro!

Tokcoro viril!

Regazo de aquel grito

que se trunca en el pecho

y se ahoga en la garganta

del indio de mis lares.

Grito vencido y hueco

careta del dolor;

anhelo crucificado

en el Gólgota del carrizo;

anhelo; sí anhelo

que aunque tarde - peor nunca –

irá a la redención.

Redención para el indio

pues que también es un hombre;

redención para su noche

(eternamente en noche)

redención para SU. NADA

que es lo único que tiene

Tokcoro!

Tokcoro!

Tokcoro viril!


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(*). En revista “Xullaka” (1956)


lunes, 28 de enero de 2008

LA CALCETERA *

Con ruranas y lana de alpaca el poeta hilvanó sus versos


Chola calcetera,

ganas tienes para todo/

La sangre inspirada que es tuya

anuncia la esperanza que es nuestra.


Chola Calcetera, es así que la fuga de tus dedos enredando “ruranas” de alambre, están locamente haciendo con obras de lana pura picardía y estirpe de la fantasiosa CALCETA. Es así como canta a su tierra y a la CALCETERA, en particular en su bien presentado poemario “vientos de amor” el vate juliaqueño Vicente Benavente, hoy profesor estable de la Escuela Normal Mixta de Juliaca.

Afirmar que nació poeta sería quizás resentir al maestro Pedagogo, o quizás viceversa, sólo un hecho es cierto, Benavente es la resultante de la última dimensión vibrante de radiaciones típicas que calan hasta el alma cuando el grito de gratitud y rebeldía a su vez agracia los oídos de la naturaleza madre, que siente como se viene la vida por todos los caminos tocando en el manantial de la aurora como también lo canta él, en: “Un pétalo de amor para mi tierra”. Si porque el piensa cuando ve “pensativa a Juliaca” y hay brazos que llevan el eco en la garganta.

Benavente nació en Juliaca el 11 de marzo de 1926 y estudió en el Colegio franciscano San Román, fue posteriormente profesor primario. El es un pionero moderno de la poesía en la tierra de las calcetas, publicó “Julia” (poema de 7 estancias).

A ella le siguió un hermoso poemario señalado antes “Vientos de amor”, luego tiene inéditos su “Imagen del alba”, “El aire desbordado”, “Páginas del agua”.

Si, en Benavente, los Andes sueñan y realizan su altura, y lo que es más Juliaca un día se vestirá de fiesta por el triunfo continental de uno de sus hijos, profesor o poeta y ese día esta cercano tan cercano como la grandeza de esa tierra color sepia de cholas calceteras.


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(*). En: Diario “El Pueblo”. Arequipa .24 de octubre de 1965.

domingo, 27 de enero de 2008

PALABRAS BREVES SOBRE DON VICENTE BENAVENTE


Fredy S. Vilca Monteagudo

No sé porque tengo la sensación que en nuestro medio usualmente se acopian de don Vicente Benavente, poemas vamos a decir “telúricos”. Así en la antología elaborada por el poeta Samuel Álvarez Enríquez (37) encuentro los poemas Juliaca flor del altipampa, Canto a Runa Soncco y Los Machu Aychas. Por otro lado, hay algunos más radicales que no lo nombran, como por ejemplo en la antología de la poesía puneña de la Corporación de Fomento y Promoción Social y Económica de Puno (38) como también es el caso de la Antología de la poesía puneña de Omar Aramayo (39) en ambos casos figura Luis de Rodrigo.

Cada antología es una selección arbitraria y subjetiva. No puede ser de otro modo, sino estaríamos ante una compilación. Tampoco se trata de una selección natural, porque es artificial. Pero en el caso de don Vicente Benavente, qué es lo qué sucede? Por qué no aparece en la foto. Hay una actitud intencionada? O es simplemente un olvido involuntario, veámoslo amablemente desde este último punto de vista. Como una omisión pura.

Pero al margen de los antologadores, qué hemos hecho nosotros para construir una tradición. Qué hemos hecho nosotros para encumbrar a nuestras personalidades y posibilitar su inclusión. Por qué la exclusión nos gana, la indiferencia y la apatía nos agotan y nos convierten en seres inanimados y desacompasados. Por qué el asfalto mediocre nos cubre desde los pies hasta los cabellos. Por qué la economía nos conmina a ser la única y absolutamente carne de cañón de la boca. Por qué la semilla no germina, no obstante los sembradores. Por qué el pan no es pan sino verso aislado. Todas las respuestas nos llevan a fijar la idea que todos tenemos la culpa.

Si bien los poetas de fin de siglo de nuestro medio construyeron las bases de una generación, en la actualidad no se advierte continuidad. No hay un crecimiento sostenido. No hay caldo de cultivo. Nos gana el festejo y el perreo. Tal vez siempre fue así, tal vez nosotros fuimos tan solamente una generación producto de la improvisación. Quizá la historia se vuelve a repetir. Y mañana los que vengan seguirán pensando lo mismo, tendrán las mismas quejas y lamentos, seguirán con la exclusión, porque fueron hijos de la exclusión, fruto del olvido, de la fractura inconclusa con una forma de ser o de vivir. Mañana las musas seguirán esperando el gran día, la materia prima de los versos seguirán esperando al gran samaritano, las heridas hirvientes no dormirán y el pan albo deseado seguirá en la puerta del horno. El orfebre seguirá sufriendo porque la piedra no habrá sido aún barro. Y todo seguirá como al principio y no vendrán los siete días no habrá luz ni deseo, la manzana no será mordida, y no habrá destrucción del reino ni conquista ni Incas degollados. No habrá nada, sólo el hombre del ande caminando con su alforja, su pena, su quena, su llama. No nacerán cinco ni diez metros de poemas. Mañana ojala no sea así, es posible que todos los poetas que pudieron nacer estén muertos en el corazón vivo de cada uno de nosotros esperando brotar por las venas por los reductos más finos haciendo méritos por decirnos que la vida pudo ser que las musas caminan solas, que las generaciones se cruzan en las avenidas sollozando, lamentándose por haber herido su destino y no poder ser poema.

La poesía es un modo de expresar nuestras vivencias. Unos eligen el canto o la narración (otros eligen la nada). Hay tantos modos de expresar esas emociones como personas que escriben. El poeta es un pequeño Dios que en su soledad se rodea de sus criaturas. La pluralidad de artistas dispensa una gama de voces. Cientos de versos y estrofas han corrido bajo el puente. No hay filosofía que diga lo contrario. Pero lo fundamental es la metáfora. Sin este artilugio no hay poesía. Todo es tiniebla. Es la línea divisoria entre aquí y allá. Entre el ser y no ser. En los poemas de don Vicente Benavente hay palabras que hilan versos, hay un hombre que delimita su espacio verbal, vocaliza las sílabas difíciles, entrecruza un ser mágico con la palabra, construye una oración como un niño juega en un día normal: Quiero ahogar mis ojos en lágrimas que vierto / pero estoy llamándote / mi tierna figura del amor que sufre / enloquecida cifra del hogar que llora / escucha los latidos, imagen del alba / hoy, mañana, siempre mantendrá el rocío / invariable el alfabeto de nuestros nombres / en el árbol donde florece la madera del amor. Por qué la antología no entra a estos terrenos, por qué el sujeto duda y no recoge todas las palabras, todas las voces. Como dije tal vez todos tengamos un poco de culpa en esto. No supimos valorar al ser que hizo algo importante en su medio natal.

Don Vicente Benavente no puede ser etiquetado como un poeta telúrico. No hay poesía telúrica, a- telúrica, social, pura, cóncava, convexa, indigenista, neo-indigenista, racista, neo-racista. Creo en la palabra construida, en el verso emancipado de todas las penas descriptivas. Habla tu sonrisa dormida en el cielo / cuando raya la aurora después del odio; / las risas te arden / en la cara con olor / a fresca manzanilla; Tierna golondrina / en el mismo nido que vives / desnudando las horas / en tus bienes rosados / viajan mis ojos sin medida; / Te digo madre artesana del campo / que se lleva los rumbos en la acera / que se tejen de nuevo los andamios / para abrir la puerta de la aurora; / es bueno hablarte sencillamente / sin las mangas azules del cielo / es claro decirte que eres recia / mujer de hombre y batalla; / es preciso estrecharte a toda luz / con los brazos de los amplios latidos / con la fuerza de tus propias semillas / con el calor de los cantos encendidos.

Y así sucesivamente, los versos que van brotando del pecho humano, de la masa gris, de un desayuno en una choza de altura, son parte no de lo telúrico, no de lo social. Creo que no hay etiquetas puras, no somos un producto único. Sencillamente un texto es o no poesía.

Siguiendo lo que decía al principio, la poesía es una cuestión de minorías. De pocos a veces de nadie, eso explica que en las escuelas no repiquen los versos. Esto sucede no sólo aquí. La tarea de las minorías es mantener el pequeño espacio que le fue asignado. No dejar que el oasis se pierda, no permitir que el arenal invada y cubra por competo el verso. La batalla aquí tiene por objetivo no ser enterrados, no tanto sobrevivir. La minoría nunca será mayoría, la poesía no será tarea de todos, puede irradiarse en olas que suben y bajan. Pero incondicionalmente el reducto no puede ser suprimido, y no será aniquilado mientras tengamos imágenes como la de don Vicente Benavente que desde generaciones anteriores nos ha dado una posta que estamos obligados a encumbrar.


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(37). Antología de la poesía en Juliaca. ANEA – SR. Colección Celeste. Juliaca 1993. pp. 17-20.

(38). Tomo V de la colección, Editorial Universo, Lima. 1987.

(39). Biblioteca Popular Transparencia, 1999.

viernes, 25 de enero de 2008

BENAVENTE, CANTOR CALCETERO


Feliciano Padilla




“El Mensaje de Vicente Benavente en el Corazón del Viento” es un homenaje que Walter L. Bedregal Paz, tomando en sus manos una acción que debía hacerla el Municipio o el Instituto Nacional de Cultura, ofrece merecidamente al poeta mayor de la ciudad de Juliaca.


Cuando se vierte opinión sobre los poetas, se suelen hacer estériles comparaciones para demostrar que el vate objeto de estudio es el mejor, o para subrayar que algún otro de nuestra simpatía es superior. Este recurso es poco serio y no conduce a nada. La literatura debe ser apreciada como un proceso, y así debe ser considerada la literatura producida en Juliaca. Un texto poético se condice con su tiempo, con su espacio y su cultura. Inciden, además, a nivel macro, las corrientes literarias en boga que, sin que el autor se proponga, se filtran en su producción. Por eso, no se puede calificar a lo producido en las décadas del 50 y 60 como poesía primaria tradicional, ni decir que ahora hay una discutida poesía juliaqueña contemporánea, como he podido leer en las páginas finales de este libro.

Vicente Benavente respondió a su tiempo e hizo poesía blandiendo en su pendón poético un amor profundo al terruño y una actitud crítica a las lacras sociales de su contexto. Ahí están para demostrarlo “Un pétalo de amor para mi tierra”: por qué no dejar que llueva temprano/ por qué no dejar que silbe en la serenata/ el viento de los jilgueros que te aman/. Si en ti los párpados abren los años terrestres/ si en ti los Andes miden su altura /... No se precisa de ninguna explicación más para destacar su acendrado amor por la Tierra Calcetera.. Y completan esta pasión por Juliaca sus recordados poemas: “Juliaca”, “Juliaca, flor del Altipampa”, “Calceta”, “Calcetera”, “Calcetero”, etcétera, porque: Es preciso estrecharte a toda luz/ con los brazos de los amplios latidos/ con la fuerza de tus propias semillas/ con el calor de los cantos encendidos.

Respecto de su amplio espíritu de solidaridad con las acciones orientadas a cambiar el orden social de injusticias, se tiene una larga muestra de esta poesía comprometida. Saltan a la vista: “Canto a las horas de noviembre”, “Marcha del sacrificio”, “Libros en alto” y otros en los que deja constancia de su disconformidad y rechazo a la masacre que Juliaca sufrió en noviembre de 1965, en el primer poema y; su solidaridad con la lucha del magisterio, en el segundo y tercer poema: Una hora de camino/ Qué grande es avanzar por los niños/ Dos horas de camino/ Qué noble es avanzar por los pobres/ Tres horas de camino/ Qué lindo es apreciar el liderazgo del pueblo... Se advierte claramente que su poesía comprometida es sencilla, menos elaborada que los poemas aludidos en el párrafo anterior. Pero, el mensaje es contundente y; su solidaridad con el pueblo, innegable.

He dejado para la última parte de este breve comentario su poema “La feria del Chupeqhato”, en mi criterio, el texto mejor logrado. Se trata de un poema por el cual será recordado don Vicente Benavente, no sólo porque trasunta en él, el nuevo espíritu de una ciudad moderna - en la medida en que es el espacio puneño de mayor penetración del capital, donde sus habitantes empeñosos y trabajadores luchan cotidianamente, palmo a palmo contra las adversidades, por un futuro promisorio - , sino, porque el texto exhibe una calidad notable. Son versos de arte menor, donde la cadencia y el ritmo exaltan y arroban, y los símiles y las imágenes están debidamente construidos y se corresponden con la atmósfera de un texto que quiere reflejar una feria provinciana, muy al estilo de “romancero” del poeta español Federico García Lorca o del romancero cholo, el poeta cusqueño Luis Nieto Miranda, su coetáneo, quien, también escribió por aquellos años: “Romance de la feria de Sicuani”, además de otros romances.

En “La feria del Chupeqhato” es donde mejor se recrea el alma calcetera, que en sí es el alma de Juliaca, por lo menos del tiempo en que fue escrito y, simbólicamente, de esta Ciudad de los Vientos del siglo XXI. Leamos algunos cuartetos: Un pedazo de cariño/ lleva la pompa del frío/ otro pedazo de ruego/ besa la queja del día/ .. Es el día de la feria/ llegan todos apurados/ se han vestido las güapitas/ con las sedas más brillantes/... En la tierra de Juliaca/ la feria del Chupeqhato/ es la plaza de ganancias/ lunes de nuevas promesas/ Ha llegado la tarde/ y el viento se va quedando/ pero junto a la boliviana/ deja su corazón de recuerdo. Se advierte en estas estrofas versos muy medidos y una adecuada distribución de los acentos que le otorgan innegable musicalidad, que el bardo logra pulsando con maestría las cuerdas de su charango, porque su voz es voz de charango, de pinquillos y toqoros, que se expande en esa querida pampa de Juliaca para testimoniar la transformación dialéctica de los machuaychas y chiñipilcos en forjadores de la economía moderna, al conjuro de libaciones y amores furtivos a pesar de la dureza del trabajo; en medio del vocerío turbulento y las pugnas por sacar el mejor provecho de esta actividad comercial.

Felicitaciones para Wálter Bedregal por ofrecernos una muestra de poesía de uno de los bardos más queridos de Juliaca. El libro perdurará por esta razón y no por otra, aunque tenga detractores. Porque, como decía el mismo Vicente Benavente: Amenazan siempre/ ¡el libro está en alto!/ Hacen alarde epidérmico/ ¡el libro está en alto!


LA POESÍA HABLA DE VICENTE BENAVENTE


Carlos Sotomayor Sosa

La FERIA DEL CHUPEQHATO simboliza el comercio, la presencia de lugareños y paisanos de otras tierras atraídos mágicamente, seducidos fácilmente; los «filfas» (limeños), los “lonccos” (arequipeños), se dan cita todos los lunes a ofrecer sus mercancías. Todos lucen sus mejores sedas, las guapas se arremolinan con sus polleras, ellos con chullos variados, y entre mirada y mirada se ahuyentan las penas, hasta el charango pierde su nostalgia.

Los tragos se encienden temprano.

Es todo un Universo de penas, gritos, amores, miradas, piropos, bebidas, mercancías, papeletas y el viento que pierde su fuerza conforme cae la tarde.

Llegado el lunes por la madrugada con el frío que arrecia la feria de ganancias las nuevas promesas, las nuevas esperanzas, nuevas ilusiones y las citas concertadas harán de éste otro Universo, la gran fiesta del CHUPEQHATO.

El lenguaje sencillo y la solidez de la arquitectura de la poesía de Benavente nos introducerápidamente en el Mundo Andino, en la tradición y empezamos a beber de la sensibilidad de los acontecimientos que nos rodean.


CALCETA


Zaida Múñoz Vásquez

Don Vicente Benavente Calla, eximio vate juliaqueño cuyo lirismo no lo autosatisface, por lo que traspasa barreras de rítmica y semántica con un simbolismo innato y muy natural; reiterándolo en esta creación, motivo de este comentario; en la que con connotaciones muy sugestivas insinúa no solo un trajín sujeto a la más real de las situaciones, sino que también con aparente delicadeza extrae la existencia de una beldad en la fuente de su inspiración.

La irregularidad de sus versos, junto a la asonancia de los mismos ubica al autor en el contexto histórico del crepuscular fin de este siglo se va percibiendo, captándose la desesperada carrera de la humanidad por llegar al siglo XXI y despejar las incógnitas de avance o destrucción; a pesar de enfocar una personalidad que es el pilar fundamental en la historia de este nuestro terruño, Juliaca.

En esta simbólica composición la primera estrella del día saluda las manos, ¿Qué? ¿Acaso el día tiene muchas estrellas? y ¿Porqué no saluda al rostro o a la cabeza?, es a las manos, pues para don Vicente Benavente, esas manos son el símbolo del trabajo y la prosperidad de la ciudad de los vientos, y en las manos de la CALCETERA están fundadas la grandeza y el progreso de esta tierra, no así en su fisonomía, ni en su rostro ni en la armonía de su figura; sino en LAS MANOS.

La golondrina y las pampas; el viento y la juliaqueña CALCETERA, dualidades naturalmente coexistentes, hallan en la poesía de Benavente un lirismo impactante, que insistentemente complementa con la idea del constante trabajo: fuente de progreso, testimonio de dignidad y decoro, estas últimas ideas son captadas en las unidades:

«Donde la primera estrella del día…”

“En la herencia del alba…”

Risueña calcetera,

tierna golondrina de la pampa,

donde la primera estrella del día

te saluda las manos.

La integridad de este laboriosos ser, conmueve las entrañas, susceptibilidades, pensamientos e instintos del poeta quien lo toma en su mundo individual con sentimientos y debilidades; en su mundo social, con fiestas y romances; en su mundo laboral: con ruranas, lana, hebras, guantes, chalinas, chompas, y demás productos acabados, para luego ser cargados y llevados a la estación de trenes, donde deberán ser acogidos por los turistas y de esa manera convertirse en embajadoras de la cultura juliaqueña.

Los trenes han llegado y han partido

como vienen y se van los pasajeros,

Callada mi calcetera de regreso

también en sus afanes contempla,

nuevas chompas y calceta

que hace la comadre de la estancia.


jueves, 24 de enero de 2008

A PREFACIO


Jesús Calla Paricahua

Esta apreciación surgió de un intercambio de ideas y pareceres entre un Hiperrealista de Artes Plásticas, y el compilador de este volumen – creo un crítico literario -. Sobre la mejor manera de celebrar un hecho del proceso positivo/negativo desde algún punto de vista, reconocido hoy en día como base y de experiencias a la literatura moderna. Como es lógico, la poesía rinde homenaje al talento del poeta identificado con su tierra, Vicente Benavente Calla, a quien se atribuye inquietud y promotoría.

Al mismo tiempo, demuestra la influencia que al entusiasmo contagioso por seguro nuevos medios tuvo sobre sus alumnos y familiares próximos, cuya obra vista y escuchada en público, presentada y expuesta demostraba gratitud.

Cuenten o no con el apoyo económico y demostrar para dedicarse totalmente a este nuevo / como viejo pasatiempo, como científico y artístico. Deducir, mantener intercambios de ideas, imágenes y consejos prácticos, propender en cuestiones del desarrollo estético, técnico del medio.

Deseo expresarle mi agradecimiento por su trabajo a mi tierra Juliaca y de todos los juliaqueños de verdad.

Por su labor en obtener acceso a las colecciones de obras, de estos primeros; por asistir en la selección final de sus imágenes y, sobre todo, por llevar a cabo la difícil y experta tarea de realizar sentimientos con la palabra.

Obra que no hubiera podido realizarse sin la ayuda o la comprensión generosa, colaboración de varias personas e instituciones públicas, su esposa, descendientes de Vicente, de su generosidad en permitir que se hiciera copias de sus originales aún para los inconformistas, a seguir trabajando.


miércoles, 23 de enero de 2008

CALCETA

Charo Calcina Chipana


Ha llegado a mis manos este ramillete de poemas de don Vicente Benavente Calla, insertas con el título de CINCO POEMAS PARA MAÑANA Mensaje Cholo, editado en la ciudad del Qosqo allá en el año 1965, hace tres décadas, encuéntrome en ellas emocionada, atrapada en sus finos hilos tejidas de la CALCETA, por la CALCETERA que junto al CALCETERO participan de la FERIA DEL CHUPEQHATO y cantan UN PETALO DE AMOR PARA MI TIERRA; versos vibrantes que retienen el tiempo a Juliaca en los inicios de su vida mundana, los años '60, el apogeo del ferrocarril, el vaivén de la artesanía, la banca, el comercio.

Fermín Vicente Benavente Calla, personaje obligado de la literatura juliaqueña, docente y prolífico impulsor de las letras del altipampa, el que llamara a la ciudad de los vientos, como la tierra de los COGOTUDOS Y PANZAQALAS (36), en su verso y su obra toda, refleja la entrega y la admiración del hombre andino, por su terruño visualizándolo como una integración total e irrenunciable.

Cuando habla de CALCETA lo concibe como una enseña, un emblema de amor febril reflejada en el escudo de su tierra:

Calceta de telar arrullado

en el corazón de la aurora,

La ve tan tierna y poderosa y clama:

Te amo grande y pequeña.../

en los recios tobillos del pueblo,

borrando las espinas del frío.

Y enamorado de la CALCETERA la proclama mujer símbolo de trabajo y eleva en laboriosidad como impulsora del desarrollo económico de Juliaca:

Risueña CALCETERA

tierna golondrina de la pampa

donde la primera estrella del día

te saluda las manos...

El COGOTUDO y PANZAQALA que viven en Juliaca, el CALCETERO, es el jornalero al que llama sembrador, insurgente, forjador de horizontes, visionario del futuro promisor basado en el canto y el trabajo infatigable al que dice:

Qué importa el abismo del odio.

lo que florece es el sudor

lo que vibra es que caminas,

que vives, ríes y te multiplicas..

La perla del altiplano Juliaca, debe, sin duda alguna su desarrollo vigoroso, a las industrias que emergen, a la FERIA DEL CHUPEQHATO, que a decir de don Vicente Benavente, es el alma del pueblo, que cada lunes canta el señor del comercio y mueve millones ( dinero ), gentío y transportes. En la pluma sagaz de Benavente esta rutina suena melodiosa cuando se admira de ello:

Qué maravillosa tranza

la mercadería habla con el cliente,

los bolsillos se consultan

con la abundancia de aplausos....

El amor ferviente a la tierra natal, arranca del poeta versos de grandeza proclamando un himno de alegría en UN PÉTALO DE AMOR PARA MI TIERRA y la enaltece señalando que:

«Si en ti los Andes miden su altura…”

y reflexiona sereno:

Cuando te veo pensativa Juliaca,

hallo entre las espigas del alma

una voz despedida de las soledades

agitando la temperatura de un mensaje;

y sintiéndote ausente, llegan de los meridianos

la firme actitud de tenerte

entregado a la salud de tu nombre...

Luego nuestro vate toma aliento y clama:

Tú en el corazón, en la dicha y en la pena

en la sed y en el hambre,

en todos los rincones del hombre;

tú en el rocío del altipampa

en el último suspiro de mi amada,

en la sangre agitada de un arrebato...

Y concluye:

Te saludo con el grito descubierto en la sangre,

con la palma de los vientos en cada fruto,

con el fuego de los ademanes inquietos,

con la fantasiosa calceta de tus walaychos,

con la raza de los hombres sedientos de justicia...

Un sentimiento profundo que conlleva la entrega de esfuerzo y sacrificio por la noble tierra querida que el maestro Benavente nos enseña noblemente; nadie ama lo que no conoce, estas reflexiones nos inducen a conocer más de cerca la patria chica que se llama Juliaca, la que hoy desordenada crece sin límites, dando cobijo a quienes buscan grandeza y poder.


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(36). COGOTUDOS Y PANZACALAS; En revista “Pandilla Puneña” N° 01, dirigida por René Calsín Anco, habla de los COGOTUDOS: viejos pandilleros, los más solventes económicamente de la ciudad calcetera. PANZACALAS: Pandilleros que desbordan en entusiasmo, sin mayor fortuna en la “Pandilla juliaqueña”. Emilio Vásquez considera que: “...es un baile de la emoción antes que el cuerpo material”. Enríque Cuentas Ormachea, dice: “...que es la más alta expresión coreográfica del folklore mestizo peruano, como danza y como música”.

martes, 22 de enero de 2008

CALCETERA

Norma Melgar López

Es el título del hermoso poema de amor a la tierna golondrina de la pampa, así mismo en este poema se aprecia el cariño a Juliaca, el terruño amado, sus inmensas pampas, el viento, el frío de las tardes, que son los que tocaron las fibras más íntimas de la sensibilidad poética del conocido y consagrado poeta don Vicente Benavente Calla, que en sus años de juventud, como ser humano vivió y aún vive enamorado de su querida Juliaca.

En este poema, cada uno de sus versos nos expresa el amor que siente por su musa LA CALCETERA y escribe:

Tus ojos escondidos

robados quiero tener .

junto a las rosas

de mi corazón labriego.

Así mismo con la sensibilidad que caracteriza al gran poeta juliaqueño, quien valora no sólo la belleza de la mujer juliaqueña, sino también la fuerza, la decisión, el dinamismo y el trabajo; escribe los siguientes versos:

Chola calcetera,

ganas tienes para todo.

Se que golpe de amores

tallada llevas en la maña

y la rueca de canciones

en la herencia del alba.

Y en otro de sus versos se lee:

En todas partes mi calcetera

anda que anda con la lliclla del atado,

yendo y viniendo, revolcada en el sol,

enchascada en el remolino.

Sudando el alalaú por las tardes

llegas mascando la distancia.

Así alistada sinverguenza

te apresuras, te aseguras

| con atado de guantes y calceta.

Allá en la estación de ventas,

adivinas esperando que pasará

algún turista de buena compra.

Don Vicente Benavente Calla, nacido en la inmensidad del altiplano y en las pampas juliaqueñas, donde el viento retoza libremente; el poeta y profesor, deja correr sus pensamientos libres como el viento, tejiendo con las palabras, versos y poemas que llegan a lo más hondo del ser de todo aquel que lo escucha o lee sus escritos.

El poema CALCETERA, es netamente romántico, de rima libre, con ritmo armonioso, así mismo usa bellas metáforas como se puede apreciar en los siguientes versos:

Como el hombre de las penas

en el ovillo de tus senos

tórtolas blancas enamoran los huayños.

Y la voz jugosa del charango

empieza a recorrerte la sangre.

La sangre inspirada que es tuya

anuncia la esperanza que es nuestra.

Ha sido para mí de gran satisfacción realizar la apreciación del poema CALCETERA, y que el Grupo Editorial: “HIJOS DE LA LLUVIA, me haya designado para tan difícil y a la vez hermosa tarea; esperando haber cumplido en forma satisfactoria dicho encargo.

Para concluir, auguro muchos triunfos más a don Vicente Benavente Calla, en su labor cultural y poética, así mismo a los “Hijos de la Lluvia” les deseo éxitos en su tarea propuesta.

Tus ojos escondidos

robados quiero tener

junto a las rosas

de mi corazón labriego.


lunes, 21 de enero de 2008

EL CALCETERO

León Isaác Quispe Huaranca


Evidentemente, cuando en las palabras de un hombre descubrimos y desciframos las huellas de la vida, no debemos dudar de que éstas tienen mucho de poesía; por ello siempre pensé que nada cierto y formidable es el testimonio de los auténticos poetas en sus letras como lo es VICENTE BENAVENTE CALLA, amigo de mi Padre, en la persona del señor Lorenzo Quispe Calla, con quien fueron compañeros de aula en el antiquísimo Colegio Franciscano San Román de Juliaca; y me place sobre manera dictar este análisis a un hombre que formó como maestro muchísimas generaciones en estas alturas altipampinas, precisamente en la ciudad de las lluvias y vientos: JULIACA. La palabra y la poesía a pesar de todo, sigue siendo el único territorio libre con el que contamos los humanos, especialmente en el Perú. El destino de nuestras letras al borde del milenio, caminan por buen sendero gracias también a este «MENSAJE CHOLO», mezclado con los «CINCO POEMAS PARA MAÑANA», que en el poema «CALCETERO», desborda Vicente Benavente con una vocación de lucha y vida cuando nos dice:

«Calcetero jornalero:

Cómo no llamarte sembrador.

Cómo no llamarte insurgente.

Si la dimensión de tu pecho

se inflama de horizonte».

Vicente Benavente, es conocido no solamente por su elegancia sino también por su lenguaje admirable en favor de su pueblo y por su poesía; pero quizás evita reunir todos los elementos de la panoplia que acompaña a los vallejianos y poetas de nuestros tiempos, porque se trata de un hijo natural «Calcetero» él, en busca de una figura paterna para su terruño y reclama permanentemente para él con protestas y nostalgia para la eternidad entre su corazón y su mente, un presente; cuando dice:

Si tienes ovillada la fe,

si tienes engrapada la luz,

si tienes el candado del futuro

abre la puerta de la mañana.

Los hechos se contemplan en el espejo del tiempo y a Vicente Benavente le molesta la sed infinita:

Qué importa el abismo del odio,

lo que florece es el sudor,

lo que vibra es que caminas

que vives, ríes y te multiplicas.

Y le molesta que se tenga que mendigar por prevendas y dinero, porque al (juliaqueño), le dice; con bondad y suficiencia:

Calcetero (tú eres)

de banco y gerencia.

¡ Desborda el plato a los pobres!

Vemos pues que Vicente Benavente, escribe y canta a golpe y latido sincronizados, aplasta como un revolucionario y apacigua como buen samaritano, entonces su poema: CALCETERO, nos explota en la cara con sus poemas hechos a imagen y semejanza de esa masa altipampina a la que él llama: Tierra de COGOTUDOS Y PANZACALAS, a mucha honra. En esta ocasión no toma prestado nuestro sagrado RUNASIMI: el Quechua, sin sollozos, sin gemidos sino como una presencia pura y humana no irreverente; digo - está claro - que su poema CALCETERO, tiene una misión: La de proyectar la vida de un pueblo a través de sus vivencias y viscisitudes. Aunque en un determinado momento alza la voz y dice:

Calcetero

de protesta y pelea

¡Sois Soldados de Santa Catalina!

Y no tiene apego al sufrimiento de su pueblo, porque desborda su pulcritud en los valores estoicos y reales pues suele ser muy terrestre en su expresión. Con todo CALCETERO, está escrito, con los aciertos y temores de quien se aventura en el oficio de trabajar con la palabra. En ese sentido Vicente Benavente Calla no solamente nos llena de intrigas sino también de confianza para con su pueblo JULIACA.

Un saludo a Walter Luis Bedregal Paz, quien hace posible la presente entrega que esperamos celebrar próximamente; loas a este intento de recreación poética.


Lago Titicaca, Octubre de 1995.