viernes, 31 de octubre de 2008

LA INVENCIÓN DESATADA

Escribe: Darwin Bedoya


El esteta Jacques Aumont decía, hace poco, que las personas que gozan de una honda sensibilidad, de aquella que va más allá de la simple y normal en los seres humanos, son riesgosas pues pueden perennizar su voz, su palabra a grados realmente indescifrables debido justamente al origen de estas. En este contexto la poesía se torna en una delgada línea de la que pende el verbo y caen lentamente hasta esos espacios blancos desde donde podemos leer la magia de lo que conocemos como poesía. La poética de Walter Zea está propensa a llegar a esos niveles pues escapa de la cotidianeidad del discurso que solemos leer en esta zona del país donde imperan las desmedidas pretensiones poéticas que llegan a desconsiderar a la verdadera poesía.


Tengo la suerte de conocer la obra primigenia de Zea y sin lugar a dudas puedo afirmar que paulatinamente se está despojando de su atipicidad genésica, y es que con este nuevo conjunto de poemas se ubica un poco más al norte de su viaje inicial, es decir, con esta prolijidad parcial se nota que asoma una nueva poética con un lenguaje más transparente y luminoso que nos da indicios de que el poeta parece haber adoptado esta tendencia definitoria en su ejercicio poético.


A diferencia de su poesía iniciática Elucubraciones se circunscribe en un cosmos de plena efervescencia con un derroche de alusiones directas al amor, la muerte, la ausencia, la pasión, y los temas terrígenas, además de los sociales como sujetos poéticos (contraviniendo a Lyotard); evidentemente que esta combinación nos parece discordante a un eje temático principal, sin embargo merecen una atención especial los poemas iniciales, no sólo por ser universales, sino por el abordaje tan llano que realiza el autor, pero especialmente merece una lectura separada las primeras elucubraciones que inician con El Quijote de la armadura mojada, pues es aquí donde se percibe un mayor trabajo por la constante apelación a la metáfora y la aparición de fulgores del ritmo y de imágenes que transparentan más todavía este salir de la literatura para entrar en la poesía. Es el amor presente/ausente el blanco de las alegorías y las melodías que se impregnan en los recuerdos y se allegan en una rotunda ceremonia y nos conduce hacia la tradición de la poesía de ese corte temático. Dentro de estos poemas que no son necesariamente los ejes estructuradores del poemario, está lo que Octavio Paz llamó poética corporal y erótica verbal constituidos por una oposición complementaria, empero, esta vez es un discurso corporal muy delicado que el yo poético (contraviniendo a Jameson) se ha procurado como una voz propia; esta idealización de los sentimientos puros acompañados de esa poesía que en nuestro país fue escrita con contundencia-vehemencia, especialmente en los años 80 por voces femeninas que resultaría ocioso mencionar, pues ellas al margen de ser conocidas, ocupan un lugar espacioso en la literatura peruana, precisamente tienen nexos con la opción que el poeta Zea ha elegido en esta ocasión.


Las nuevas y renovadas perspectivas literarias que hoy se dispersan en el mundo de las letras -el análisis neocolonial, la hermenéutica, la pragmática, la deconstrucción, etc.-suponen una reactualización, un repensar, en este caso de la poesía, y esto nos obliga a tomar en cuenta aspectos relevantes en el trabajo poético actual como las propuestas estéticas, la asunción del discurso, el registro del lenguaje, los mecanismos poéticos de expresión y lo que ahora llamamos recursos expresivos, son apartados intrínsicos a la reestructuración poética, aspectos que la hornada a la que pertenece Jesús Walter ha empezado a tomar en consideración como se puede ver en este caso en Elucubraciones, este punto de partida nos hace inferir que asoma una pronta irrupción de la otra poesía, la inmersa en la vastedad hegemónica de la globalización sin necesidad de pecar con las meras poses o alienaciones, menos en la mal llamada literatura ligth.


Finalmente, los intersticios de lirismo que miden la estilística según Pfeiffer y la coloquialidad que marcó la poética de las últimas décadas en el verso peruano, en Elucubraciones son de una voz un tanto menor, una parte complementaria que el poeta ha querido desarrollar en alguna medida para que nazcan los poemas, pues en la hora de los búhos, cuando nos sorprende con una mano en el hombro aquello que lo griegos llamaron inspiración quid divinum y que hoy se llama invención, y desde lo más profundo nacen las palabras, la poesía, las elucubraciones que en este caso Zea a escrito, tal vez en que incluso la luna estuvo ausente. Esta nueva poesía pincelada con el color resaltante de un erotismo tenue, matizada además con esa raigambre telúrica-social que los poetas del sur peruano nunca han olvidado, quizá porque así demuestran que aman a su tierra en demasía, haciéndolos distintos a los demás. Elucubraciones, a pesar de sus limitaciones, nos hace comprender y creer que la poética puneña de los noventa aún está latente y es justo pensar que Jesús Walter tiene un futuro literario esperando por él a la vuelta de la esquina.



Ciudad de los vientos, 28 de junio de 2005.

jueves, 30 de octubre de 2008

EL POETA Y SU AMADA

Escribe: Hugo Apaza


En la actualidad la vorágine de la globalización deshumanizante, peligrosamente viene proscribiendo al arte y la literatura a un plano de jerarquía social ínfima, obnubilando las conciencias con espejismos de prosperidad material y económica. Sin embargo, en medio de este panorama nebuloso, hay seres superiores que están persuadidos que sin el arte y la literatura no habría humanidad, y que la existencia tiene sentido gracias a estas hermosas creaciones humanas. Hoy no podemos decir que todo hombre es poeta, pues para serlo se debe poseer hálito divino para crear y resistir, son creadores sólo algunos elegidos que se convierten en inagotables manantiales de vida y perseverancia. Así, el poeta es quien da personalidad a los pueblos y perfila sus horizontes de prosperidad. ¿Quién sino el poeta es quien nos hace comprender la belleza del mundo y la integridad del hombre?


La poesía no es mercancía, es sentimiento; y la poesía que canta al terruño del poeta, es una ofrenda noble que engrandece al bardo y su pueblo. En esta línea observamos que la avenida de la lírica sur peruana tiene hermosos y aromáticos jardines. De los pocos cultores del presente, el autor de Elucubraciones es uno de los emergentes a quien admiramos. Allí, en la senda de don Vicente Benavente Calla, aflora el ramillete lozano del poeta Jesús Walter Zea Mamani, quien con brío y verso bruñido nos invita amar a Juliaca.


La poesía ofrecida en este poemario, con un estilo propio, refleja el cariño e ímpetu del vate, y los pergeñados con temática local, se constituye en una sinopsis fecunda de la evolución cultural e institucional de la capital de la provincia de San Román. Resplandeciente, en versos esculpidos con sabiduría y erotismo, se yergue la imagen de la entidad que lo formó profesionalmente, y los perfiles genuinos de su distrito, los mismos que se expresan en los rotulados como “Opúsculo para educación”, “El tránsito qolla que
devino en Machu Aychas y Chiñi Pilkos”, “Embrión del tiempo calcetero”, “Realidad que calcina su historia” y “Retrospección y presencia”. En todos ellos destaca los elementos característicos de Juliaca, pues allí están presentes elementos como: kashwa, Machuaychas, Ch’iñipilcos, toqoro, pampas, viento, lluvia, granizo, tempestad, polleras, calcetero, Wayna Roke, pueblo viejo, laguna temporal, hospitalidad, apus, ruecas, ovillos, tejidos, calceta, helada, eqeqo, chuño, etc. Particularmente el poema “Embrión del tiempo calcetero” se constituye en un himno de amor a su lar querido.


Sin duda alguna, con el esfuerzo de los vates de la presente generación, del que Walter Zea Mamani es uno de sus elocuentes exponentes, podemos concluir que la vigencia de la poesía calcetera está garantizada, pues definitivamente células de beligerancia qolla trajinan por su interminable ser, y nos presenta sus inspiraciones con estentóreos camaretazos y el rítmico suspiro del viento.


La ANEA San Román, saluda y congratula al autor de Elucubraciones a quien le reconocemos el manantial de virtudes que posee, y cuya vocación puesta a prueba enorgullece al espacio literario y cultural de nuestra región.


Juliaca, año nuevo andino del 2005

miércoles, 29 de octubre de 2008

LAS ELUCUBRACIONES DE JESÚS WALTER


Escribe: Walter Paz Quispe Santos

El discurso poético de Jesús Walter Zea Mamani, expresa el primer ciclo creador de buena conciencia crítica cuya interrogación permanente es el destino de una musa bronca, fronteriza que supone un ajuste de cuentas con la experiencia vital, con la noción de “lo vivido” lo transgredido y lo desarraigado de la existencia. Los poemas están construidos sobre dos ejes básicos: la frontera como metáfora de las posibilidades poéticas, y la trasgresión como un modo y resultado del ejercicio mismo de la poesía. La misma se define como el resultado artístico que, desde una actitud iconoclasta, revela un contenido plural que expresa aspectos cotidianos de la vida hasta las “ilimitadas” elucubraciones eróticas con una estructura libre y a través de un lenguaje muy propio.


Es cierto que la actividad poética es uno de los testimonios más profundos, complejos y refinados de la existencia humana. Desde Fedro, o el Banquete de Platón, las alegorías de Leopardo en sus cantos, las cartas y odas de John Keats, la memoria involuntaria de Proust, la sombra de Nietzsche, los requiems, la noche y los alientos de R.M. Rilke, los cuadernos de Paul Valery, la “radiance” del joven Joyce y sin olvidarnos de los apócrifos de Machado, constituyen precedentes inexcusables de la experiencia agradable y atractiva, que es la poesía. Ya lo decía el viejo Aristóteles en su Poética que la mimesis y el placer del ritmo eran las mejores causas de una buena literatura, y mi hermano Jesús Walter cumple con esos designios del fuego creador. Cierto, el reconocer característico de la experiencia poética significa que no se trata de una indagación nueva como en el caso de las ciencias, sino al contrario, se refiere a interrogaciones permanentes sobre lo que los humanos sabemos previamente, consciente o subconscientemente.


Lo propio de la experiencia literaria de la poesía, es por tanto el predominio del factor subjetivo, considerado en un doble aspecto; como objeto íntimo e inmediato de conocimiento de la propia identidad, y como tamiz o mediación cognitiva, emocional en la representación y conocimiento de la realidad en torno, a lo que identificamos lo otro como alteridad. En los poemas de “Elucubraciones” observamos que hay cuestionamientos sobre los propios sentimientos y emociones del autor. Creo firmemente en la ficcionalidad y la metamorfosis o como algunos llaman transfiguración como principios diferenciados en la constitución estética de este texto. La modificación o los cuestionamientos, o mas bien transfiguración y/o metamorfosis de las realidad objetiva en la conciencia íntima de Jesús Walter se sienten como lo otro o lo ajeno a lo que la tradición llama alteridad, a cargo de un filtro subjetivo de visión particular y personal muy consciente de su propia identidad. Y en efecto, esas manifestaciones en el poemario se ponen siempre con sorpresa, vitalidad y novedad a las representaciones habituales y consabidas de lo real. El poeta como sabemos puede aún hacer muchas cosas hermosas: edificar, explicar, tomar conciencia de algunos valores intelectuales racionales y si es con agudeza mejor.


¿Cómo sabremos si estos poemas son un eco inerte o una viva voz, o una palpitación del espíritu como lo dijo Machado? Si pudiéramos transitar por los interiores y subterfugios del torrente de conciencia del autor, o las miradas que posee, tal vez tendríamos evidencias de esa imaginación órfica de las que nos hablaba S.T. Colerige, es decir una repetición en la mente finita de los actos eternos de la creación en el infinito. Uno de los malditos benditos como Valery decía que “el escritor en verso que se forma mediante el ejercicio intelectual con desdén de lo emotivo no es poeta sino literato” Tal vez los que transitamos en el oficio de la poesía somos dialécticos o románticos eternos entre la flor de cada día de Wiliam Wordsworth y la flor brava inaccesible, la mal vista de Novalis o quien sabe, tal vez somos los que mientras escribimos hacemos la conjunción entre la rosa bella y la tradición a lo Holderlin, o solo regamos con agua a la rosa en nuestros versos como la rosa cuidada de Rainer Maria Rilke o cantamos de pronto a ninguna rosa, la rosa de nadie, la no rosa a lo Paúl Celan. Pero lo cierto es que las emociones que sentirá el lector al leer estos poemas, son la verdadera función de la poesía. Tal vez mejor así: que el poema nos diga desde él mismo en qué consiste y sobre qué reposa su particularidad propia a través de sus latidos y sus propias manifestaciones.


Finalmente, el poema es el atributo verbal más sintético de la memoria imaginativa, de las emociones creadoras y en el fondo de todo conocimiento poético de “elucubraciones” existe una intuición de una mirada totalizante que impregna lo que toca, y constituyen con su autor el testimonio de un sentido poético que es la única generatriz determinante del proceso creador. Qué mas mi querido amigo Jesús Walter el poeta es fatalmente sucesivo y su papel es vigilar la creación emotiva, la musa y su soledad.


Barcelona, verano de 2005


martes, 28 de octubre de 2008

30 DE OCTUBRE DE 1885: NACE EZRA POUND

Versión de Javier Calvo


Poeta vanguardista, crítico y traductor estadounidense que ejerció una enorme influencia en el desarrollo de la poesía y la crítica inglesa y estadounidense a comienzos del siglo XX. Pound nació el 30 de octubre de 1885, en Hailey (Idaho), y estudió en las universidades de Pennsylvania, donde hizo amistad con W. C. Williams, y de Hamilton. En 1907 dejó Estados Unidos y de 1908 a 1930 vivió en Londres, donde trabajó como corresponsal para las revistas estadounidenses Poetry y The Little Review. Pound abogó y en algunos casos editó las obras de T. S. Eliot, William Butler Yeats, James Joyce y otros escritores vanguardistas que escribían en Inglaterra. Fue de los primeros en reconocer y estudiar la poesía de Robert Frost y de D. H. Lawrence. También difundió las teorías del movimiento literario que se conocería como imaginismo. La reputación de Pound quedó establecida en Inglaterra nada más publicar el libro de poesía Personae (1909). En 1920, se trasladó a París, donde se convirtió en líder del círculo literario de exiliados estadounidenses, entre los que se encontraban Gertrude Stein y Ernest Hemingway. Además de trabajar para la revista literaria estadounidense The Dial, tradujo literatura del italiano, del chino y del japonés, y escribió varios libros de crítica y poesía, entre ellos Hugh Selwyn Mauberly (1920). En 1924 se estableció en Rapallo (Italia), donde continuó trabajando en 'Los cantos', obra comenzada en 1915. Los primeros fragmentos de la principal obra de Pound, Cantos, se publicaron por primera vez en 1925; la primera edición inglesa completa de todos los fragmentos que se fueron publicando se lanzó en 1970 con el título de Cantos de Ezra Pound. Pound se inspiró en la filosofía de Confucio, la mitología clásica, las teorías económicas y otras fuentes aparentemente dispares, en su esfuerzo por interpretar la historia de la cultura. Sus Cartas y Poemas completos se publicaron ambos en 1950, y sus Ensayos literarios aparecieron en 1954. Nueve años después se publicó Traducciones (1963). Durante la II Guerra Mundial difundió propaganda fascista por la radio desde Roma a los Estados Unidos. Fue arrestado por sus compatriotas en 1945 y declarado psicológicamente incapacitado para asistir a un juicio por traición, siendo confinado en un sanatorio mental en Washington. Liberado en 1958, volvió a Italia, donde murió el 1 de noviembre de 1972 en Venecia.


TRES POEMAS DE EZRA POUND


CANTAR CXX


He intentado escribir el Paraíso.
Que no os mováis.
Dejad hablar al viento
ese es el Paraíso.

Que los dioses olviden
lo que he realizado.
A aquellos a quienes amo,
perdonen
lo que he realizado.


CANTAR XLV

Con usura no tiene el hombre casa de buena piedra
Con bien cortados bloques y dispuestos
de modo que el diseño lo cobije,
con usura no hay paraíso pintado para el hombre en los muros de su iglesia
harpes et lutz (arpas y laúdes)
o lugar donde la virgen reciba el mensaje
y su halo se proyecte por la grieta,
con usura
no se ve el hombre Gonzaga,
ni a su gente ni a sus concubinas
no se pinta un cuadro para que perdure ni para tenerlo en casa
sino para venderlo y pronto
con usura,
pecado contra la naturaleza,
es tu pan para siempre harapiento,
seco como papel, sin trigo de montaña,
sin la fuerte harina.
Con usura se hincha la línea
con usura nada está en su sitio (no hay límites precisos)
y nadie encuentra un lugar para su casa.
El picapedrero es apartado de la piedra
el tejedor es apartado del telar
con usura
no llega lana al mercado
no vale nada la oveja con usura.
Usura es un parásito
mella la aguja en manos de la doncella
y paraliza el talento del que hila. Pietro Lombardo
no
vino por usura
Duccio no vino por usura
ni Pier della Francesca; no por usura Zuan Bellini
ni se pintó “La Calunnia”
No vino por usura Angélico; no vino Ambrogio Praedis,
no hubo iglesia de piedra con la firma: Adamo me fecit.
No por usura St. Trophime
no por usura St. Hilaire.
Usura oxida el cincel
Oxida la obra y al artesano
Corroe el hilo en el telar
Nadie hubiese aprendido a poner oro en su diseño;
Y el azur tiene una llaga con usura;
se queda sin bordar la tela.
No encuentra el
esmeralda un Memling
Usura mata al niño en el útero
No deja que el joven corteje
Ha llevado la sequedad hasta la cama, y yace
entre la joven novia y su marido
Contra naturam
Ellos trajeron putas a Eleusis
Sientan cadáveres a su banquete
por mandato de usura.


ENCARGO

Id, canciones mías, al solitario y al insatisfecho,
id también al desquiciado, al esclavo de las convenciones,
llevadles mi desprecio hacia sus opresores.
Id como una ola gigante de agua fría,
llevad mi desprecio por los opresores.


Hablad contra la opresión inconsciente,
hablad contra la tiranía de los que no tienen imaginación,
hablad contra las ataduras,
id a la burguesa que se está muriendo de tedio,
id a las mujeres de los barrios residenciales,
id a las repugnantemente casadas,
id a aquellas cuyo fracaso está oculto,
id a las emparejadas sin fortuna,
id a la esposa comprada,
id a la mujer comprometida.

Id a los que tienen una lujuria exquisita,
id a aquellos cuyos deseos exquisitos son frustrados,
id como una plaga contra el aburrimiento del mundo;
id con vuestro filo contra esto,
reforzad los sutiles cordones,
traed confianza a las algas y tentáculos del alma.

Id de manera amistosa,
id con palabras sinceras.
Ansiad el hallazgo de males nuevos y de un nuevo bien,
oponeos a todas las formas de opresión.
Id a quienes la mediana edad ha engordado,
a los que han perdido el interés.

Id a los adolescentes a quienes les asfixia la familia…
¡Oh, qué asqueroso resulta
ver tres generaciones reunidas bajo un mismo techo!
Es como un árbol viejo con retoños
y con algunas ramas podridas y cayéndose.

Salid y desafiad la opinión,
id contra este cautiverio vegetal de la sangre.
Id contra todas las clases de manos muertas.



EL DESCUBRIMIENTO DEL MISÓGAMO

Escribe: Walter L. Bedregal Paz


Los sueños que conoce, sin miedos de profundidades que desconoce, se hacen más reales que los deseos, sin contradicciones. El sabe que es vigilado por sus criaturas diabólicamente angelicales. Con su legado de poeta bohemio, ancestral de la impureza, del deseo, del éxtasis, del silencio, nunca sumiso, Jesús Walter Zea, emprende un viaje que lo llevará de seguro a ser el reflejo de su yo interior, libertad buscada que lo abandonará en los últimos trazos de lo escrito (por el hombre a imagen y semejanza de Dios).Mientras como poeta dicta las costumbres para evadir su propia soledad, se protege de los amores prohibidos que en espacios femeninos siempre se reducirán. Su espíritu exaltado por nuevas sensaciones y experiencias, se pliega a la orilla de un lago azul -el de sus elucubraciones-. Que en un estadio de cinco estaciones más allá que nuestro Carlos Oquendo de Amat -cien años después- , que con sus “Cinco metros de poemas”, nos hizo adentrarnos en ese mundo maravilloso, moderno, artístico -por el séptimo arte- con el poemario que tiene una sola hoja plegable y organizada como cinta cinematográfica: Jesús Walter Zea, con esta entrega “ELUCUBRACIONES”, nos quiere decir claramente:


“…la poesía no es vuelo que consumó el ave

Para transgredir leyendas de piedra”.


Por lo cual hace que la naturaleza sea su aliada. Por ello el poeta, bajo ese mismo signo, moderno, artístico ahora -hoy con respirar aires futuristas- nos hace adentrarnos también a un mundo diverso, el suyo, el interno, para darnos a conocer:


“…por los exaltados caminos de mis glándulas

que exacerbaron las semillas de tu memoria

trajino entre tus extremidades descalzas”.


Para recrear con fidelidad las atmósferas de la vida, de su vida, de su mundo, del otro yo de poeta. Como en una ciudad todo está permitido, Zea, necesitó sentir atracción por el abismo que deja la soledad, para convertirla en alegría, en libertad para vivir, donde no hay nadie ni nada que se oponga a los demás, sintiéndose feliz al sucumbir tras sus metáforas, peor aún si no están ellas -sus musas-, porque necesitó disolver su propia individualidad en el ser colectivo, renunciar al papel de testigo y asumir el de cómplice. Desde el boom de la crónica urbana, incluida la poesía, en los años ochenta, muchos poetas han intentado tomarle el pulso a la bohemia de la ciudad, al sexo que se respiraba por sus lugares prohibidos, a desnudar la poesía, volverla más erótica que sensual, pero muy pocos lograron abandonar sus ideas preconcebidas -tal vez por prejuicios o frustraciones-, pero nuestro vate, para alcanzar una simbiosis espiritual con los náufragos de la noche, hace y nos muestra lo contrario; porque no tiene a nadie que le quite el sueño, vive enamorado, está de nuevo libre, libre para soñar, recuperando su tiempo que con alguien malgastó, reconoce que las cosas tuvieron que pasar por alguna razón, y esa razón puede ser su libertad para amar.


A diferencia del misógamo empedernido, como lo detalla él, sus elucubraciones distan de un presente real , nos enfoca, por ejemplo en su primera elucubración: Ego un conjunto de diecisiete poemas, en los cuales como poeta observa la realidad con sentido crítico y mantiene prudente distancia ante lo que poetiza. En cambio en la segunda elucubración Espacio, cuando trata de atrapar algo, de ese espacio, de su terruño, tan volátil como una emoción compartida; siente nostalgia por el pueblo que lo vio nacer, su objetividad puede ser un estorbo; pero cada río, cada piedra o ese sinnúmero de espinas que brotan sobre sus cerros, hacen que el poeta exacerbe la subjetividad de su poesía , para convertirla en su campo de observación, en objeto añorado, es uno de los méritos de Walter Zea. En la tercera elucubración: Efemérides, contiene muchos hallazgos de psicología social, pero más allá del valor sociológico que le daría al texto, es la descripción de una intimidad, es decir, un libro de poesía hecho entre líneas de una soledad, siempre de noche, a veces sin luna llena , sin lluvias, sin vientos, pero tuvo las maneras de engañarla. En la cuarta elucubración: Acrósticos, como Oquendo de Amat, Zea, domina el arte de poblar la soledad que le dejaron y sabe que la noche con sus lugares prohibidos son la mejor escuela para estar solo entre la multitud.


El libro nos muestra dos transformaciones paralelas, la de un ser diurno, profesor de escuela, transformado en una criatura noctámbula, y la de un solitario que se integra paulatinamente a una jauría de hombres que hicieron de su costumbre Ley. (ser amantes de la noche). En la elucubración final, la quinta Eros, se va cargando más de significados, conforme iríamos recordando la lectura que le hicimos en estados diferentes -no interesaría ebrios- hasta quedar claramente definido en “testimonio de perversidad” , el epílogo que revela el motivo de escribir un libro de poemas diferente y la unidad secreta de los cincuenta poemas.Con “Elucubraciones” Walter Zea ha llegado a ensanchar los alcances literarios de la poesía, lo que hasta ahora la poesía puneña contemporánea trata afanosamente de lograr, y al mismo tiempo ha flexibilizado la forma de su poesía. Espero que el libro transite con buena fortuna y que los amantes de la poesía lo disfruten, como yo lo hice, cuando me he adentrado en el mismo corazón del poemario, el cual a su vez nos proporciona un mapa sentimental para no extraviarnos en la noche, y peor solitarios recordar sus caricias entre sábanas de algún templo de amor.


lunes, 27 de octubre de 2008

30 DE OCTUBRE DE 1871: NACE PAUL VALERY


La obra de Valery presenta un conflicto entre la contemplación y la acción que debe resolverse artísticamente para captar el sentido de la vida. Valéry está considerado como uno de los más grandes escritores filosóficos modernos en verso y prosa. Valéry nació en Sète y estudió en la Universidad de Montpellier. En 1892 se trasladó a París y se adhirió al círculo literario del poeta simbolista Stéphane Mallarmé. Los primeros poemas de Valéry, escritos entre 1889 y 1898 y recopilados en Album de versos antiguos (1921), están muy influidos por los simbolistas. Las dos primeras obras en prosa de Valéry se ocupan del dominio de las técnicas intelectuales. En Introducción al método de Leonardo da Vinci (1895), Valéry analiza el método creativo de uno de los grandes genios universales. La obra de ficción El señor Teste (1895), es decir, el 'Señor Cabeza', analiza los procesos introspectivos de su protagonista, un hombre dotado de una mente prodigiosa. Valéry trabajó como funcionario (1897-1900) y también colaboró con una agencia de información (1900-1922). Durante esa época continuó sus estudios de matemáticas. Sumamente perfeccionista, se negó a publicar su poesía hasta 1917, fecha en que apareció el poema alegórico La joven parca. Su obra refleja una visión del mundo entendido como una combinación de las fuerzas de la vida y las esencias absolutas. En obras posteriores, como El cementerio marino (1920) y muchos de los poemas de Cármenes (1923), realiza un extraño análisis de la conciencia que el ser humano tiene de sí mismo en un estilo rigurosamente clásico, combinado con descripciones sensuales y naturales y técnicas musicales. Los últimos escritos en prosa de Valéry son estudios filosóficos y meditaciones. En Eupalinos o el arquitecto (1923), desarrolla una teoría de la arquitectura como la forma artística más afín a la música. En Miradas al mundo actual (1933) Valéry ahonda en las bases ideológicas de la política moderna. En 1925 ingresó en la Academia Francesa y a partir de 1937 dio clases de política en el Colegio de Francia. Otras obras dignas de mención son El alma y la danza (1924), Variedad I-V (1924-1944) y La idea fija (1932). Para Valéry la poesía era la más hermosa de las técnicas creativas. En sus versos articulaba ideas abstractas mediante imágenes simbólicas y ritmos sutiles. Los temas de su obra son a menudo antitéticos, las emociones frente al intelecto, el universo y el hombre, el ser y el no ser, o la naturaleza del genio y el proceso creativo. En sus escritos en prosa analiza el arte, la cultura, la política y las capacidades de la mente humana en un estilo aforístico. La condensación de su pensamiento, unido al denso simbolismo y las abundantes alusiones, hacen que el significado de la obra de Valéry resulte a veces oscuro.


TRES POEMAS DE PAUL VALÉRY (Francia, Sète (1871-1945)



LOS PASOS


Pasos nacidos de un silencio
tenue, sagradamente dados,
hacia el recinto de mis sueños
vienen tranquilos, apagados.

Rumores puros y divinos,
todos los dones que descubro
-¡oh blandos pasos reprimidos!-
llegan desde tus pies desnudos.

Si en el convite de tus labios
recoge para su sosiego
mi pensamiento -huésped ávido-
el vivo manjar de tu beso.

Avanza con dulzura lenta,
con ternura de ritmos vagos:
como ha vivido de tu espera,
mi corazón marcha en tus pasos.


LA DORMEUSE

¿Qué secreto mi amiga quema bajo tu pecho?
¿A través de tu rostro huele el alma de una flor?
¿De qué vano alimento tu cándido calor
hace aquel puro brillo que te alumbra en tu lecho?

Sueños, respiración, abolido despecho...
Más fuerte eres que el llanto sosiego vencedor
cuando en tu pleno sueño redondez y temblor
de ese seno enemigo se alzan en acecho.

Mujer, montón dorado de sombras y de mimos
tu temible reposo tales dones retrata
lánguida cervatilla buscando los racimos.

Que a pesar de tu alma que el infierno encarcela
tu forma el vientre puro con el brazo recata
y mis ojos se abren mientras tu forma vela.


MÉME FEERIE

La lune mince verse une lueur sacrée,
Comme une jupe d'un tissu d'argent léger,
Sur les masses de marbre où marche et croit songer
Quelque vierge de perle une gaze nacrée.

Pour les cygnes soyeux qui frôlent les roseaux
De carènes de plume à demi lumineuse,
Sa main cueille et dispense une rose neigeuse
Dont les pétales font des cercles sur les eaux.

Délicieux désert, solitude pâmée,
Quand le remous de l'eau par la lune lamée
Compte éternellement ses échos de cristal,

Quel coeur pourrait souffir l'inexorable charme
De la nuit éclatante au firmament fatal,
Sans tirer de soi-même un cri pur comme une arme?


Lejos del alcance de los niños




Por: Darwin Bedoya



Forjar una antología puede ser más peligroso que hacer gárgaras con alfileres. Pero, si bien es cierto, las antologías nunca fueron ni serán completas, a pesar del enorme esfuerzo del antólogo, considerando inclusive que, a veces los riesgos son los únicos medios que nos conducen hacia un buen punto de partida o una meta codiciada. Sin duda, esta antología viene a cubrir un hondo vacío–olvido que alguien por ahí debió perpetrar. Parece que ahora ya no hará falta, porque ésta de Walter Bedregal Paz (Tacna, 1969), no sólo llena ese vacío, sino que también lo cubre pulcramente. El antólogo de «Aquí no falta nadie», antología de poesía puneña, Grupo Editorial Hijos de la lluvia & LagOculto editores, 2008, 302 pp., nos muestra una verdadera labor sin referentes en el medio. En este texto obvia la historia de los diversos movimientos y épocas o estilos poéticos (poquísimos realmente en Puno) y, en cambio, asume los postulados de Genette y Deleuze–Guattari, quienes enrumban teorías y estéticas hacia otros horizontes, su visión literaria se pretende distinta, llegando a unos espacios que tienen rasgos o aperturas de conexión, heterogeneidad y principios de multiplicidad, tal como se señala en los núcleos que configuran los capítulos vertebrales de «Rizomas» y «Mil mesetas» de Deleuze–Guattari. Este es un libro al margen de toda adversidad. Lejos de esos terribles ánimos de rasgarse las vestiduras o de dimes y diretes que en los últimos tiempos se a vuelto pan de cada día en las letras puneñas; y peor si de incluidos y excluidos se trata, más vale, en el caso de la presente antología, terminar con lo que dice Bedregal en su, por cierto, espacioso prólogo, «están los que deben estar». En este punto también hay que anotar que cada antólogo, desde el momento en que publica una antología, estará al corriente de justificar a sus seleccionados, sabrá valorar los textos que estructuran su volumen, sólo así será un genuino antólogo. Si estamos convencidos de que no existe arte sin malentendidos, también creemos que una antología poética debe multiplicar ese malentendido. Malentendido o pura semiosis, se puede elegir el término, al fin y al cabo, uno sabrá cómo denominar este espacio. Un lector–artista (y al revés) construirá sus lecturas, sus significados dentro del campo semántico que prefiera porque al final, ésas también serán lecturas en plena ebullición, y como sabemos, mientras más lecturas existan sobre un único texto, mejor.


En una edición muy cuidada y con una presentación que deja mucho lugar para la envidia, esta antología reúne 21 poetas, con una breve bio–bibliografía de cada uno de ellos, más una especie de «poética» y una amplia, muy amplia selección de textos merecidamente seleccionados. El prólogo, curiosamente titulado: «Las puertas se han cerrado» (a pesar de poseer cierta desorganización o, según Bloom, «desajustes» para el trabajo necesario del lector. O tal vez se haya tomado la propuesta de Cioran y sus postulados de caos infinito, antes que orden), ese preludio es una extensa cavilación sobre la poesía y sus vínculos demostrados a través de la intertextualidad–fractalidad, además de una breve combinación de la temporalidad o proceso de la tradición poética puneña, incluida una interpretación de los textos de los seleccionados, obviamente según el autor de la antología, y he aquí que se puede hallar el mérito de Bedregal, el haber ensayado una teoría de la poesía en las voces puneñas que parten desde Alejandro Peralta y Oquendo hasta llegar a Luis Pacho, Rubén Soto, Edwin Ticona, Walter Paz, Filonilo Catalina y otros poetas de los noventa. Haber iniciado un nuevo itinerario para seleccionar textos poéticos y no haber claudicado en el intento como otros, cuenta muchísimo en este volumen de poesía puneña.


La antología de Bedregal, creemos, sitúa en el lugar que les corresponde a las voces de Peralta, Oquendo, Miranda, Aramayo, Zaga, y una larga lista que conformarían los 21 elegidos (al margen de que quien firma estas líneas pudiera haber sido incluido o no por cuestiones de «geografías», según los «eruditos»). Lo que Bedregal hace es alejarse, de esos despieces generacionales consuetudinarios que la crítica literaria o aquella común manera que los estudiosos han convertido en canon para elaborar una selección, él renuncia a ese tan conocido modo: clasificar unos textos, ponerle unas cuantas palabritas como prólogo y listo, ¡antología hecha! Pero no, aunque parezca mentira, y como se puede comprobar, el antólogo de «Aquí no falta nadie» emplea nuevos mecanismos. En este contexto deseamos ocupar nuestro discurso en cuatro aspectos que se desprenden de la antología de Bedregal: uno, el carácter intertextual y/o fractal de los textos de sus seleccionados, dos, la ausencia de voces femeninas, tres, de la poesía misma, especialmente de su actual situación y su proceso evolutivo. Finalmente, es muy necesario hablar de la selección de los poemas incluidos en la antología.


U N O:

En primer lugar hablemos del carácter intertextual y/o fractal de los textos de la antología ANFN. Este es uno de los primeros libros de Bedregal, es decir uno de sus primeros sueños cumplidos. Porque la escritura parte de un sueño, de una aspiración que también tiene que ver con la poesía, no hay poeta que no haya basado su poesía en sus ilusiones, en sus sueños dormidos que un día despiertan en el papel a través de versos. Porque como dice el autor de ANFN: No existe otra forma para hablar de poesía sino aquella única que se llama sueño. Y la literatura, la narrativa o la poesía son solo sueños. En el texto «Habla memoria» el escritor Vladimir Nabokov dice: «he saqueado mis sueños más antiguos en busca de llaves y claves». Nathaniel Hawthorne en «Cuadernos de notas» escribió: «un hombre, en la vigilia, piensa bien de otro y confía en él plenamente, pero lo inquietan sueños en los que ese amigo obra como enemigo mortal. Se revela, al fin, que el carácter soñado era verdadero. La explicación sería la percepción instintiva de la vida», en el libro «Un sueño de Armageddón» del celebrado escritor H.G. Wells podemos leer el siguiente diálogo: «ese libro –repitió él, señalando con un dedo enjuto– trata de sueños […] supongo…– dijo titubeando». El carácter de los sueños según Nabokov y este fragmento sería la búsqueda de destinos y sinos en los mismos sueños. Mientras que para Nathaniel Hawthorne los sueños suponen el presentimiento de lo que va a suceder; en el caso de H.G. Wells, más cercano a nuestra visión, los sueños serían el contenido de los libros, puro sueños alcanzables y palpables como éste de Bedregal. Coincidiendo con los planteamiento de Genette y su intertextualidad de parodia y homenaje, por ejemplo, el viejo Borges parodiaba a Poe. «El Aleph» es una parodia general de la poesía, por eso parodia a Whitman como a Poe, a quienes Borges consideraba como sus referentes más cercanos. ¿Homenaje? Ese es el rasgo intertextual y/o fractal de los textos. Bajo los postulados de Genette o las explicaciones de Deleuze-Guattari, ¿qué pueden significar estos versos de Walter Paz?: «La nostalgia es una abeja que vuela mil novecientos noventa y nueve veces para crear una rosa» frente a los versos de Luis Pacho que dicen: «La lluvia era una gota que giraba mil veces para hacer una fiesta después de los crepúsculos». ¿Son comportamientos aleatorios?, ¿dinamismos de parodia?, ¿plagio, pastiche, homenaje? O simple y llanamente intertextualidad y nexos fractales. ¿Importa quién escribió antes o después? En el muy citado libro titulado «Hipertexto 2.0», George Landow dice: «Foucault, Derrida, Deleuze y Guattari entienden el texto como un universo de letras que coincide, en horizontes y limitaciones, con el hipertexto que ha desarrollado la información virtual». Esta misma idea es revalidada por Carlos Soler en «Teoría literaria virtual: análisis del hipertexto». También Bakhtin, en sus planteamientos sobre la polifonía, analiza aspectos referentes al texto literario, coincidiendo en las ficciones hipertextuales en la que las voces individuales se asemejan a las lexias, sin permitir la existencia de una voz única y tiránica. Landow dice a respecto: «más bien, la voz siempre es la que emana de la experiencia combinada del enfoque del momento, de la lexia que uno está leyendo y de la narrativa–poética en perpetua formación según el propio trayecto de lectura». Esto supone que los textos y las consecuentes lecturas van formando una trama que al final hace una espiral llena de referentes y constantes aleatorias.


La irrupción de la teoría posmoderna, basada esencialmente en la filosofía, de esa que, tácitamente, nos habla Bedregal a través de los referentes de Venturi, Vattimo, Derrida, Lyotard, Jameson, Deleuze, Guattari, Almoror, Ducaren, Foucault, Althusser, Serres, Faye, Châtelet, etc., (incluyendo sus no pocos excesos y arbitrariedades frente a sus proposiciones) nos hace ver el otro lado de la realidad, esa con las fronteras y los territorios que se desplazan. Donde se dan los cambios y los «sucederes» porque, en efecto, llegada la posmodernidad acontece lo que se da en llamar «la muerte del sujeto moderno» para emerger el «sujeto posmoderno». Con ello, caen también las teorías estéticas clásicas. Célebre es aquella frase de Vattimo que dice: «si con todo esto lo que hemos perdido es el principio de realidad, no es a fin de cuentas una gran pérdida». Su correlato en la ciencia se halla en el aparecer de lo que podríamos llamar «ciencia posmoderna», compuesta por diversas ramas como teoría de sistemas complejos, teoría del caos, teoría de las catástrofes, nexos de los fractales, etc., en las cuales el lector acreditado ha asumido que el modelo determinista, la «verdad» exterior al hombre que la ciencia debía encontrar, por utópica, es simplemente falsa: otro «gran relato». Al mencionar esto, hablamos de la necesidad inminente de un cambio un tanto radical, como en su día lo operaron las vanguardias, en el espacio de la creación poética y de donde justamente nacieron Huidobro, Girondo, Borges o Vallejo. Se pretende o plantea la necesidad de que los estudios sobre la poesía o narrativa puneña no sean canonizados. Que quienes pretendan hacer una revisión de la literatura puneña empleen nuevas herramientas de tratamiento del texto, para que de ese modo se pueda proyectar una nueva visión, una auténtica lectura que pueda desvelar la intención del autor. Hablamos, en este caso, de la validez de este ensayo literario hecho por Bedregal, un ensayo con la aplicación de la intertextualidad–fractalidad, pero esta vez en la comarca de la poesía puneña.


D O S:

En segundo término está el caso del acierto con la no inclusión de voces femeninas (lejos de una acusación de machismo, como se podría verse a simple vista, si nos salimos del texto). Sucede que el acto literario, no es sólo producción, sino también recepción, por lo que se puede afirmar que uno de los aspectos atinadamente logrados y que llama la atención positivamente en la antología de Bedregal es el silencio poético de las mujeres, lo cual, sin duda, no se debe a que ellas no hablen, sino que a veces no se las escucha o simplemente a que, en Puno, carecen del rigor necesario en la construcción poética. Porque otras antologías hechas en Puno han considerado no solamente a Gloria Mendoza, sino también a otros nombres femeninos, casi por compromiso o amistad. La recepción de la poesía puneña femenina se ha caracterizado por su insuficiencia de trabajo con la palabra y por una desmesurada dispersión, incluyendo esa especie de anonimato del que parecieran gustar las poetas de Puno. Entonces, esto supone que, a diferencia de otras antologías, la de Bedregal rompe esa especie de consenso de incluir a todas las voces de este grupo, sin mayores exigencias y pretensiones. Hablamos por ejemplo de la necesaria ausencia de Mercedes Bueno y Mílida Castillo, además de otros nombres de la actualidad. Más allá de lo que pudiera parecer un discurso patriarcal, y que las poetas de estas generaciones podrían ser llamadas «escritoras» y, en cambio, su arte poético no pueda decir lo mismo, esto no es más que un postulado valedero cuando de antologías serias se trata. Creemos que a ellas, las poetas, les faltó concluir su obra, dejaron su labor sin cubrir ciertos resquicios que permitan reconocer el poder de la palabra y les pueda dar creaciones nuevas y rotundas, tal vez un poco más lejos de aquel discurso de las poetas del 70 (María Emilia Cornejo, Carmén Ollé), plagada de posiciones de sujeto, temas del cuerpo como objeto de placer y de deseo, fórmulas trilladas del amor sin trabas, etc, etc. Sino, que debió darse la creación de un espacio discursivo propio, poblado de autenticidad y propuesta.


La revisión de Bedregal se convierte así en reconocimiento de invenciones culturales con nombre propio, esta revisión es el rescate –sobre todo el redescubrimiento de voces olvidadas y, también, de textos no considerados propios de la poesía peruana–, la formulación de un tiempo no lineal con la aparición de un eterno presente, la permeabilidad del ser y la reciprocidad desjerarquizada en la relación con el otro son algunas de las claves que se desprenden de este volumen con las voces de 21 poetas. Sin duda, una antología como ésta, permitirá que los estudiosos del futuro dispongan de un material muy valioso para sus investigaciones. Eso nadie lo puede negar, por muy ciego que sea.


T R E S:

El aspecto más importante es la visión que uno puede tener de la poesía puneña después de leer ANFN. Esa poesía fraguada desde antes de la vanguardia hasta nuestros días. Desde esa antesala se puede alcanzar una visión muy importante, justamente debido a este aporte antológico. Voces como las de Alejandro Peralta y Oquendo son sin duda los nexos con la anterior y reciente poesía puneña, la cual nos permitirá discernir el proceso que ha tenido en todos estos años, casi un siglo, la existencia de una tradición literaria en Puno. Nos aventuramos a decir, por ejemplo, que no ha habido cambios sustanciales desde Peralta y Oquendo, considerando el tiempo transcurrido, la poesía puneña se ha mantenido dentro de un «continuum», a pesar de los mínimos altibajos con dos o tres nombres. No hemos sido testigos de nuevas propuestas, de nuevos paradigmas o de voces descollantes. Todo parece haber acabado en las vanguardias, inclusive este síntoma puede alcanzar a la poesía de todo el Perú. No hay, volvemos a insistir, la presencia de un nuevo impulso, de experimentalidad o propuesta. Por el contrario, hay cierto conservadurismo. Nos hace falta, después de Oquendo, un Martín Adán o un Eielson puneño, por ejemplo. Con leves oscilaciones: Filonilo Catalina es a la poesía de los 70, con una añadidura de cierto lirismo, sólo eso; mientras que los demás, casi todos, transitan por una poesía neovanguardista con matices extremados del aire intimista que por momentos alcanza una concreción híbrida, debido a sus rasgos retóricos, oníricos y hasta tradicionalistas. Todos parecen girar perpetuamente alrededor de un sol que podría ser Oquendo. Soto estaría un tanto alejado de lo consuetudinario con su minimalismo poético y su tratamiento rotundo del lenguaje como lingüista que es, nada más. Los otros (incluido el autor de estas líneas que, por cierto, sigue blasfemando de su inclusión en esta antología), mantienen un estatus metafórico insistente y, a veces, reiterativo. Tal vez, en Puno, no tengamos más de cinco o seis poetas para una antología genuina. Para que nadie diga nada en el mundo entero.


C U A T R O:

La selección de textos para esta antología, en pocas palabras, es simple y llanamente la mejor, se ha considerado los poemas que verdaderamente han exigido un arduo trabajo a sus autores. Cualquier lector que se precie de haber leído buena parte de la producción poética puneña, indudablemente que nunca podrá decir, en su sano juicio, que Bedregal no ha seleccionado textos que merezcan estar, perpetuamente, en una antología. Serán los propios lectores quienes puedan dar su juicio al concluir con la lectura de esta selección.


En resumen, hay que reconocer el ensayo intertextual–fractal de Bedregal (inclusive habría que hablar que en esta antología, efectivamente: no falta nadie, porque, como se podrá leer, desde el prólogo hasta los apuntes bibliográficos, están, aunque mencionados, todos los poetas del mundo, incluido el patriarca Homero y los alemanes, y los ingleses, y los italianos, y los argentinos, y los suizos, etc. En otras palabras, todos los poetas de antología), este es un nuevo estudio de la poesía y la propuesta del debate serio. Resulta atinado el detenimiento en la no inclusión de voces femeninas. Acertado y conveniente para el corpus. Hay sapiencia y gusto estético en la selección, igual que interés por mostrar la calidad y la realidad de la poesía puneña. El sueño o, el libro de Bedregal, deriva de lo que Borges, en su Arte poética decía: «Sentir que la vigilia es otro sueño / que sueña no soñar y que la muerte / que teme nuestra carne es esa muerte / de cada noche, que se llama sueño. »


Para concluir estas líneas, el título de este comentario obedece simplemente a lo que alude Bedregal en su prólogo, cuando dice: «los poetas del dos mil en adelante todavía no han hallado su sueño». Sin embargo, parecen estar muriéndose, insisten en golpear las puertas del cielo, desde las cantinas, o desde las cabinas de Internet, al saber que su nombre no está en las páginas de ANFN. Al concluir la lectura de estas líneas, ojalá no se sepa de un próximo velorio. Por eso hay que poner esta antología lejos del alcance de los niños. Muy lejos o en una parte alta. No vaya a ser que les suceda algo malo de tanto estar al corriente de que no existen en este mapa, ni en los seleccionados, ni en la bibliografía, ni en ningún lugar. Como les ocurrió a ciertos escritores ya reconocidos... Ojalá entiendan, algún día, que estar o no estar en una antología importa un carajo. A pesar de la antología. A pesar de la poesía.

¿Qué pasó el día que publiqué mi primer libro? “Tuvo para mí mucho parecido con el primer día que hice el amor”

Por: Óscar Collazos


Publiqué El verano también moja las espaldas, mi primer libro de cuentos, en 1966. Tenía 23 años. La edición se hizo en una pequeña editorial de amigos, Papel Sobrante, creada en Medellín por Manuel Mejía Vallejo (Premio Nadal 1964 por El día señalado). Exceptuando Tercer Mundo, la editorial creada por Belisario Betancur–el futuro presidente de la República –, las dos casas editoriales que existían sobrevivían gracias al mercado cautivo de los textos escolares. La amenaza para un escritor de entonces no era “escribir para el olvido”, que diría Borges, sino guardar lo escrito para ser recordado como joven escritor inédito.

Todas las reseñas de libros de ese año hablaron de mis relatos. Saqué pecho, claro está. La editorial recompensó ese privilegio premiándome con una máquina de escribir portátil, Lettera 22. La conservé con algunas de sus letras torcidas hasta 1968. Fue en muchos años el más jugoso derecho de autor recibido. Conservo una copia de esa edición casi artesanal, pero conservo en mejor estado la emoción de haber recibido una caja con 50 ejemplares de autor. ¿Qué hacer con ellos? Regalarlos a los amigos, me dije. ¿Enviar uno a mi padre, para que me perdonara no haber hecho una carrera universitaria? Ese mismo día, ebrio de felicidad y bloqueado por el temor de no saber qué hacer en mi futuro de escritor, le hice un homenaje al mundo prostibulario recreado en algunos de esos cuentos, ambientados en Buenaventura, principal puerto del Pacífico colombiano.

Acompañado por Ricardo Cano Gaviria y otro amigo-–con los años, Cano Gaviría sería el más flaubertiano, extraterritorial y espléndidamente excéntrico de los narradores colombianos–, me dirigí a Lovaina, el barrio de putas de Medellín, y dejé un ejemplar de cortesía en algunas de las casas de mayor prestigio, frecuentadas por malevos que parecían argentinos de La Boca y Caminito. No cabía en mi ebriedad. Las costuras de mi ego se rompieron durante toda aquella noche. Años después, me dijeron, algunos clientes de esos burdeles se sorprendieron al encontrar ejemplares dedicados e intactos de ese libro en las mesitas de noche de algunas putas.

Cuarenta y dos años después, todavía quedan en librerías de viejo algunas copias de la edición de mil ejemplares y en mis archivos de prensa los comentarios elogiosos de escritores mayores que yo admiraba: García Márquez, Jorge Zalamea, Ángel Rama, Marta Traba, Álvaro Cepeda Samudio. Esos cuentos, leídos en la edición cubana por entrañables amigos españoles: los pintores Antonio Saura, José Hernández y Bonifacio, el cineasta Emilio Sáenz de Soto y el poeta José Agustín Goytisolo, entre otros, me afirmaron en la certidumbre de que ese remoto puerto del Pacífico podía ser material de la literatura que escribiera en adelante.

No puedo decir qué había de singular en aquel pequeño volumen de cuentos, escritos a golpes de intuición entre los 20 y los 23 años. Las rupturas que interpuso a la prosa tradicional de la literatura colombiana, señalada por algunos críticos, no fueron nunca conscientes. Prefiero pensar que obedecían al caos de mis lecturas y a la vertiginosa manera de concebir la escritura de relatos autobiográficos como si se tratara de escribir en estado de agonía. En esos años devoraba las novelas de Faulkner, los relatos de Hemingway, Saroyan, Chéjov, Horacio Quiroga, Cortázar, Salinger, Maupassant y O’Hara. Me aburría con los textos del nouveau roman, y veía nacer el boom de la novela latinoamericana. Me sorprendió que en los tres años siguientes se hicieran, con cuentos de mi segundo libro, ediciones en La Habana y Montevideo y que algunos de esos relatos empezaran a figurar en antologías del cuento latinoamericano y fueran traducidos al alemán, italiano y noruego.

La felicidad y el miedo que experimenté el día que tuve en las manos el primer ejemplar publicado de mi primer libro, tuvo para mí mucho parecido con el primer día que hice el amor: estaba feliz por haberlo hecho pero no sabía si había hecho también feliz a mi pareja. En esta analogía encontré una explicación al misterio que relaciona a un escritor con sus lectores.


DESDE ENTONCES
Óscar Collazos (Bahía Solano, Colombia, 1942) ha publicado libros de relatos como El verano también moja las espaldas (1966), Esta mañana del mundo (1969), A golpes (1974), o Adiós Europa, adiós (1990). Es autor además de las novelas Jóvenes, pobres, amantes (1983), Las trampas del exilio (1992), La ballena varada (1997), El exilio y la culpa (2002) y Batallas en el monte de Venus (2004).