martes, 25 de octubre de 2011

JAVIER NUÑEZ OBTIENE PREMIO NACIONAL DE NOVELA “CIUDAD INCONTRASTABLE-2011”

Javier Núñez

El escritor puñeno, Javier Núñez, autor de Espejos de bronce (2005), Salomé y otros cuentos (Grupo Editorial "Hijos de la lluvia", 2009) y Asesinas (Grupo Editorial "Hijos de la lluvia",2010),ha sido galardonado con el Premio Nacional de NovelaCiudad Incontrastable-2011” por su novela Vírgenes y herejes.

Este premio, organizado por Bisagra Editores y el Instituto de la Juventud y Cultura de la Ciudad de Huancayo,esta dotado con S/.6.000 (seis mil nuevos soles).

Vírgenes y herejes
fue presentada bajo el seudónimo de Dorian II. El jurado, presidido por el escritor Carlos Calderón Fajardo y compuesto por los narradores Julián Pérez y José de Piérola, han declarado la novela ganadora por mayoría.

El jurado consideró premiar esta novela por “su originalidad en el tratamiento de un tema nacional con recursos técnicos novedosos que lo acercan a las preocupaciones contemporáneas de la novela latinoamericana”.

Además el jurado calificador acordó reconocer como menciones honrosas, por su calidad literaria, las siguientes novelas:

-Me friegan los cóndores, presentada bajo el seudónimo El caminante, cuyo autor es el escritor Sócrates Zuzunaga.

-El amanecer de los amaneceres, presentada bajo el seudónimo de Vox pópuli, cuyo autor es el escritor Pedro Novoa Castillo.

-Mi tío, el cura. presentada bajo el seudónimo de El Conde de Ñaupallacta, cuyo autor es el escritor José Oregón Morales.





ASESINAS, de Javier Núñez

Asesinas
Javier Núñez
Narrativa Breve "Presagio" Nº 06
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
64 pp. Diciembre 2010
Lima, Perú


¿Qué fuerzas demoníacas mueven los crímenes pasionales? ¿Qué fantasmas pueblan la mente de los suicidas? ¿Cuál es el sentido del amor y el sexo en tiempos actuales?

En este libro se exploran las partes más oscuras del ser humano. El amor, los celos, el crimen y el sexo son los tópicos más recurrentes, que son asumidos por personajes con tendencias a cometer asesinatos, con problemas psicóticos, enamorados obsesivamente, “liberales” sin límites…



«En este libro, Asesinas, Javier Núñez se muestra como un escritor que domina la estructura del cuento y los diversos recursos modernos de la narrativa. Lo acosan, de modo obsesivo, temas de encuentros y frustraciones sexuales y asesinatos, en cuya atmósfera saturada “en grado extremo”, desfilan personajes enajenados, lujuriosos y desquiciados. El humor y el erotismo son las notas más saltantes que caracterizan la prosa de este joven escritor que, con trabajo y estudio permanente, viene ganando espacio en la narrativa regional.»

Feliciano Padilla



«El sexo es la llave perfecta para perderse en el laberinto de la vida. Esto se produce porque el mundo que nos presenta el escritor se caracteriza por su caos, cinismo y desintegración que afianza la incredulidad de los personajes y pérdida del sentido de la vida. En este mundo, la experiencia carnal constituye una tabla de salvación para seguir buscando el horizonte de la vida.»

Bladimiro Centeno



SOBRE EL AUTOR:

Javier Núñez
En el 2004 publicó sus primeros cuentos y dirigió el boletín literario Letrajoven, junto a Franklin Ramos y Alexander Ligue. En el 2005, al alimón con Franklin Ramos, publicó Espejos de bronce. Entre 2006 y 2007 codirigió el boletín de literatura Gatos y garabatos, junto a Edyson A. Quispe. En el 2008, con el cuento Clara Luz, fue finalista en el V Premio Regional de Cultura, auspiciado por I.N.C. de Cusco. En el 2009 publicó Salomé y otros cuentos. Con el cuento El profesor Arias, fue Segunda Mención Honrosa en el Premio Nacional “Víctor Humareda Gallegos, 2009”. En el 2011 publicará Herejes asesinos (novela). Sus cuentos pueden leerse en importantes antologías y estudios literarios preparados por José Luis Velásquez, Percy Zaga y Walter Bedregal.

Cuenta con estudios de maestría en Lingüística Aplicada (UNSA-Arequipa), y cursa estudios en Ciencias Contables (UNA-Puno). Sus líneas de investigación son: Análisis del Discurso, Pragmática y Teoría literaria.

domingo, 16 de octubre de 2011

No digas que no sé atrapar el viento de Gloria Mendoza Borda

Domingo, 2 de octube de 2011 LA PATRIA, Cultura/La Paz Bolivia

Alguna vez se dijo que la poesía, como vocación profundamente humana, es una posibilidad de autodefinirse frente a la realidad existencial y frente al misterio absoluto.

Gloria Mendoza Borda, poeta peruana, ha elegido la poesía para dar testimonio de su comunicación consigo misma y con el mundo. La lectura de su poemario titulado No digas que no sé atrapar el viento nos permite pulsar sus íntimas palpitaciones espirituales como interpretar el paisaje de su visión cósmica que está arraigada en creencias y raíces firmes que describen su identidad adherida a la cultura andina ancestral, la que le transmite infinitud, trascendencia y vuelo más allá de lo tangible.

El poeta, el artista vive sustancialmente comprometido con su historia íntima, personal, la que le da fisonomía a su mundo subjetivo. De la misma manera no le son ajenos los hechos y acontecimientos políticos, económicos y sociales de la historia colectiva que vive, que vivió o le fue revelada. Es su sensibilidad, su observación detallada quien rescata hechos y circunstancias que quedan fijados cono experiencia psicológica en la memoria que posteriormente, por motivaciones especiales, serán explicitados en una forma de expresión literaria. Para Heidegger el lenguaje es la morada del ser. Cierto, sí. Definitivamente somos palabra y en ella constante pregunta. En No digas que no sé atrapar el viento está la palabra y el cuestionamiento de Gloria Mendoza Borda.

El poemario estructuralmente está dividido en dos partes: DEJA QUE EL VIENTO CANTE Parcela 1 que comprende 10 poemas y Parcela 2 que tiene 5 poemas. Con el derecho que le asiste al lector de tener su propia visión sobre la lectura que hace, a continuación compartiremos algunas percepciones sobre el poemario. Es evidente la consustanciación de hombre-tierra y naturaleza en una armonía telúrica de flora y fauna. Árboles, bosques, yerbas, animales, aves que pueblan la querencia y arraigan al espíritu y a la mente, cuando:

Las venas están hinchadas en las ramas de discretos árboles/Allí permanecen estampados nuestros nombres para siempre/En una vorágine de temor/Y no quieren voltear la cara en desgracias desgranadas/Ay, mi ave límpida no podías irte de mis bosques/Que tus yerbas están enraizadas/En esta naturaleza de nostalgia eterna/Un colibrí silba… ya tarde para cualquier retorno. Desolación de embudo (1)

El colibrí, ave mítica, mensajera de los dioses, vaticina el exilio, el alejamiento, sin embargo aún en el dolor y la certeza será siempre un anhelo, una búsqueda, una esperanza el volver al camino y desandarlo. Si hay algo que justifique y signifique la vida del hombre, aquel algo de lo que no se puede privar a la vida, aunque para conseguirlo nos descarnemos de tal forma y manera hasta quedarnos sangrantes, es el ideal, la esperanza final, una primera creencia, una originaria convicción que en definitiva es fuente y fundamento. En Gloria Mendoza ese algo esencial es esa naturaleza de nostalgia eterna que será su luz e inspiración. La realidad está en los tiempos armónicos de la existencia, ayer, hoy y mañana, el arte es mutación encarnada en ellos, así lo siente la voz poética, cuando en el poema Peregrinación (4) dice:

Alguien gime en mi memoria expectantes inclemencias de otros tiempos/Llamándome con nombres que no eran míos……./No pude entrar en esa morada porque no era mía/Ahora el mantel blanco está tendido y vacío.

Mutación es la vida. La poesía pregunta y responde por ella. Hay aquí una confrontación entre la realidad pasada y la inmediata en una significación de espacio y tiempo que parece ser el móvil, la espina dolorosa, pero anhelada y perseguida en la poética de Gloria Mendoza.

En los recuerdos protegidos y guardados por la memoria se encuentra el sentido recóndito de la realidad pasada, sueños, desencuentros, amores y desamores que habitan en las muchas singularidades con que se manifiesta nuestra cotidianidad y que las parimos con gemidos de dolor o alegría ante el asombro o extrañeza de nosotros mismos al desconocernos o reconocernos en ese alumbramiento:

¿Quién soy yo?/ Capitán en los mares de olas alocadas soy yo la misma estrella fugaz/De agua capitana de otras naves en lagos lejanos/…………Me preludio flor silvestre crecida entre piedras a la orilla del río peregrino./ Siempre estuve esperando el momento culminante del canto de espuma/Del redescubrimiento de nuestros astros preferido / cuidaré tu recuerdo como quien cuida el centro del universo con energía y sabiduría de piedra eterna. Redescubrimiento (7)

Los versos iluminan un mundo, una vida con sus contrastes existenciales que se traducen en realidades y esperanzas: lacras que expulsar, esencias que reintegrar, instancias que rehacer. Oigamos en Visión de cirios (9):

Mis oráculos se arrastran por campiñas sin ovejas/Ni árboles ni gladiolos ni gallos ni silbido de aire ni gritos en la montaña/Pretendo romper el silencio del silencio en una visión de cirios/En la ciudad que nos alberga siendo huéspedes desconectados/Que acompañan el comienzo desmedido de la alondra que nos reina.

La autora ubica al lector en el espacio y las circunstancias significativas que transfieren al presente las emociones del pasado de un mundo y su mundanidad o sea cosas, experiencias pasadas, recuerdos, esperanzas, personajes que describen la visión de la vida interior y la expresión de ideas. Aquí es puntual la evocación del tiempo de la infancia, de la inocencia. El recuerdo que entre sempiternas historias/ ...descubre el paso de la abuela Gumercinda, de la cual no se olvida del afán de hacerle muñecas de trapo sembrando de auroras su infancia (Gumercinda Briones Romero)……. O lo que leemos en en este pétreo ocultamiento/ sin nombres/ sin ceremonia/ con la cara lavada por la inocencia/ buscas el corazón del alba/ das vida a este escritorio ruiseñor, cumpliéndose lo que dijo alguien: que vivir es ver volver. Sin embargo de la división del poemario en partes, los poemas que lo componen forman una unidad de estilo que armoniza con la palabra, la imagen, en suma con el lenguaje poético que interpreta y transmite un mundo subjetivo personal que fluctúa entre la certeza del desarraigo del yo íntimo con el tú o el otro en estados de plenitud, de conciencia de pertenencia al mundo cercano y al espacio grande de país. De ahí que desde un yo poético cada verso apunta a un tú imperativo de múltiples cuestionamientos. Por muy libre que sea un verso hay siempre un ritmo. El verso libre se acomoda a una cadencia del acento personal del poeta que arropa las ideas en música persuasiva, así discurre el canto en este poemario. Afirmamos que la energía poética de Gloria Mendoza nace del universo y está ligada a él en una relación directa entre los seres y las cosas. Poesía testimonial desde la experiencia personal, desde el dolor y la duda, desde la derrota y la esperanza. Solo partiendo de lo mismo se puede alcanzar la otra edad y estamos seguros que ahí, esta poeta peruana, sí sabrá atrapar el viento. Rosario Quiroga de Urquieta. Escritora cochabambina. Universidad Complutense de Madrid.

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El texto fue presentado en el I FESTIVAL DE LA PALABRA realizado entre el 3 y 5 de mayo, donde participaron escritores de Perú, Chile, Colombia, Uruguay y Bolivia .



Entrevista al poeta Efraín Miranda Luján



“YO ESCRIBO POR UNA COSA INTERNA QUE LLEVO DENTRO DE MÍ, SÓLO POR EL DESEO DE ESCRIBIR”

Lic. Marcos M. Vilca Jiménez / Doc. ISPA

Luego de una prolífica labor poética, educativa y cultural en muchos años, por motivos de salud, Efraín Miranda Luján, se encuentra en reposo en su casa de Yanahuara. Los estragos de la edad lo mantienen casi recluido en su humilde hogar, la soledad y el olvido rondan en este intelectual y poeta que ha sido fiel a sus convicciones, su andar cansino y pausado, su mirada profunda y reflexiva y su voz esforzada que trata de rememorar algunos hechos nos acerca al hombre que ha sabido vivir al lado de su mejor compañera: la poesía.

La siguiente entrevista se realizó en su hogar, donde en su soledad, según nos cuenta, sufrió “un ataque cerebral” y “no fue al corazón pues no dolía, sino más bien la cabeza, me daba mareos, me caí junto con el televisor que se rompió, tuve que atenderme solo...” en su desesperación recordó que hace muchos años una señora preocupada por la soledad en que vivía le recomendó si alguna vez le dolía la cabeza se comiera ajo; aquel nefasto día del 2006 buscó con desesperación los ajos que siempre guardaba en su pequeña cocina, eran las 3:00 de mañana aproximadamente, al encontrarlos comió ayudándose con un poco de agua aunque le sabía amargo y le quemaba, esto lo sumió a un profundo sueño hasta las 10:00 de mañana en que se levantó, sin embargo, no movía bien el lado izquierdo de su cuerpo, nuevamente comió más ajos y quedó dormido hasta las 19:00 horas. Al día siguiente recién pudo ir al hospital. De este suceso le quedan secuelas insalvables que esperamos se recupere.

INICIOS LITERARIOS

La vida el poeta se relaciona con el lago Titicaca, el Collao, Efraín nació en Puno en 1925 y vivió en una pequeña provincia aimara donde realizó sus primeros estudios, se conoce su estancia de Azángaro, posteriormente en Arequipa continuando sus estudios en el C.N. Independencia Americana donde se alentaba a la lectura y discernimiento allí, como él mismo manifiesta “leíamos lecturas de muchos autores franceses, norteamericanos, además de los textos que venían de Lima, los dominicales de los periódicos donde había mucha poesía”.

Cuando llegó a Lima, le recomendaron que le diese sus poemas a Sebastián Salazar Bondy quien impresionado por la calidad de sus textos lo animó a publicarlos, él mismo hizo referencias de sus textos en grupos culturales y artículos. En 1954 publica “Muerte Cercana”. Aunque Efraín viajó por cuestiones laborales y radicar en Lima, su situación fue sumamente difícil; esos dos años que pasó allí sin conseguir trabajo lo obligaron a dejar la capital. Tras esta amarga experiencia él ha manifestado “Lima me pareció hosca, oscura, sus habitantes algo invencibles, enorme como un muro... y se me vino la idea de volver”

En 1955, nuevamente está en Arequipa, junto a su hermano trabajaron en una mina de la cual retorna sin pena ni gloria; tras el terremoto de 1960 lo único que le complace es su poesía y su madre quien lo apoyó en los más difíciles momentos.

EFRAÍN, MAESTRO

En 1960 recibe la invitación de Juan Frisancho Quiroga para una plaza de profesor en Mañazo, Puno en la Escuela Fiscal Nº 899 de reemplazo, al finalizar el año devuelve la plaza, la poesía sigue siendo su feliz descanso. Posteriormente le proponen un nombramiento interino en la comunidad de Jacha-Huinchoca y acepta. Allí permanecerá en la Escuela Fiscal Nº 893, donde no sólo será maestro sino también un comunero más, aprenderá sus costumbres, su nuevo libro nos acercará a la cultura y vida de esta comunidad. En esta comunidad él no sólo educa sino que será educado por los niños, niñas y pobladores de la comunidad aymara, su lengua, magia cosmovisión andina que trasuntará en su discurso poético.

Tal como lo manifiesta Gonzalo Espino Relucé “han transcurrido más de 30 años y ahora regresa (Efraín) a Arequipa, donde vive entre el olvido y la memoria de quienes siguen su trayectoria o de quienes lo guardan como una suerte de sumo sacerdote de la poesía al que no hay que dejar que lleguen los otros”. Ha publicado “Muerte Cercana” (1954), “Choza” (1978), “Vida” (1980), “Padre Sol” (1998), además “Indios dios runa: antología del profeta del fuego” (2008) selección de Gonzalo Espino Reluce.

En el 2008 se le hizo un reconocimiento a nivel nacional tras un evento realizado simultáneamente en Puno, Arequipa y Lima en las diversas universidades de cada departamento.

LABOR LITERARIA

Maestro Efraín ¿Cómo inició su labor literaria?

Fue el deseo de escribir, escribía cualquier cosa, un día me vino el deseo de escribir, aunque no tenía tinta ni papel sentía este deseo. Estando en 5º de secundaria nuestro profesor de Literatura nos dejaba escribir textos con términos que él nos dejaba, luego nos revisaba. Al culminar la clase me dijo que lo visite y me dio su dirección, él vivía en IV Centenario, fui y mostró su apoyo a los trabajos literarios que hacía. Yo estudié en el Colegio “San Francisco de Asís” e “Independencia Americana”

Las lecturas literarias estuvieron contigo

Sí, mi madre nos hacía leer los novelistas franceses, recuerdo a “Los 3 mosqueteros”, “El jorobado de Notre Dame”, yo escuchaba la lectura de mi hermano mayor y sentía que los personajes de las novelas los estaba viendo, estaban presentes, se me hizo un mundo.

Cómo fueron sus influencias literarias

En 5º año estudiábamos la literatura española, fundamentalmente a los románticos con ellos desarrollé mucho la imaginación, había muy pocos autores peruanos en los libros. Por otro lado, empecé a visitar una biblioteca que había cerca del colegio, un grupo de amigos pasamos por allí pero ellos no querían entrar, me hice un horario de lectura y conocí a autores que, después de mi desmayo del 2006, no puedo recordar.

¿Formo parte de un grupo literario?

Primero, del grupo “Abemur” donde conocía a Oswaldo Reynoso cuya amistad se acentuó más, algunas veces iba a su casa o él venía, luego me invitaron a “Avanzada Sur” donde conocí a los hermanos Bacacorzo.

Qué satisfacción le ha traído la poesía

No produce satisfacción, yo escribo por una cosa interna que llevo dentro de mí, sólo por el deseo de escribir, no espero un triunfo, aunque me hubiese gustado un mejor salario, una mejor vida, comprarme cosas...

¿Hoy sigue escribiendo y leyendo poesía?

Sí, sigo haciéndolo, sólo poesía, me gusta mucho Walt Whitman, León Felipe a quien conocí personalmente en Arequipa cuando la Universidad lo trajo. Me impresionó mucho, es de una personalidad diferente a la nuestra de amplia cultura era muy erudito

Ud. tuvo una vida muy inquieta

Entre 1940 hasta 1957 estuve en Arequipa, entre el ’57 y ’58 trabajé en una mina, “La Rinconada” donde el contexto sigue siendo el mismo pobreza y miseria. Estuve el Lima, Puno, sus provincias, finalmente en Arequipa.

¿Conoció a Alberto Hidalgo?

Mi hermano mayor vivía en casa de una de las hermanas de Hidalgo, allí lo conocí aunque no hablábamos de literatura, mas bien tuve la ocasión de entregarle uno de mis libros una vez que llegó de Argentina, aproximadamente eran los años 1954-55.

¿Qué es la literatura para Ud.?

Mi punto de vista es desde la perspectiva de una persona que tiene un talento X y dárselo a otro para que lo lea. Algo que hace alguien que tiene una capacidad y lleva algunas páginas a otro para que las lea.

LOS LIBROS DE EFRAÍN

¿Sus experiencias personales están plasmadas en sus libros?

Estos libros tienen mucho de mi vida como profesor donde estuve trabajando durante 27 años, he conocido al campesino, lo he visto y tenía interés por sentir como ellos sienten y manifestar lo que ellos no pueden hacerlo en castellano.

Son curiosos los títulos de los poemas en “Choza”

Allí estoy yo, es mi experiencia como profesor, las letras de mi nombre y apellidos están en cada título y todo el abecedario.

Sus otros libros tienen este estilo

En mi libro “Vida”, en los títulos de cada poema se encuentra escondido una frase en quechua y que está relacionado con los poemas: “Sonkoy ukupi kahuarisiayki, uyarisiayki, hapisjiayki, parlamusiayki kactin mana kactin ñokaji nacuanmancho”

¿Ud se encuentra en la poesía pura o social del momento?

Me encaminé en la poesía social, un pensamiento formado por en la vida y sociedad indígena donde viví, yo me califico como INDIO. Primero expreso al indio, mi pensamiento me dice que el conocimiento del indio es lo primero.

LN

¿Qué soi?

-Un ser vivo.

¿Y, qué es un ser vivo?

¿Qué soi?

-Un animal.

¿Y, qué es un animal?

¿Qué soi?

-Un animal racional.

¿Y, qué es un animal racional?

¿Qué soi?

-Un humano.

¿Y, qué es un humano?

¿Qué soi?

-Un indio.

¿Y, qué es un indio?

¿Qué soi?

-Una persona.

¿Y, qué es una persona?

¿Qué soi?

-Un hombre.

¿Y, qué es un hombre?

¿Qué soi?

-(*).

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(*) Amigos filósofos, biólogos, antropólogos, juristas, políticos, etc. ¡ayúdenme en esta reflexión!
(De: “Choza”)
Foto: Flor Vegas. El poeta en Arequipa (30 de agosto 2008)
Entrevista publicada el 13 de julio, 2009 en el diario NOTICIAS (Arequipa).

domingo, 9 de octubre de 2011

Crónica de una visita a Efraín Miranda Luján


EL POETA EN EL LABERINTO DE LA SOLEDAD

No es justo que esté en completo abandono, viendo acabar su vida gota a gota


Javier Núñez

El pasado 01 de octubre visitamos al poeta vivo más grande que tiene Puno, Efraín Miranda Luján (Putina-Puno, 1925). Miranda es autor de Muerte cercana (1954), Choza (1978), Vida (1980) y Padre sol (1998). Actualmente radica en el distrito de Yanahuara (Arequipa). Nuestra visita incluyó el homenaje a su persona que estuvo programado como parte de las actividades de la III Feria Internacional del Libro, Arequipa, 2011. Le hicimos presente la resolución de homenaje y la medalla de honor que envió la Municipalidad Provincial de Puno.

Pero más que distinciones materiales, él necesita atención médica. La verdad, nos conmovió la situación crítica que está pasando, y también nos causó indignación. No es justo que esté en completo abandono, viendo acabar sus días como si nada. ¡No podemos permitirlo! ¿Dónde están sus amigos, sus admiradores, las autoridades?

El escritor Walter Bedregal, el poeta Carlos Mendoza y yo llegamos a la plaza de Armas de Yanahuara (Arequipa) a las doce en punto. Allí nos estaba esperando el poeta Lolo Palza. Los cuatro subimos una calle estrecha y volteamos hacia la derecha. Caminamos media cuadra y encontramos la casa de Efraín Miranda, una construcción típicamente arequipeña.

Bedregal golpeó una de las dos ventanas que daban a la calle. De pronto alguien la abrió y asomó la cabeza. Era nuestro poeta, con el rostro carcomido por los años, los ojos sin color, la cabeza poblada de canas. Después de muchas explicaciones que le dio Bedregal decidió recibirnos. Entramos en aquella casa tétrica y abandonada, mientras Palza tomaba una serie fotos.

El poeta Efraín caminaba a duras penas, con pasos inseguros, como si fuera a desplomarse en cualquier momento. Se le veía muy débil, enfermo como nunca. Nos acomodamos en su habitación que, en verdad, inspiraba mucha desolación. Él se sentó sobre la cama, cual un sabio dispuesto a hablar sobre los misterios de la muerte. Fue maravilloso escucharlo y no perderlo de vista. Ahí estaba, mirando al vacío, uno de los grandes de la poesía puneña.

Bedregal le comentó que vendría el poeta Omar Aramayo. Una sensación de alegría cruzó el rostro de Miranda. Preguntó dónde vivía Omar. “En Lima”, le dijimos. A renglón seguido (no recuerdo cuál fue el pretexto) habló sobre los volcanes y contó anécdotas en torno a ellos. Algo me hizo suponer que esas historias se las había imaginado. Lo escuchamos con las miradas atentas. No había perdido esa chispa de buen narrador de cuentos.

En ese momento alguien tocó la puerta. En el acto imaginamos que se trataba de Omar Aramayo, quien había prometido acompañarnos. Fue Palza quien abrió la puerta. En efecto, Aramayo entró en la habitación y se encaminó directamente hacia Miranda. Lo abrazó con el mayor afecto del mundo y lo saludó. “Omar, has crecido”, le escuchamos decir al poeta. “Te visitamos, Efraín —le contestó aquel—, todos te queremos; en todas partes te hacen homenajes; eres muy importante.” Miranda repuso que a estas alturas de su vida nada era igual. Ya no era el mismo de aquellos años. Ahora estaba muy enfermo y, sobre todo, abandonado a su suerte.

En realidad, no había otro ser humano en la casa aparte de él, ni siquiera alguien que, al menos, le alcance un vaso de agua. Lo que sentía aquel hombre era una desolación infinita, y su soledad le había permitido crearse un mundo solo para él. Nos contó que había perdido la memoria y le costaba reconocer a la gente. Había olvidado las notas musicales y no podía tocar su guitarra. “No puedo ni vestirme, no veo ni escucho bien”, agregó. “Es triste…, muy triste…” Y sus ojos se anegaron en lágrimas…

“Hay un espíritu maligno en este cuarto”, dijo el poeta Efraín. “Convivimos desde hace buen tiempo. Es una criatura que no habla, se limita a incomodarme. Es pura energía, cómo va a hablar. Me lo ha destrozado todo. ¿Ven esa guitarra? Está rota. Miren, el marco de la ventana está doblado. No me deja cambiar de canal…, se entremete en todo lo que hago. En verdad, es un estorbo; no me deja en paz. No entiendo, ¿qué querrá? Le hablo, no me contesta. Le pregunto cómo se llama, quién es. No dice nada. Solamente siento que se mueve. Sé que es un espíritu de una mujer. Pero quién puede ser. Hice una relación de nombres para identificarla. Le dije que diera un golpe a la mesa si acertaba el suyo. Entonces empecé a proferir todos los nombres que tenía escritos. La identifiqué. Ya sé quién es. Ella está en la cuarta dimensión. De allí viene a molestarme. Nosotros estamos en la tercera dimensión. Una vez la vi en forma de esfera dirigirse hacia la puerta. Era ella. Luego desapareció sin darme tiempo. ¿Ven esa puerta? Ahí vive y sale a destrozar mis cosas. Me quiere matar. La otra vez me empujó y me rompió una costilla. También me hirió la cabeza. ¿Ves? (a Aramayo) En esta parte. No entiendo qué quiere. Sólo viene a hacerme la vida imposible…”

Después de intercambiar algunas palabras, Aramayo le hizo presente la resolución de homenaje, mientras Bedregal le entregó la medalla de honor. Nos tomamos varias fotos. “Efraín, eres un hombre fuerte”, le dijo Omar, “eres inmortal; ¡al diablo con los espíritus!… ¡Efraín, Efraín, Efraín…!” Salimos al patio tras los pasos del poeta. Nos tomamos una foto más para el recuerdo y nos despedimos de aquel gran hombre que veía acabar su vida gota a gota…


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FUENTE: Esta crónica fue publicada en el diario Correo, el 05 de octubre de 2011.
En la fotografía: J. Núñez, C. Mendoza. O. Aramayo, Efraín Miranda, W. Bedregal, L. Palza.

sábado, 8 de octubre de 2011

EL POETA EFRAÍN MIRANDA SE MUERE DE ABANDONO


Omar Aramayo

Efraín Miranda Luján se está muriendo y nosotros lo estamos dejando morir. Lo visité hace unas horas en compañía de Lolo Palza, Carlos Mendoza, Sandrita Mendoza. No me dio pena, nada, me dio dolor y cólera, indignación. No entiendo, por Dios que no entiendo, cómo tanto homenaje, cómo tanto periódico, revista, estudios, y ninguna manifestación práctica, de amor al prójimo, para retenerlo siquiera un poco. La falta de cuidado, de una enfermera, de alguien que pueda procurarle un poquito, sólo un poquito de calidad de vida, es abrumadora. Me dijeron que andaba loco, no es verdad, sus reflejos obedecen a la realidad perfectamente; me vio y como un relámpago me dijo: Omar, hace diez años que no nos vemos. Tenía miedo a que no me reconociera, a encontrarlo en un mar de tinieblas e incoherencias, pero está claro y lúcido, sabe lo que quiere y lo que dice; pero sufre de abandonado. Su hermano se lo trajo de Puno hasta esta casita en jirón Zela de Arequipa, pero ella es otra anciana y tampoco puede procurarle más atención. Y con las bajas pensiones que reciben los maestros del Perú. No es posible contemplar a uno de los hombres más lúcidos del país en ruinas. Se ha caído y tiene una costilla rota, cicatrizada ya. Ha caído otra vez y tiene una cicatriz en la cabeza. No podemos hacer una descripción de la situación patética en la que vive, sería ruin y cruel. Y los congresistas, y alcaldes, el presidente de la región que se llena la boca con palabras de amor a la patria y a los valores. Por favor, amigos, por favor, escríbanme con sugerencias prácticas, es necesario tenerlo con nosotros todo lo que se pueda. Que no muera como Sologuren, Bendezú o Romualdo. El Perú no puede asesinar a sus poetas.

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* Los correos de Omar Aramayo son: o_aramayo@hotmail.com y o_aramayo@uap.edu.pe

jueves, 6 de octubre de 2011

EFRAIN MIRANDA “el runa”



José Luis Velásquez Garambel


Un hombre se levanta desde la muchedumbre y alza la voz intempestivamente: “¡no me grites de calle a aplaza Cholo! grítame de selva a cordillera ¡indio!... “ es Efraín Miranda y transcurre el año 1997, año del centenario del nacimiento de Gamaliel Churata, se trata de un congreso internacional al que asistieron escritores de varias regiones de nuestro país.

Conocí a Efraín en ese año, las pocas veces que lo frecuenté en el año 98 se lo debo a Feliciano Padilla, quien en dicha ocasión me invitó a su cumpleaños, en el que ambos, el agasajado que era Chano y Efraín, tocaron a dúo hermosos huayños puneños y no era para menos, Chano tenía (aún conserva) una bien ganada fama de delicioso jaranero, además de compositor, arreglista musical y buen cantor. En cambio Efraín no se quedaba atrás, la única canción que se recelaba en cantar era ese huayño tan famoso de Putina, porque de algún modo él se sigue reclamando Azangarino.
Y de pronto un bailarín endemoniado irrumpía en pleno escenario, estirando los brazos arriba, mirando el bello cielo puneño, tarareando las notas musicales, bailando un sikuri, era, sin ninguna duda Omar Aramayo, esas conversaciones me nutrieron siempre, debo agradecer a la vida por haberme dado la oportunidad de ganarme la amistad generosa de estos maestros.


Por esos años no tuve consciencia de la valía poética de Efraín Miranda ni de Omar Aramayo, los dos poetas vivos más importantes de Puno, ambos creadores de tendencias y de voces inconfundibles en las poéticas del Perú, pues bien, en esta nota hablaré del Efraín que recuerdo.

Transcurría el año 1998 en el que el feliz Mario Mayhua y un grupo de mi salón decidimos crear los juegos florales de la especialidad de lengua y literatura, lo recuerdo bien porque hasta ahora me duelen los hombros porque tuvimos que cargar unos parlantes de madera por más de 15 cuadras, a falta de dinero aprovechamos las fuerzas que la juventud nos brindó, el recorrido lo hicimos con Samuel Ayma, a quien recuerdo por sus lecturas heréticas y parquedad en la amistad soluble que él posee.
Los jurados del concurso de poesía fueron Efraín Miranda y Omar Aramayo; en Cuento Feliciano Padilla, Jorge Flórez-Áybar y Cronwell Jara, un jurado de lujo, de los ganadores de los juegos florales en ambas categorías no quiero acordarme porque el viento se llevó sus nombres, a excepción de Mayhua, el mismo reservista de la poesía, desde ahí surgió una amistad entre Mayhua y Efraín, siempre los veía juntos por las calles de Puno, por las subidas del Arco Deustua, por el mercado Central o la Avenida la Torre.

Efraín era un pícaro por naturaleza y por experiencia, solía enamorar a las señoras que vendían pan en el costado del Mercado Central y algunas veces solía encontrarlo dando serenata a las señoras que solían vender mazamorra de quinua en Laykakota, esa imagen tierna y jaranera del poeta Miranda lindaba mucho con la visión que él tenía del mundo andino, su voz bronca hablando del indio y de sus sufrimientos, de su voz tierna y hasta melancólica en la soledad de su Jachawinchoqa y en la de su habitación llena de recuerdos.

Mayhua le devolvió vitalidad y lo animó a publicar “Padre Sol”, lastimosamente el mismo Efraín (según lo recuerdo) renegaba de esa edición, porque no había tenido los cuidados que el editor se había comprometido en otorgarle. Esa es otra historia, de la que él, de pura cólera terminó obsequiándome las placas metálicas de su libro.
Cada vez que yo deseaba visitarlo nunca lo hallaba, él siempre estaba de viaje y en el momento menos pensado me lo encontraba en el parque Pino y lo abrazaba, me contaba que se había ido a Lima, para aprovechar el clima y visitar a sus amigos, luego terminaba hablando de “Birakocha”, lo escribo de ese modo, porque él lo concebía así y hablaba de la poca esperanza de cambio que tendría el Perú, alguna vez le hice una entrevista y la gravé, mi poco cuidado para con los archivos de esa naturaleza hoy no me permiten recordar el ambiente en el que se hallan. Recuerdo que me llevaba a la radio cultura y realizaba coordinaciones con alguien por encargo de Omar Aramayo y se disponía a dejar unos papeles para que sean leídos en la radio.
Tenía, don Efraín, una cajita de cassettes de audio que las había hecho copiar Omar, en el había una colección de poemas suyos, algunos leídos por él personalmente y otros leídos por un profesional, bajo la supervisión suya, con una ironía fina solía decir “nos hemos demorado una barbaridad de tiempo en hacer eso, sabes…! Y lanzaba una sonrisita socarrona y tierna. Efraín siempre fue un amigo dispuesto a brindar tiempo a todos, recibí en varias conversaciones algunos consejos suyos, esa es la voz que recuerdo de él.





Hace ya varios años entre Walter Paz y quien escribe editamos TOTORIA, un suplemento cultural en el diario Los Andes, espacio que por cierto se abandonó por ciertas indisposiciones de carácter, el segundo número está dedicado a Efraín Miranda, el gran poeta de “Muerte Cercana”, “Choza” y “Padre Sol”, ese fue uno de nuestros homenajes al poeta mayor, al amigo y al maestro que siempre fue y seguirá siendo. Por otra parte la última edición de “El Pez de Oro” que editaban Luis Pacho y Víctor Villegas le hicieron un homenaje muy hermoso y tierno; del mismo modo esa caravana de homenajes de la Universidad Mayor de San Marcos iniciadas por iniciativa de Gonzalo Espino Relucé, Mauro Mamani y Guissela Gonzales nos dan una muestra de la estatura de este poeta nuestro, y claro la edición de “Dios, Hombre, Runa” con un magnífico estudio de Gonzalo Espino, a él Puno le agradece por este homenaje a nuestro poeta Miranda.

El jueves (29 de setiembre pasado) lo visitamos en Arequipa, acudimos René Calsín, Luis Pacho, Pio Chambi, y una amigo. El poeta no me reconoció y sentí un dolor muy fuerte que me contrajo el corazón, me miró y me dijo “pasa hijito, no tengas miedo, así nomas estoy viviendo… esa maldita viene y me desordena todo, incluso sobre escribe en mis poemas y yo ya no puedo entenderlos…” y el alma se me paraliza, la dimensión del poeta ha crecido y este país se me viene abajo una vez más. Efraín reconoció a René y a Luis Pacho, de no ser por ellos no me habría reconocido y mucho menos me habría recibido. Ese es el recuerdo vivo que tengo de Efraín Miranda, el poeta que conocí y cuya imagen es perenne… y el hombre que conozco…

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Tomado del blogs: http://lasmillenguasdeldiablo.blogspot.com/

miércoles, 5 de octubre de 2011

EFRAÍN MIRANDA: Mito y oscuridad de la choza del indio


Hundida su delirante existencia en una antigua casa de Yanahuara, Efraín Miranda Luján (Puno 1925) poeta, amauta, indio solitario como un matojo de ichu, posiblemente sigue meditando desde su orgullosa condición en los primeros años vividos en Azángaro y Sicuani, la juvenil estancia en Arequipa y el largo y solitario camino hasta la poesía.

La choza del indio
Antes de que se publicara Choza (1978) —segundo libro del poeta puneño y con el cual se descubre entre el amasijo de palabras, imágenes y metáforas ciertamente a un indio— Efraín Miranda pertenecía ya al viejo canon de la poesía peruana. A él lo introdujo Muerte Cercana (1954) poemario de notables rizos rilkeanos, lecho de papel para una poesía transparente, llena de vitalidad y ritmos únicos que develan a un joven de sensibilidad precoz y extraordinaria. Lo introduce humildemente el alto y descarnado Sebastián Salazar Bondy quien le brinda todo su apoyo y escribe el prólogo para este primer libro. Es parte del canon porque su lira es reconocible dentro del espectro de la más rica generación de poetas del Perú: la generaron del 50. Con Muerte Cercana el canto sencillo se trasmuta en vida. Es romántico en el sentido más amplio y su duda ante la muerte comparable a la de Walt Whitman, es puro como Westphalen, Eielson o cualquier vate de esa célebre generación. Lo demuestran sus versos libres de todo artilugio “y ante la vista de los hombres te llevo,/ a ti , que por falta de creencia no has nacido/ pero yo te interno en la existencia” de tal forma, a esa rara existencia se interna él mismo, se hunde, se sumerge y dice “Enfermo en la tierra,/ deseo vivir en el agua”. No es una queja, es la ceremonia de un estado, de una condición a la cual se ingresa y difícilmente se escapa, la condición metafísica e inútil de la poesía.

Hasta la publicación del siguiente libro hay un lapso de 24 años de los cuales gran parte los vive autoexiliado en un pueblo de la sierra puneña llamado Jacha-Huinchoca. La experiencia como maestro de escuela en esta comunidad marcará este segundo título que como dice Ernesto More, “…es indio”. Se trata pues de un texto que no apela a la tradición indigenista, es decir, a esa heterogeneidad manifiesta en el uso de una voz que no le pertenece a quien la enuncia. Casos hay como los de Ciro Alegría o Enrique López Albújar que no perteneciendo de ninguna manera al universo andino su literatura utiliza ese espacio cultural con total normalidad y hasta con destreza. El caso de Efraín Miranda es distinto, pues en él hay un claro registro de la plena conjunción y matrimonio de la cosmovisión andina con y en el poeta. More lo dice con todas sus letras “No es producto de la simpatía o amor al indio; es la respiración misma del indio. ¡Y que respiración!” Los poemas son notables, telúricos y escarpados como el propio ande, nacen de una necesidad básica, que es representar eso que ve y siente el poeta a diario, que nace de la tierra y repta por su cuerpo hasta llegar al alma. Se trata de un cronista que no habla desde fuera, como los cronistas hispanos, sino desde el epicentro mismo de la cultura. “Entre cerro y pampa está mi choza—,/ para millones de años./ Mi pueblo la ha proyectado,/ mi pueblo la ha edificado,/ mi pueblo la ha investido/ y mi pueblo le ha dado su nombre”. De esta manera se construye el discurso como un espacio vital que esta vez no estará entroncado con ningún canon. La ciudad y su nociva existencia han quedado lejos, sepulta tras cada poema que es un canto a la identidad y sensibilidad indígena del poeta. Allí está el refugio, la choza del indio.

Del mito y la oscuridad
Cada cuánto aparece en las letras nacionales un poeta de esta estirpe, cada cuánto un poema tiene un autentico olor a tierra húmeda y a trabajo aymara, cada cuánto se construye una choza a la cual parece que nadie visita. Esta última ha sido la actitud de la crítica. La limeña ha creado anticuerpos para todo aquel que hable sobre el indio más que como una peculiar roca puesta como adorno en la naturaleza, se ha negado a reconocer el impulso de una cultura, porque la suya, la letrada, la amurallada, tiene mucho más valor intrínseco que cualquier otra. A esa crítica le apesta el olor de la coca masticada, le es sucio el poncho y el chullo con que se protege el indio del frío. Por otro lado la crítica local es débil, casi paralítica, ausente la mayoría de veces y copiona de la capital las otras. Intentos ha habido de revalorar al personaje, intentos como el hecho por Gonzalo Espino, José Gabriel Valdivia, Mauro Mamani, entre otros, quienes organizaron el año pasado un congreso para discutir la importancia de Efraín Miranda en la poesía peruana del siglo XX, pero no basta, no bastarán las antologías y los estudios si es que el poeta no está en la lectura y en la memoria de nosotros.
Efraín Miranda, mítico por su posición y su arte vive aún en la oscuridad de su pequeño cuarto que alberga los folios de nuevos libros. Su voz aguda retumba en el oscuro espacio donde repite que él es un indio. Y nosotros le hemos creído porque se siente en cada poema y gesto suyo el palpitar del ande. Suya es la oscuridad y el mito, porque a falta de uno somos los jóvenes los llamados a crearle otro. (AZH)

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Tomado de:http://prurito-de-pueta.blogspot.com/5/28/2009.

sábado, 1 de octubre de 2011

HIJOS DE PUTA,, 15 poetas latinoamericanos


HIJOS DE PUTA
15 poetas latinoamericanos
Darwin Bedoya
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
ISBN: 978-612-46080-0-1
pp.378, setiembre 2011
Perú

http://www.hijosdelalluvia.com/web/node/52


Con la espectativa esperada se presentó la muestra de poesía latinoamericana
HIJOS DE PUTA,
15 poetas latinoamericanos,
del destacado poeta y narrador Darwin Bedoya,
en el marco de las actividades programadas de la
III FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO AREQUIPA 2011.