
Es posible también que siga siendo una literatura calificable de “peruana” por lo anteriormente dicho, y porque siempre será un matiz original dentro de un corpus mayor, el de la narrativa latinoamericana, cuya persistencia de lo particular puede ser bastión cultural en defensa de nuestras identidades ante el embate de la acción depredadora de la globalización. La globalización manifiesta en el campo de la cultura aspectos positivos y negativos. Pienso que aún será posible hablar de una literatura peruana (aunque muchos ya no lo admitan) en tanto que nuestras vivencias individuales estén atadas a nuestras vivencias colectivas, fundando y refundando un “imaginario peruano”, como lo llamó el maestro Alberto Escobar. Y también continuará existiendo un sentimiento de la lengua propio de nuestras particulares sensibilidades, que nos ha de distinguir siempre de lo que escriben nuestros colegas españoles.