domingo, 13 de julio de 2008

Comentarios sobre Aquí no falta nadie


suscitados antes y después de la presentación de la Antología en la ciudad de Puno


(Domingo 15 de junio 2008, diario Los Andes)


Antología poética: Aquí no falta nadie


Boris Espezúa Salmón


En los últimos días se ha producido un parto literario, se ha dado a luz una antología preparada y fraguada hace mucho tiempo por Walter Bedregal Paz, tras una década de depuración o quizás de falta de auspicio, esta antología de la poesía puneña sale al publico, con un sorprendente cuidado en la edición sobre todo en la parte formal y textual del uso de una sobria portada, y elección de un adecuado papel para fines de consignar textos poéticos siendo para el papel lo más adecuado, por ello se puede decir que valió el tiempo de espera, en este sentido, que por cierto no quiere decir que se piense lo mismo del contenido significado del texto que recién empieza a ser analizado. Además que este tipo de edición marca un nivel que impetra para que las ediciones posteriores pudieran tener mayor esfuerzo en mejorar la calidad de edición de los textos literarios del altiplano, que se han producido a veces de modo tan precario que los propios autores han optado por su ocultamiento.

La antología tiene un extenso prólogo donde se hace hincapié justificativo de los poetas que se han seleccionado, considerando de cada uno de ellos méritos y singularidades que hacen posible merecerse el espacio del antologador. Así mismo en dicha presentación desde el título “Las puertas se han cerrado” se opta por una postura diríamos preclusiva, donde se cierra no sabemos con claridad la razón, la voz de otros poetas como Dante Nava, José Luis Ayala, José Paniagua Núñez, Joven Valdez y se sostiene que los elegidos son los únicos representativos y no hay más. Esta postura es concordante con el título de la antología “Aquí no falta nadie” que denota ser desafiante, irreverente, sin dejar atisbos a otras opciones como el de abrir posibilidades a nuevos poetas, que pudieran merecer el Parnaso, no solo de una antología sino de una mayor consagración o a quienes estando antologazos “tiren la toalla” del duro oficio de escribir poesía posteriormente. Esta es una primera característica de la antología que sin duda dará que hablar de quienes por decisión del antologador se le han cerrado las puertas, para ellos felizmente, solamente de no ser incluido en la antología de Bedregal, lo que implica que pudieran ser incluidos en muchas otras antologías. El tiempo hace que textos como las antologías sean siempre relativas, y obedezcan al sello personal de su antologador.

En Puno y el país en los últimos años, han salido numerosas antologías de poesía y narrativa puneña, así tenemos la que sacó Enríque Cuentas Ormachea y Manuel Suarez Miaraval a propósito del I Festival del libro puneño, posteriormente en ediciones complementarias del “Albúm de Oro” tenemos la de Samuel Frisancho Pineda, y luego conocimos en torno al II Festival del libro puneño la antología de José Luis Ayala, se tuvo luego la de Omar Aramayo, de Jorge Flórez Aybar de Feliciano Padilla Challco, Percy Zaga Bustinza y ahora la de Bedregal que tiene la peculiaridad de ser una visión de la nueva generación de poetas, de fin de siglo y de inicios del presente siglo, por lo que también merece especial atención. Estas antologías no son lo mismo que las ediciones de presencias o voces que se editan a propósitos de eventos o jornadas de trabajo, como la que saco el Grupo “Xuxlla”, la Asociación de Escritores del Sur del país y otros. Y otros también se tiene de que muchos de los puneños antologazos estuvieron considerados en textos como Presencia de la poesía peruana de Felix Huamán, la “Historia de la literatura peruana” de César Toro Montalvo, o en lo que editó EDUBANCO en los Tomos de Literatura peruana, principalmente en el III Tomo “De Vallejo a nuestros días”, comentado por Ricardo Gonzáles Vigil, o la reciente editado por el Comercio por Carlos Garayar.

Ninguna antología será perfecta, su elección es significativo no exime un contenido arbitrario, porque es inevitable que el gusto del antologador se anteponga ante la objetividad y consenso más o menos mayoritaria del gusto literario que es diverso y de difícil unificación. Hasta las antologías más o menos serias y autorizadas como la de Alberto Escobar, no se libró de duras críticas, y sí tenemos en cuenta la que sacó Borges con Arlt, en una antología sudamericana de poetas de este continente que suscitó en muchos meses y años debates sobre el sentido y la calidad de la poesía, tenemos suficientes y corroborados ejemplos. Así que Walter Bedregal tiene y tendrá razones para ser la “comidilla” de cafés para mucho rato y quienes estamos dentro del mundo literario tendremos motivos para comentar muchos humores y resquemores sesudos o ausentes deflexiones neuronales o rumores hepáticos que con seguridad destilarán en torno de esta entrega.

El rescate e inclusión en la antología de poetas como Vladimir Herrera y Filonilo catalina (Luis Rodríguez Castillo), es un acierto, son justas reinvindicaciones que se hace en la antología, además el enfoque de la fractalidad donde los sentidos se multiplican y se entrelazan temas, personajes e historias en la composición poética es un aporte interesante que no necesariamente garantiza la calidad de un poema, sino la singulariza.

Además hay que puntualizar que la selección de casi la totalidad de los poemas aparte de la fractalidad, ha tenido como distintivo el lirismo poético, muchas veces cuestionado por los poetas que desde Puno trabaja sus obras, porque se dice que limita los riesgos de calidad poética, pero, como se demuestra en la antología, es parte consubstancial en la poesía puneña. “Aquí no falta nadie” que reúne a 21 poetas de diversas generaciones es la muestra de diversas propuestas estéticas, proyectos poéticos que revelan que en Puno, así como en la danza la poesía es permanente, incontenible e inconmensurable.



*Esta carta me la envió Feliciano Padilla un día antes que saliera publicado (martes 17 de junio, diario los Andes). La publico, tal como me la escribió. (Al margen que Padilla puso fecha 17 de abril y usó tilde en mi nombre).


(martes 17 de junio 2008, diario Los Andes)



Puno, 17 de abril del 2008.

Señor:
Wálter Bedregal Paz

Juliaca
Hoy, en uno de los patios de la Universidad Nacional del Altiplano, me entregaste una invitación para participar como comentarista en la presentación de tu antología de poesía puneña “Aquí no falta nadie”, que lleva como prólogo un artículo tuyo titulado “Las puertas se han cerrado”.

En primer lugar, quiero decir que una antología depende del criterio y la responsabilidad del antólogo. Respeto tus criterios, sin embargo, estoy en desacuerdo con la antología porque bajo el pretexto de que se ha seguido un paradigma fractal como criterio de selección y análisis, se discrimina o excluye a importantes poetas puneños como Gamaliel Churata, Luis de Rodrigo, Dante Nava, José Luis Ayala, Jorge Flórez-Áybar y otros. La idea de que Churata sólo es “doctrinero” es una conjetura descabellada.

Por otra parte, lo fractal que tiene origen en las matemáticas y que posteriormente ha servido para extrapolar sus conceptos a la literatura y las ciencias sociales ha sido poco aceptada por la crítica literaria seria, debido a que la vida no es una abstracción matemática. Puede hacerse, seguramente con éxito, análisis fractal de la molécula, de la resistencia de materiales, del ADN, etc.; pero, en el quehacer humano y, sobre todo, en poesía, es arbitrario llegar a conclusiones definitivas, dado que “aquí no falta nadie”

Wálter, tú, al parecer, lo tomas como un modelo poético que se repite en un período más o menos extenso, a guisa de hipertexto. El concepto de hipertexto está bien utilizado en tu libro, a condición de que no sea un plagio, porque casi siempre, como dijo Carlos Fuentes, un libro nace de otro libro, pero esto no debe llevarnos a creer que los poetas, que son creativos por naturaleza, copien tal cual puede copiarse los fractales en matemática, biología e, incluso en imágenes visuales utilizando sotfwares.

Suponiendo que lo hubieses tomado como modelo de análisis y selección ¿cómo se explica, entonces, la presencia de tres o más poetas pertenecientes a un solo grupo literario? ¿No crees que Benoit Mandelbrot, matemático creador del término fractal, también estaría en desacuerdo con tu forma esquemática de extrapolar esta teoría a la poesía? Claro que no eres el primero; yo me refiero a la forma peculiar en que lo usas.

Wálter, respeto tus criterios de antólogo, pero te doy a conocer que no iré a la presentación de tu antología como un acto de solidaridad con la poesía puneña. No es un acto de amistad, sino, de fidelidad con la poesía puneña. Francamente no encuentro ninguna razón, no me explico por qué has excluido a Churata, Luis de Rodrigo, Dante Nava, Jorge Flórez-Áybar, José Luis Ayala. El poeta Boris Espezúa, en un artículo del domingo 15 de junio publicado en Los Andes, tampoco encuentra justificable la ausencia de estos intelectuales. Conversando con los otros poetas antologados, debo decirte que ésta es una opinión generalizada.

Con el tiempo quizá escriba un artículo sobre el libro. Recibe un abrazo,


Feliciano Padilla



* Ese mismo día el diario Los Andes publicó este otro artículo…

(martes 17 de junio 2008)


AQUÍ FALTA UNO Y SOBRA OTRO


Por: Walter Paz Quispe Santos


Entre las publicaciones más ambiciosas y pretenciosas que se dan a conocer, llama la atención el libro de Walter Bedregal Paz, cuyo texto “Aquí no falta nadie” pretende dilucidar los significados de la poética puneña y demostrar que sólo veintiuno serían los escogidos o los que según él merecen ingresar a una antología de la poesía puneña. Buen intento. Pero reparemos en algunas de las apasionadas elucubraciones selectivas.

Una antología de la poesía puneña, debe tener los puntos de partida bien definidos, unos métodos y criterios de selección claramente establecidos, para afirmar una valoración y señalar los sentidos y significados de la trascendencia y permanencia de los poemas y poetas en el tiempo. Por eso el mejor crítico es el tiempo. El tiempo tiene la virtud de construir, reconstruir y deconstruir el fuego creador del poeta y su creación, sus pretextos y contextos; su presencia e influencia en otros creadores y las rupturas en el manejo del lenguaje poético y sus aproximaciones a manifestarse en la cultura y sus tópicos. Sin embargo, al leer “Aquí no falta nadie” no encontramos ni indicios de cuáles habrían sido esos parámetros, al contrario se notan unas contigüidades enredadas y arbitrarias. Se trata en sí de un ajuste de cuentas al margen de las reflexiones actuales sobre la poesía. Se coteja que más valen los desencuentros con algunos creadores actuales que la dimensión semántica de sus escritos en el tiempo y en un contexto definido: Puno. Y por supuesto para el estudio de los poetas del pasado tal vez sea necesario darles historicidad a sus creaciones para emprender la aventura de comprender sus significados y valorarlos adecuadamente. Me refiero sobre todo a la ausencia de Dante Nava quien con un poema “Orgullo Aimara” supo afirmar la puneñidad como parte de lo andino. Por eso esta rubricado en las mejores antologías de poesía puneña.

¿Qué significa Puno para Walter Bedregal? ¿Cómo entiende sus manifestaciones ontológicas y epistémicas: la puneñidad y el puneñismo? Estos conceptos son importantes, por que a partir de estas reflexiones tal vez las antologías intenten a tener mayor y mejor coherencia literaria. Puno, sin duda es una identidad geográfica, así como lo aimara o quechua son expresiones lingüísticas, o la categoría andino que es una afirmación histórica cultural. Pero de algo debemos estar seguros, que la dimensión histórico cultural abarca lo geográfico y lingüístico. Así el proceso de significación poética contextualizada o descontextualizada de la poesía es expresión de ese contexto.

En una antología de poesía puneña, se trata de procesar la densa y heteróclita realidad andina representada en la producción poética cuyos cultores bajo diversas motivaciones construyen un imaginario o afirman una tradición literaria o lenguaje propio de un espacio específico. Esa tarea es harto difícil si uno quiere guardar relación y armonía entre los pretextos y contextos andinos y puneños. Por ejemplo, Antonio Cornejo Polar para acometer tal tarea con nuestra literatura peruana e hispanoamericana creo la noción del sujeto heterogéneo y sólo así pudo entregarnos una de las tareas críticas más lucidas del proceso que sigue la creación poética en el tiempo.

Por eso, el prologo del libro que lleva el epígrafe de “las puertas se han cerrado” constituye una verdadera impostura intelectual. Las citas directas e indirectas de autores con un estilo farragoso sin coherencia y cohesión, tratan de hilvanar algún sentido justificatorio a lo que llamamos en los estudios del discurso literario como falacias o más propiamente argumentos de autoridad que tiene el propósito de sobrevalorar en el lector destinatario la presencia del antologador y presentarlo como un erudito. Alguna vez el viejo Casona decía que a un texto de un escritor novel generalmente le sobran treinta palabras y les faltan tres. Y precisamente parece ocurrir eso en el prólogo de Bedregal y ese detalle diferencia un buen libro de un mal libro.

Me he permitido colocar el título de “aquí falta uno y sobra otro” en este comentario. Por una razón sencilla, se obvian a poetas que han contribuido decisivamente a la configuración de la poesía puneña. Uno de ellos es José Luis Ayala, sin su vasta experiencia y producción poética es difícil explicar algunos momentos del proceso de nuestra literatura. Hay alguno más. Se trata de Fernando Terral. En muchos casos, la muerte beneficia mucho, pero en este caso sólo el desconocimiento de su poesía, cuya calidad técnica y temática es indudable y mejor que muchos de los seleccionados –me incluyo-, puede permitir no considerarlo en una antología. Terral nos dejó a temprana edad, pero nos deja una obra inconclusa cuyo estudio aun es un reto en la literatura puneña. La muerte no lo benefició tanto como a otros.

Y claro en la antología sobra otro. Se trata de un moqueguano radicado en Juliaca. Había que colocar una aclaración para ubicarlo en una antología de poesía puneña. Algo así como: “poetas de otras regiones que escriben poesía en Juliaca”. Solo así podría entenderse su presencia en el libro. Finalmente, no voy a comentar de las operaciones retóricas que tienen el propósito de maximizar o minimizar la figura de los antologados a través el esbozo biográfico que es muy notoria en “Aquí no falta nadie”.

Con estas palabras expreso mi deseo de abrir un debate sobre las tensiones básicas de nuestra literatura a partir del libro de Walter Bedregal, con un ánimo sincero y reflexivo. Sólo así se evitaran entredichos apócrifos desde bloggers anónimos y que los espacios de discusión sean públicos y con nombre propio. Y lo otro, esa institución republicana que pertenece al lugar común, esa costumbre perversa entre nuestros creadores puneños de conjugar el verbo alabar lejos de toda crítica, sobre todo en las presentaciones de libros. Ya lo dijo Octavio Paz “El espíritu crítico es la gran conquista de la edad moderna. Nuestra civilización se ha fundado precisamente sobre la noción crítica: nada hay sagrado o intocable para el pensamiento excepto la libertad de pensar. Un pensamiento que renuncia a la crítica, especialmente a la crítica de sí mismo, no es pensamiento. Sin crítica, es decir, sin rigor y sin experimentación, no hay ciencia; sin ella tampoco hay arte ni literatura”.



(* miércoles 25 de junio, diario Los Andes)

La presentación del libro “Aquí no falta nadie”

Bladimiro Centeno Herrera


(cbladimiro@hotmail.com)


El día jueves diecinueve de junio, en el auditorio del Gobierno Regional de Puno, se presentó la antología poética “Aquí no falta nadie” de Walter Bedregal Paz. Confieso que este tipo de actividades me llena de una satisfacción muy particular en cualquier situación similar. Pero, por la misma razón, toda incidencia interpersonal (que no tiene que ver necesariamente con la confrontación de puntos de vista o debates político- literarios), me conduce a una decepción, porque atenta contra la literatura, la inteligencia estética de los oyentes y genera un prejuicio social innecesario. (No fueron pocos los asistentes que expresaron su desencanto con los hombres de letras puneñas).

“Aquí no falta nadie” es una publicación literaria que de todas maneras concita una gran atención, así estemos de acuerdo o no con el tratamiento del contenido. Reconozco que dicha publicación responde a una audacia editorial que seguramente demandó una gran inversión económica, pretende generar un debate estético dentro de la región de Puno en un momento en que las actividades culturales decayeron y el contenido ofrece un material significativo para la aproximación a la poesía puneña.

Toda presentación de libro exige una evaluación crítica de la publicación, porque se trata de establecer los elementos necesarios para llegar a un acuerdo institucional sobre el aporte cultural o académico de la obra. En estas condiciones, el presentador se limita a establecer el valor estético o académico del contenido e invita a los lectores a realizar una aproximación más comprensiva a la obra, porque no se trata de vender cualquier mamotreto verbal. Y, por otra parte, el autor recibe las observaciones con el fin de confrontar los puntos de vista que se ponen de manifiesto en el proceso de la institucionalización de la obra.

Estas precisiones me obligan ahora a poner de manifiesto mi punto de vista crítico de la obra. Considero que, a diferencia de otras antologías panorámicas que seleccionaros los textos literarios según la trascendencia creativa de los autores, Begregal nos propone una antología crítica en la medida en que asevera que ha seleccionado los textos poéticos según la calidad estética de los mismos. En otros términos, plantea una antología de respuesta a las anteriores, asumiendo el riesgo crítico que implica esta postura y nos obliga a preguntarnos cuáles son los criterios que utiliza para establecer la calidad estética de los textos.

La antología de Bedregal nos ofrece una selección de textos poéticos bastante consistentes, que llamará la atención de los estudiosos de la literatura peruana, pero los criterios para las omisiones o identificaciones no están claramente establecidos. En el prólogo, normalmente deben precisarse los siguientes elementos: el objetivo de la antología, los antecedentes de los cuales se distingue la propuesta, los fundamentos básicos que orientan la selección y el corpus bibliográfico que ha permitido la adecuada identificación de los textos para la antología.

El autor, en el prólogo titulado “Las puertas se han errado”, plantea la idea de la calidad estética según la cual tiene que ver con las rupturas lingüísticas y prioriza innecesariamente el parafraseo de las diversas teorías literarias, que ni siquiera han adquirido la consistencia metodológicos y no inciden directamente en la valoración estética de los textos poéticos. El conocimiento sistemático de los marcos teóricos sirve para afianzar los criterios metodológicos, pero no influyen en la determinación de la calidad estética de los textos literarios.

Debemos comprender que el conocimiento de la literatura latinoamericana, como en otras áreas del conocimiento académico (con algunas excepciones), lamentablemente responde a un proceso cognitivo inverso. Mientras en otras partes del mundo el conocimiento de la literatura comienza con la lectura de los textos literarios, prosigue con la crítica valorativa y culmina con una explanación teórica; en nuestro medio nos dejamos impresionar con un marco teórico, reunimos las valoraciones críticas y alteramos el impacto estético de los textos (o nos limitamos a una lectura espontánea). Esto no implica que debemos dejar de lado la lectura actualizada de los marcos teóricos; todo lo contrario: debemos asimilarlos sin subordinarnos a sus posturas ideológicas.

Desde luego, la antología crítica de Bedregal responde a un criterio teórico que postula el signo desligado del referente (inmanencia) y se propone a identificar los textos en base a las trasmutaciones lingüísticas (retórica). Pero, en el proceso, no se comprenderían algunas inclusiones si no se admiten que también utilizó otros criterios como las decodificaciones culturales (valores, creencias, ideologías) con palabras coloquiales, los reconocimientos crítico-institucionales (premios) que no los precisa.

Bedregal debe atender a estas observaciones no para aceptarlas o rechazarlas, sino para llegar a un acuerdo positivo y constructivo del valor institucional de la antología. Debe comprender que esta publicación constituye un espacio dialógico que permitirá llegar a una convención que fije el rumbo de la institucionalidad literaria de Puno.

Es bastante satisfactorio que su publicación obligue al lector a asumir una postura, que exija una respuesta, que ponga en cuestión las incontables publicaciones poéticas; pero, del mismo modo, debe estar en la capacidad de recibir los argumentos alternos, la confrontación de puntos de vista, la crítica del libro. Los adjetivos no construyen, los monólogo generan más dogmatismos y el egocentrismo nos conduce a la ceguera.

Por otra parte, lamento que en Puno todavía no tengamos una noción clara de qué es una presentación de libros; no distingamos aún cuándo una situación comunicativa exige un diálogo espontáneo o protocolar; y que continuemos utilizando dichos espacios para manifestar nuestras propias frustraciones personales, narcisismos excéntricos sin propósitos crítico-valorativos, faltando respeto a los asistentes, cuando el objetivo de esos actos comunicativos es el diálogo, el debate y la evaluación crítica de los textos mediante argumentos racionales (no insultos).

En Puno, la creación literaria es bastante dinámica, especialmente en el género poesía. Exhibe múltiples matices que obligan a desarrollar trabajos monográficos que describan las variaciones estéticas de una a otra expresión. La cultura puneña, a pesar del maltrato de las instituciones públicas, posee un impulso creativo que supera largamente a otras regiones vecinas; pero el egocentrismo, como producto de nuestro propio complejo de inferioridad, nos empuja a una acción cultural individualista, desarticulada, prosaica y mediocre.

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