Por: Ricardo González Vigil
En su importante antología “La narración en el Perú” (1956) Alberto Escobar sostuvo, certeramente, que la orientación realista era la principal en la narrativa peruana, ya que la literatura fantástica resultaba secundaria en cantidad y calidad. Admitiendo que el designio realista era el predominante en los relatos peruanos, en la notable “Antología del cuento fantástico peruano” (1977) Harry Beleván probó que nuestra literatura fantástica no era tan escasa en frutos admirables, varios de ellos a cargo de autores fundamentales no vinculados normalmente con lo fantástico (López Albújar, Valdelomar y Ribeyro).
Hay que tener en cuenta que en los veinte años transcurridos entre el aporte de Escobar y el de Beleván el interés por la literatura fantástica había crecido entre los autores peruanos. Le debemos páginas perdurables de la llamada Generación del 50, compuestas por José Durand (tardíamente las reunió en el magistral libro “Desvariante”, 1987), Luis Loayza, Manuel Mejía Valera, Luis Rey de Castro, Luis León Herrera, Felipe Buendía y el citado Ribeyro, aparte de que en años recientes Enrique Congrains ha abandonado el cuño neorrealista de sus años juveniles; y de escritores pertenecientes a las hornadas de los años 60 y 70: Rodolfo Hinostroza (con una obra mayor, “Cuentos de extremo occidente”, 2002, tejida después de la antología de Beleván), Eduardo González Viaña, Julio Ortega, Edgardo Rivera Martínez, José Adolph, Gastón Fernández, Nilo Espinoza y el propio Beleván.
Tres decenios después de la contribución de Beleván, la literatura fantástica goza de buena salud en el Perú. Baste revisar los tomos del Premio Copé con los cuentos ganadores y finalistas. En concordancia con ello, varios estudiosos le están prestando atención creciente a la vertiente fantástica, siendo la antología más completa la enhebrada por Gonzalo Portals: “La estirpe del ensueño” (dos ediciones en años recientes). Dentro de ese marco, se sitúa ahora “17 fantásticos cuentos peruanos/Antología” de los jóvenes cuentistas y periodistas Gabriel Rimachi Sialer (Lima, 1974) y Carlos M. Sotomayor (Lima, 1975).
En cuatro casos (Víctor Miró Quesada, Gonzalo Málaga, Fernando Sarmiento y Julio César Vega) su selección apuesta por autores poco o nada reconocidos todavía, lo cual es rescatable porque hay mucho por descubrir en la actual narrativa peruana. Elogiemos aquí la consistencia artística con que Fernando Sarmiento retrata al superhéroe Batman envejecido y deprimido, incapaz de conectar con la delincuencia mediocre (sin supervillanos) pero generalizada que se ha ido imponiendo en la ciudad.
Echamos de menos un deslinde de lo fantástico frente a lo meramente insólito (improbable pero posible) u onírico, no se diga el realismo mágico (por ejemplo, un ser alado como un ángel) y el juego metaliterario (o con personaje de ficción).
MUESTRA ACTUAL
Se trata del primer volumen de una antología de la narrativa fantástica peruana. Incluye a dos autores mayores, pilares de la literatura liberada del realismo: José B. Adolph (1933-2008) y Carlos Calderón Fajardo (1936). El conjunto más nutrido corresponde a quince voces de las dos últimas décadas, algunas ya consagradas como expresiones significativas del relato fantástico (Prochazka y Güich, sobre todo); otras, normalmente vinculadas con el realismo o la novela negra, aquí prueban que su registro creador es amplio y diversificado (Roncagliolo, Piérola y Rengifo son los ejemplos pertinentes).
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