domingo, 12 de febrero de 2012

La ternura en Cuerpo enamorado



Carlos Mendoza
Cuerpo enamorado
Colección de poesía contemporánea
Jaula de papel Nº 01
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
pp.68 diciembre 2010
Juliaca Perú



Walter L. Bedregal Paz


Sé que es la profesión del crítico - esto significa que él ser vive de "pero no siempre para" - redactar resenciones, sobre libros y otros asuntos peores. Por eso, pasados ya doce meses de la publicación que en esta nueva oportunidad me conlleva a darle una revisión. Es grata la sorpresa - una vez más - ya que el libro Cuerpo enamorado, de Carlos Mendoza, como dicen, su primera opera prima trasuntó las espectativas del Grupo Editorial Hijos de la lluvia, quienes lo publicaron a fines de diciembre del 2010 - es decir tuvo primero en su contra "por decirlo de otra manera" un año, pero que significó nada, para lo que logró en su trayectoria, (éxitos en la III Feria Internacional del libro Arequipa 2011- setiembre) y que decir de sus presentaciones en Puno, Cusco y Tacna, el Sur fue su principal objetivo. No quisiera dejar de mencionar que también hubo publicaciones de poesía de sus coterraneos generacionales, que no pasaron de ser meras publicaciones - se quedaron en lo no canónico -, un discurso para el olvido, en relación a lo que debe ser la publicación de valor que puede ser incluido en el "Canon", esas otras publicaciones, para el que redacta esta nota, fueron solo manifestaciones artísticas de valor menos bueno, para los pseudoacontecimientos que tan solo tuvieron lugar por mero cumplimiento del deber y quejumbrosa explotación de capacidades para un entorno , que seguro sigue preguntándose por los impulsos que los conllevaron a seguir esas buenaventuranzas. Luego de leerlos, tuve que basarme en mi gusto de leer poesía, en mi capacidad de discenir entre lo bueno y lo malo.


Este año - ya lo adelantó el autor "con 21 años recién cumplidos, invadirá la capital, con su segunda entrega" -. Pero, a lo que iba, el poeta con Cuerpo enamorado trata de examinar el peculiar sentido de la proyección del hombre metafísico, no social, sobre el quehacer poético y sobre el indeterminado sentimiento del proceso de una poesía puneña post dos mil, tal como ha quedado establecido en los estudios de la escasa crítica, pero crítica a la vez nuestra. El título del libro, de palabras del autor, viene de un poema de Jorge Eduardo Eielson: Miro mi sexo con ternura/ Toco la punta de mi cuerpo enamorado/ Y no soy yo que veo sino el otro... Camilo Fernández Cozman, en un análisis del poema, deja claro, que leer a Eielson, es no solo rendirle un homenaje al poeta, que optó por el exilio... Pocas veces un poeta como Eielson ha llegado a reflexionar sobre el cuerpo con tanta hondura. Es como si descendiera a los abismos para emerger con un nuevo rostro al asomar el alba. Manifiesta.


Anotaciones de tu cuerpo

Tu cabello se desnuda al compás del viento,
tu frente de nácar y ébano,
tus ojos que guardan un universo misterioso,
tus labios frutos de un jardín llamado cielo,
tus manos llenas de inocencia,
mujer echa de suspiros,
ataré a tu forma sencilla este poema,
y una mañana cualquiera
descubrirás el porqué
los animales no hablan
pero sí escriben


En su poesía no podemos contemplar el difícil tramo que ha debido recorrer el hombre como poeta, más aún su palabra, hasta darle caza a sus sentidos virtuales, pero sí podemos descifrar los signos que de seguro le ofrecieron una tenaz resistencia, en la creación de sus versos, donde sólo entrevemos una armónica estructura, porque ese duro trabajo de forjar la poesía hace que su existencia final, que el poema quede desdibujado por haber cruzado con docilidad el enigma de la existencia de hombre y poeta.

En un poema podemos encontrar el summun poético – que siempre nos exigía, y de seguro nos seguirá exigiendo de un poema el poeta Percy Zaga -, infinitamente rico y variado; aproximarnos a su estructura privilegiada y, sin embargo cuánto tiempo y espacio hubo de recorrer la palabra, lo cual siempre fue y será mi preocupación, porque imaginar cuantos espacios pudieron haberla no sólo seducido sino intimidarla; y al final cuántas relaciones hubo de dejar hasta verse aliada con los ecos y silencios en la conclusión de su anhelada obra.






Para leer este poema sólo basta tu sonrisa y tu imaginación


I

Niña, tú que acaricias el cielo con una sonrisa
y le das color a mi alma,
tú que sabes el itinerario de la inocencia
el camino de la verdad aprendida
adónde irán los versos de este poema,
escritos bajo tu sombra, con tu recuerdo
niña de bondades/esta noche
quiero amar tu nombre.


II

Quise amar tu nombre
y se me escapó de los labios
el trino silencioso de tu aroma
primavera de ilusión inesperada
los niños te amarán también
como aman el timbre a la hora del recreo,
es tu sencilla forma de mirar el mundo
como un ave en pleno vuelo
o
como pez que se desnuda en el agua.


III

Dulce cristal
tus pupilas incandescentes
llorarías si se perdiera el hombre
que siempre te mira detrás de la ventana
y ligeramente a un lado de la tristeza.


IV

Esta vez escribiré
jugando con la lluvia y tu recuerdo
el matiz denso de tu cariño/yo aún no lo he sentido
pero no pierdo esta inspiración
ni aunque se caiga el cielo,
nunca terminaré este poema
porque nunca dejaré de mirarte.


V

Yo he sentido tus manos
una noche cálida de aplausos y luces
también tus ojos que se clavaban
en la desnudez de los míos
yo he sentido tu aliento muy de cerca
oxigenar mis sueños
y he sentido la ternura de tu ser
jugando conmigo.


VI

En cambio ahora
a veces me miras y creo sentir tu amor
a lo largo de la mañana
en el estío palpitante
una a una caen las horas
y volverás a partir de manera cruel
dejándome con el pecho abierto
y el corazón sangrando versos.

Si tan solo entendieran qué es poesía, los que eventualmente se reúnen para discutir – sería bueno públicamente -, porque resultaría divertido para algunos, para mí observarlos sería esencial, las discusiones sobre poesía, son el eje y la tarea primordial de la crítica, y aquellos que desempeñan esta labor, volviendo a la palabra, discuten mutuamente, pero en pacífica unanimidad. Esta unanimidad reina ante todo el vocabulario: la opinión, el juicio y el gusto son los conceptos básicos. Y para que la cadena de monólogos se convierta en una de diálogos, se juega un poco de ping pong: el uno opina que de todas maneras todo es cuestión del gusto, pero el otro opina que también hay gustos buenos y malos; el siguiente cree que las opiniones siempre son subjetivas, y el otro considera que, si están objetivamente fundadas, también pueden acercarse a la objetividad. De una de las esquinas exigen con signos de exclamación que se tenga valor para expresar la propia opinión, y de la otra de las esquinas contraatacan, exponiendo que más vale describir tan sólo, para dejar el juicio en manos del lector. Sin embargo nadie habla de la poesía en sí misma. De forma consciente o inconsciente se pasa por alto la cuestión de que la crítica es realmente y de lo que debería ser, de cuál es su función y cuál podría tener si realmente quisiera.


Porque a saber verdad, es arduo el oficio del creador: frente a la noche de la escritura, en la entraña puramente inaudible de los signos, traza contenidos y expresiones a su lenguaje; no se sabe cuándo podrá encontrarlos, pero se sabe cuando eso sucederá, brotará de su interior la luz del poema. Al llegar al mundo, el poema ofrece sus sonidos, abre sus ámbitos para expresar los significados de ese mundo interior mucho más inmenso que nuestro propio mundo, y el poeta no sólo construye el poema sino que anteriormente ha debido construir un plano, un lenguaje propio, que le permitirá optar por un nuevo significado o interpretación de la realidad, de su estancia en este mundo frío.


Siento la música de tu cuerpo en la yema de mis dedos
Xavier Abril



A manera de canción

Hemos sido a estas horas
el motivo perfecto para pensarnos
trasluce tus colores sobre estas hojas
que se tiñen con tu recuerdo
Oh! Mi princesa de castillos encantados
Oh! Mi doncella que aún no he rescatado
Temo la soledad caer como un gran yunque sobre mi cabeza de piedra
Ese sonido en mis imperceptibles oídos
me rompe las ilusiones
Toco tu prenda íntima con mis sueños
tengo el erotismo del fuego
sobre tus cabellos
duermo sobre tus pechos
que me dejan salir como un río a la luz de tus albas
de tus adorados y tiernos ojos negros…


Para escribir este poemario Carlos Mendoza se ha despojado de toda erudición literaria e histórica que fue adquiriendo en el transcurso de su vida, sin ser devoto ni discípulo de nadie, ha dejado de lado también sus conocimientos del arte de olvidar. Es simplemente un poeta que lamenta con acentos casi desgarradores con un lenguaje propio, personal, mostrando ese borbotear que solemos atribuir a los jóvenes poetas, por decir a la poesía joven y que el lector acucioso ojalá encuentre en sus versos.

En pocos versos, Mendoza, describe la naturaleza no sólo del amor materno, sino también le escribe a la mujer: como algo que no tiene parangón en toda la tierra. Entre el dolor de la separación y la certeza del reencuentro con el ser amado se desarrolla parte del texto. Bien dicen que el amor es una de las facetas más importantes, la íntima convicción, contra toda previsión, razonable o no de lo ineludible de un definitivo encuentro.

Luis Hernández, el poeta que continúa encontrando unánime reconocimiento, decía que los actos del poeta, son solitarios, como aquellos del amor y de la muerte, frase de apariencia extraña, pero que encierra una verdad rotunda.

Espero haber cumplido la tarea, por estar en contacto con la literatura, mejor aún con la poesía, y peor aún por tener el compromiso que asumí cuando me propuse iniciar una nueva colección de poesía, que denominé Jaula de papel, la cual publicará a poetas jovenes, tal vez mal llamados "post dos mil". Apenas terminé de ahondar más sobre el libro Cuaderno de ceniza de darwin bedoya, que coincidentemente tuvo el valor de ver la luz a finales del año (30 de diciembre, 2011); por el contrario, en el mejor de los casos, me volveré especialista, porque cuanto más en serio tome esa profesión "de crítico" y los compromisos diurnos o vespertinos, será claro al final de la jornada darme cuenta para quien o quienes escribo. Apasinadamente lo considero una tarea primordial, casi demasiado seria.



Carlos Mendoza


Carlos Mendoza, (Ayaviri, 1990). Complace al Grupo Editorial Hijos de la lluvia publicar su primera entrega poética titulada Cuerpo enamorado. En 2005 escribe sus primeros versos. En 2007 inicia su carrera literaria integrando el Taller de literatura La tribu de los espantapájaros dirigida por Darwin Bedoya. Colaborando a la vez en las ediciones de la revista de literatura La rama torcida. Luego de innumerables desafíos y lecturas, reúne sus textos dispersos, sin orden cronológico en Cuerpo enamorado, colección de poesías que es el fruto de haber insistido sin quejas los últimos cinco años en la poesía.

Tras la publicación de este, su primer libro de poemas, luego de una vida aligerada se trasladará al Norte en busca de su voz, que asegura es original, y que la escucharemos en los libros inéditos que tiene en preparación.

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