miércoles, 11 de mayo de 2011

Samuel B. Frisancho: Carlos Oquendo de Amat a las letras puneñas 1999 Un Premio para recordar…

Escribe: Walter L. Bedregal Paz

Escribir del periodista práctico, Director del diario Los Andes, abogado de profesión, el Dr. Samuel Frisancho Pineda, es poder entablar primero un breve concepto y objetivo del aporte que dejara a nuestra prensa escrita en nuestra región, en aquella imparcial, no comprometida que no fue dirigida por poderes públicos, ni sometida a ninguna clase de censura, y que ahora podemos descifrarla y considerarla como un elemento de gravitación esencial de todo estado libre, más aún si se trata de una prensa de publicación diaria o difusión permanente como fue es, y espero sea la publicación del diario Los Andes, Decano de la Prensa Regional, que con el esfuerzo de aquel hombre se constituye ahora en un bastión firme para la práctica de una democracia acorde a nuestra época y, lógicamente, para que sus lectores puedan adoptar determinadas decisiones de carácter político, cultural, literario o de otra naturaleza, tendrán que estar también ampliamente informados, además de estar actualizados, para de ese modo conocer y comparar entre sí, las opiniones de otros.

Samuel Frisancho Pineda, para muchos que no lo conocieron fue un hombre como pocos; trataré en esta oportunidad, tras diez años de su partida, describir una breve remembranza de su vida que tuve la suerte de compartirla casi al final de la última octogenaria década de su vida. A veces es triste recordar la verdad, y uno desea tal vez obviarla; su olvido o su estado casi de abandono en el que lo dejaban sus últimos días de vida en su entorno familiar, -en otra oportunidad entablare ese recuerdo tal vez como denuncia -. Lo que importa ahora es su labor periodística, que fue su vivir y desde temprano fue casi perfecta, a pesar de su desorden, pasando rápidamente de los tanteos de la adolescencia – la hora impersonal, en que se buscan orientaciones a través de campos ajenos – y bien pronto el periodista se define, con notas líricas, francas, melódicas, simples, polémicas, muchas veces repetidas. Es la forma de vivir, alcanzando su culminación en los días que sucesivamente publica en sus editoriales su mensaje: notas periodísticas tradicionales, de un país - aparentemente sosegado con su libertad de prensa -, límpido, sobre sentires melancólicos, mantenía ese inacabable suspiro juvenil que a veces se resolvía en carcajadas; pero que más a menudo en nostalgias, hasta mezclándose llanto y sonrisa, como en los deliciosos de sus días lejanos. No nos engañe esta sencillez de periodista, estas formas de columbrar la vida escondían sabiduría, como las de su antecesor en la tradición puneña del periodismo que elaboró Federico More.

Pero Samuel Frisancho como periodista hacía pensar y causar polémicas, si la sencillez no debe engañarnos, sí debe sorprendernos, porque encontré en sus octogenarios años del hombre, que como indican sus trabajos publicados, ahora históricas ediciones, había conocido ya el caudal periodístico lanzado a la circulación por él desde el diario Los Andes. Samuel Frisancho no se limitó voluntariamente a formas simples y ritmos elementales, porque a la mano tenía cien complejidades tentadoras, ese hombre al margen del periodismo me comentó que también destacó en el género de poesía, en los Juegos Florales de 1941, condecorado por la Municipalidad de la Paz Bolivia con el Escudo de Armas de la ciudad de la Paz. Fue corresponsal del diario El Comercio de Lima; El Pueblo; Noticias; El Deber de Arequipa; El Sol; El Comercio de la ciudad del Cusco; fue Director de la revista del Instituto Americano de Arte de Puno; el Álbum de Oro (XVII Tomos); Antología de la Poesía Puneña (Ocho ediciones agotadas), corroboran el premio que el Grupo Editorial Hijos de la lluvia, - que presidía gustosamente, junto a la Casa del poeta peruano, aquellos días 17 y 18 de diciembre del siglo y milenio pasado le otorgaron; en el cual también logramos reunir a destacados escritores y poetas, en el marco de El último encuentro del milenio de escritores puneños, al final del fin… ese año 1999, del que nos despedimos con nostalgia, está llamado a figurar prominentemente en la historia, resultó apropiado organizarlo, pues el balance general para las letras altiplánicas del milenio – que se escapó como agua entre los dedos – fue favorable, no sólo en calidad formativa y producciones literarias de nivel, sino sobre todo ese cause desembocó en el lago de los brujos (El Titikaka), sobresaliendo una generación literaria contemporánea, aunque sin actos de rebeldía, pero que aportaron un estilo nuevo, aportes que se justifican con las temáticas que se plantean ahora.

También cabe destacar que aquel año de 1999, fue testigo no sólo del Último encuentro… sino que en los anales de la literatura puneña dejó establecido – aún hoy – para institucionalizarlo el Premio Carlos Oquendo de Amat a las letras puneñas, en sus distintos géneros otorgados, y que gentilmente apoyara en su difusión desde su dirección el Dr. Samuel Frisancho. Este Premio presentó retos posteriores para brillar con luz propia en la meseta y el cielo del Ande nuestro, pero aunque no tuvo grandes algazaras, nadie – excepto uno o dos – puso en duda que los ganadores del Premio produjeran un clímax en el proceso de la literatura puneña con sus libros publicados (los dos últimos años específicamente). Entre los que se premiaron en sus diferentes facetas estuvieron: Género Poesía, Boris Espezúa Salmón, (libro: Alba del pez herido); Género Cuento: Feliciano Padilla (libro: Polifonía de la piedra), Género novela: Jorge Flores Aybar (libro Más allá de las nubes); Género Ensayo: José Luis Ayala Olazábal (libro: Carlos Oquendo de Amat cien metros de un poeta vanguardista itinerante. De la subversión semántica a la utopía social); Género Periodismo: Periodista Samuel Frisancho Pineda, director diario Los Andes.

Entonces veíamos un altiplano mucho más unido por sus representantes en nuestro entorno, que comprometía a los que germinaban lejos nuestra literatura; forjando por ello un altiplano mucho más aglutinado, que fue un factor con el que – espero aún – Puno cuente en el ámbito nacional e internacional.

El propósito que el Grupo Editorial Hijos de la lluvia, junto a la Casa del Poeta peruano - Filial Juliaca, presidida por el poeta Fidel Mendoza, quien suscribe y era el Coordinador general del Encuentro, que tuvo como premisa: Premiar, obras que por la crítica entendida sea valorada como fundamental, que sea dentro de sus fronteras muchísimo más vasta que las que se comentan fuera.

Ya entrado un nuevo milenio, se organizó un 1er. Encuentro del milenio de escritores puneños, Homenaje a Edward Huamán Frisancho, los días 26 y 27 de enero del 2001 en las ciudades de Puno y Juliaca respectivamente, y que nuevamente desde su dirección del diario Los Andes, Samuel Frisancho apoyó en su difusión.

Al constituirse la prensa escrita del diario Los Andes en la ciudad lacustre de Puno en un fin o medio de servicio social, en esencia, cabría destacar lógicamente que otra de sus funciones primarias que dejará Samuel Frisancho, es la de educar en un sentido amplio a la colectividad, ya que a tiempo de informar y orientar, dirigir, enseñar e impulsar a desarrollar y activar las facultades, en síntesis incitó e incita a formar una conducta adecuada para que tanto el individuo como el conglomerado social íntegro, observen y hagan posible una vida pacífica, armoniosa y cohesionada.

En nuestro medio, el Cuarto Poder del estado como se le considera a la prensa, no siempre ha jugado un papel descollante dirigido hacia la construcción de una sociedad justa, progresista e integrada sino más bien han existido algunos órganos informativos desquiciadores de la unidad de la familia puneña, ya sea por razones políticas, regiones geográficas o por precautelar los intereses de determinados grupos económicos, lo cual en lugar de contribuir a la formación de una sociedad armónicamente integrada, dirigida a una población sedienta de unidad y con aspiraciones de formar una patria digna, desarrollada con la fusión de la técnica y la cultura propia del medio y, por ende, elevar esa cultura ancestral equiparando a la que tienen países considerados como de alto grado de desarrollo, ha hecho que sólo haya confianza en determinados estratos y sectores sociales hacia los medios de comunicación de masas.


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Tomado de: http://www.losandes.com.pe/Cultural/ 08-mayo-2011.

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