lunes, 4 de junio de 2012

Tratado del cielo y del infierno (Ortodoxias y heterodoxias en la poesía puneña post-2000)



Escribe: darwin bedoya



0.- In - Tension / Ex - Tension:
 

Creo que después de todo el poeta se torna en una especie de crítico. Crítico porque es el
único que se anota en las apuestas para poder señalar ciertas sensibilidades. Entonces, a
diferencia  de  los  críticos  literarios,  el  poeta  no  critica  puramente  obras  poéticas  o
narrativas,  opta  por  criticar  sensaciones,  percepciones,  imágenes  y,  en  alguna  medida,
emociones.  Sin  embargo,  a  veces  ni  siquiera  encuentra  lo  que  busca.  Porque  aquellos
textos que reclaman llamarse poemas, sencillamente no lo son. 
Puno, que hasta hace poco fuera uno de los departamentos llamados núcleos de la
poesía  peruana,  por  su  marcada  tradición  poética  con  nombres  que  resultaría  burdo
mencionar. Hoy solamente es una sombra extinguiéndose, aunque se haya dicho en otrora
que  los  poetas  en  este  lado  del  sur  peruano  existían  hasta  debajo  de  las  piedras.  En  la
primera  década  del  siglo  XXI  los  incógnitos  noveles  se  han  dedicado  a  denegar  esta
afirmación, ellos que hoy, por sus méritos, conforman la Generación Perdida nos parecen
haber  dicho  que  estos  diez  años  no  fueron  suficientes  para  nada  poético.  No  se  pudo
encontrar poesía ni con lupa.   
Lo  arquitectónico  y  premeditado  no  se  dio.  Tampoco  las  inspiraciones  fortuitas,  ni
los proyectos escriturarios. Ni siquiera un buen síntoma que pueda subvertir ese repliegue.
No se dio, como  en otros tiempos, el rastro de la clara señal de que ahí podría ocurrir algo
en unos años más. ¿Dónde están entonces los presupuestos estéticos? ¿En qué radica la
inteligencia crítica y la sensibilidad expansiva? ¿Qué se debe regular en el espíritu crítico?
¿Qué de la exuberancia? ¿Qué de la demasía y el desperdicio? ¿Qué de la filigrana y el
juego?  ¿Hasta  dónde  se  debe  llegar  con  los  flujos  de  conciencia?  ¿Dónde  quedan  las
reminiscencias  y  el  control  del  subconsciente?  ¿Qué  se  supone  el  sujeto  lírico  frente  al
discurso? ¿Cuál es el poder voraz de la creación poética a la hora de la escritura? ¿Cuánto
importa la diferencia de estilo y el grado de evolución poética? ¿El problema acaso está en
que no hay nada nuevo bajo el sol? ¿Realmente está ya todo dicho en poesía? ¿Qué es lo
que  hay  que  reinventar  entonces?  ¿Cómo  es  que  se  puede  llegar  a  ser  original?  ¿Hacia
dónde  se  debe  evolucionar  en  la  propuesta  poética?  ¿Qué  le  ocurre  a  la  poesía  actual?
¿De  qué  diablos  hablamos  cuando  nos  referimos  a  la  tradición?  ¿Debemos  enterrarla?
¿Debemos  encadenarnos  a  ella?  ¿Es  necesario  armar  grupúsculos?  ¿Nacen  o  se
descubren nuevas voces en las bandas poetiles? ¿Funcionan las  sectas poéticas? ¿Cuál
es  la  lógica  de  la  poesía  contemporánea?  ¿Qué  de  la  prosa  poética?  ¿Qué  de  los  libros
totales? ¿Qué de los proyectos o programas poéticos? ¿Qué de las editoriales? ¿Qué de
los  prologuistas?  ¿Qué  de  los  costos  de  edición?  ¿Qué  de  los  recitales?  ¿Qué  de  la
postpoesía? ¿Qué de los  remakes? ¿Qué de la intertextualidad?  ¿Qué de lo rizomático?
¿Qué  de  los  poemas  performances?  ¿Qué  de  la  poesía  fónica?  ¿Qué  de  la  polipoesía?
¿Qué de la poesía fractal? ¿Qué de la holopoesía? ¿Qué de los poemas objeto? ¿Qué de
la videopoesía? ¿Qué de los poemas plásticos?  ¿Qué de la poesía multimediática? ¿Qué
de la poesía digital? ¿Qué del neobarroso? ¿Qué de lo andino? ¿Qué del neoindigenismo?
¿Qué de lo posmoderno? ¿Cuánto de lo nuevo valdrá de aquí a cinco años? ¿Cuánto de lo
viejo?  ¿Qué  de  Oquendo?  ¿Qué  de  Rimbaud?  ¿Qué  de  Mallarmé?  ¿Qué  de  otros
dinosaurios?  ¿Qué  de  los  poetas  puneños?  Creo  que  después  de  todo  el  poeta  se  debe
tornar  en  una  especie  de  crítico.  Porque  tal  vez  la  poesía  de  toda  la  vida  no  ha
evolucionado  desde  hace  mucho  tiempo.  Y  no  evolucionará  ni  cambiará  nunca.  Seguirá
siendo  la  misma  que  nos  provoca  los  delirios  y  entelequias  que  nos  sacude  el  alma.  La
poesía  de  toda  la  vida,  esa  que  no  pasará  nunca,  sigue  siendo  la  misma,  como  si
Baudelaire  y  Rimbaud  y  Pound  y  Eliot  y  Keats  y  Celan  y  Cravan  y  Oquendo  hubiesen
implantado  los  límites  o  las  fronteras  máximas  del  proceso  de  la  poesía.  La  nulidad  del 
crecimiento.  ¿Entonces  qué  hacer  con  el  panorama  poético  que  está  casi  como  un  río
estancado?  ¿Qué  hacemos  con  la  capacidad  de  reinvención  de  los  noveles?  ¿Qué  libro
deberíamos tomar como punto de partida dentro de un par de años? ¿Qué hacemos con
los  egos  descoyuntados?  ¿Y  cuánto  importan  ahora  los  concursos  literarios?  ¿Qué
podríamos  medir  con  los  concursos  literarios  si  existieran?  ¿Qué  pasaría  si  de  pronto
alguna  entidad privada  o  estatal  organizara  un  concurso  de  poesía?  ¿Quién  participaría?
¿Qué  tipo  de  poesía  sería?  ¿Ganaría  el  típico  premio  declarado  desierto?  ¿Habría
participantes? ¿Dónde queda entonces la poesía? ¿Quién preservará entonces la esencia
humana ante lo fútil? ¿Hacia dónde debe ir la poesía en estos tiempos? Creo que después
de todo no hay que limitar a la poesía a ese anquilosamiento de la formalidad  y el estado
netamente lingüístico. Creo que hay que darle otro tipo de alas para que pueda explorar y
perfeccionarse dentro de ella misma. Tal vez requiere de una alquimia entre cierto tipo de
emoción e intelecto conjugándose indefinidamente. Tal vez un poema debe ir más allá de
las significaciones contextuales e históricas. Quizá un poema de hoy deba ser un sistema
volcado hacia sí mismo, con sus propias leyes, un poema cuya única fe sea la aprehensión
o  la  urgencia  de  insertarse  al  mundo  a  través  del  logos  poético.  Tal  vez  un  poema
partiendo de la proliferación de significantes en continua exteriorización hacia lo visible. Tal
vez.

1.- La Generación Perdida:

        Han  transcurrido  cientos  de  años  desde  los  primeros  ejercicios  experimentadores  e
innovadores que hiciera el poeta griego Calímaco, siempre buscando una poesía nueva y
distinta  a  todo  lo  escrito  hasta  el  día  de  su  lectura.  Tiempo  después,  revisando  nuestro
espacio  latinoamericano,  vino  la  abrumadora  innovación de  las  vanguardias,  prosiguieron
después  las  insolencias  líricas  de  Oliverio  Girondo,  las  invenciones  del  concretismo
brasileño,  entre  otros  momentos  descollantes  podemos  mencionar  también  la  fracturada
voz de Vallejo, la antipoesía de Nicanor Parra, la ludicidad y el criticismo de Octavio Paz y,
recientemente,  las  múltiples  operaciones  escriturales  basadas  en el  lenguaje  a través  del
neobarroco latinoamericano con Lezama, Perlongher y Kozer.  En el Perú, anotando estas
coordenadas  innovadoras,  y  avanzando  en el  tiempo,  recientemente  se  ha  hablado  de la
gran calidad de los libros de los poetas de los  ’90 (hay una larga lista), claro, después de
ellos, la estela poética ha seguido creciendo en nuestro país; y es que enseguida vinieron
casi  como  una  enfermedad  más  de  un  centenar  de  libros  y  todos  ellos  con  diversas
propuestas, estos son por ejemplo algunos libros que marcaron un quiebre y un momento
en  el  proceso  poético  peruano:  Présago  de  Romy  Sordómez,  Quién  las  hojas  de  Miguel
Ángel  Sanz  Chung,  Virus  pop  de  Rafael  García  Godos,  Dos  niñas  de  Egon  Schiele  de
Álvaro  Lasso,    El  jardín  de  los  amables  espinos  de  Arianna  Castañeda,  Aprendiendo  a
hablar  con  las  sombras  de  Víctor  Ruiz,  Autorretrato  de  Alessandra  Tenorio,  Marineros  y
boxeadores  de  Jerónimo  Pimentel,  Nuevos  poemas  italianos  de  Renato  Cisneros,  Las
falsas actitudes del agua de Andrea Cabel, Conspiración de la ceniza de Ángel Ibarguren,
Las  pieles  del  Edén  de  Patricia  Colchado,  La  distancia  es  siempre  la  misma  de  Manuel
Villarán,  La  primera  anunciación  de  Cecilia  Podestá,  Canto  de  la  herrumbre  de  José
Agustín Haya de la Torre, Galería de Miguel Ángel Malpartida, Conflicto azul de Raúl Solís,
Euritmia  de  Denisse  Vega  Farfán,  Reino  cerrado  de  Erika  Almenara,  Catedral  de  José
Miguel  Herbozo,  San  Felipe  Blues  de  Bruno  Mendizábal,  Lugares  prácticos  de  Emilio  J.
Lafferranderie  y  Mi  niña  veneno  en  el  jardín  de  las  baladas  del  recuerdo  de  Tilsa  entre
otros libros que no sólo fueron y siguen siendo una presencia entusiasta, sino también una
clara señal de seriedad y propuesta en las últimas páginas de la poesía peruana, que por
cierto  también  tuvo  grupos-epicentros  como  Sociedad  Elefante,  Segregación,  Coito  Ergo
Sum, Cieno, El Club de la Serpiente y Colmena.
      Mientras  que  en  Puno,  luego  de  una  presencia  entusiasta,  delirante,  sensata,
irreverente,  anónima,  innegable,  corrosiva  y  otros  adjetivos  de  este  calibre  que  acusen  a
los  poetas  puneños  de  los  ’90,  siempre  habrá  lugar  para  hablar  de  ellos;  pero  hoy  que
contemplamos  el  panorama  actual  de  la  poesía  puneña,  vemos  que  concluida  la  primera
década  del  2000,  bien  podría  afirmarse  que  hubo  una  Generación  Perdida  en  la  década
que se acaba de ir,  perdida en el sentido de que solamente fue  un susurro  en el receso.
Los  dos  o  tres  poetas  post-2000  dijeron  este  verso  es  mío  con  una  poesía  insuflada  de
emociones e improvisaciones, carente de las exigencias mínimas de la poesía. En algunas
casos,  llegando  tal  vez  a  la  exageración  y  hablando  de  los  que  mínimamente  se  puede
rescatar algo,  podría hablarse de una cierta y paupérrima imitación de estilos, lenguaje e
imágenes  tomadas  de  sus  predecesores.  Estos  últimos  no  trajeron  nuevos  enfoques,
tampoco otras perspectivas u otras sensibilidades. No desarrollaron  propuestas. Creo que
escribieron en un contexto que fue casi el mismo que el de hace casi 30 ó 40 años atrás.
Inclusive,  lo  exiguo  que  han  publicado  se  resume  a plaquettes  o fotocopias  que tampoco
podrían  tomarse  en  cuenta  en  un  estudio  riguroso,  donde  hasta  cabría  la  posibilidad  de
mencionar  que  nunca  existieron,  ni  dos  ni  tres.  Una  completa  y  auténtica  Generación
Perdida.  Forzando  una  presencia  inconclusa,  lo  que  tal  vez  hemos  encontrado  es  un par
de textos aceptables, o medianamente bien escritos, comestibles en cuestiones de lectura,
aunque  no  sean  textos  virtuosos  en  términos  de  destreza  poética.  Ni  siquiera  son  textos
efectistas,  por  no  decir  menos.  Y  como  ya  señalamos  en  varios  comentarios  anteriores:
son el resultado de puras emociones. Puro lirismo. Superficialidad. Nada impactantes. No
revelan nada más allá de una incipiente poesía.  Y precisamente por eso no sobrevivirán.
Los días y los años, estoy seguro, me podrán corroborar.  Ningún decir poético los podría
situar  en  un  sitio  aparte,  ya  sea  como  noveles,  imitadores,  plagiarios  o,  según  ellos,
asumiéndose Les poètes maudits en la investidura de Rimbaud o Baudelaire. A lo que voy
no es a cuestionar la sutileza y frescuras que pueden acarrear el quiebre o la mezcolanza
presentes hoy entre los poetas que, inclusive hace rato dejaron de ser adolescentes, a lo
que voy es a la continuidad de una tradición por demás llena de momentos apoteósicos en
la literatura puneña. A eso voy. 

2.- Gato encerrado:


Tirada  al  tacho  la  primera década  de  este siglo,  y  ante  esta  decible  verdad,  creo  que  los
poetas  de este otro  post-2000  que  publican  su  primer  volumen  a partir  del  año  2011  (les
espera  una  década),  ellos  al  menos  tratan  de  instalarse  detrás  de  un  yo  cada  vez  más
intensificado  en  sus  líneas  de  abordaje,  lo  que  implica  una  autoagresión,  un  subir  los
decibeles de esta música que nos convoca, específicamente del discurso poético; tesitura
que  tal  vez  sea  el  único  territorio  propio.  Lo  que  se  puede  ver  es  un  sujeto  poético  que
expone  sus  versos,  ahora  a  partir  de  estos  poemarios  iniciáticos,  de  corte  intimista  y  en
permanente crítica con ellos mismos, creo que lo que hacen es tratar de bifurcar el camino
trazado  con  antelación.  La  tematización  de  los  desencantos  reitera,  una  vez  más,  a  la
poesía y sus orígenes. Y nos preguntamos: ¿Hacia dónde va la poesía en estos tiempos?
Creo que de antemano no hay respuesta. Desde siempre, el hombre ha tenido necesidad
de  decir,  decirse,  repetirse  la  misma  respuesta.  Sí,  la  poesía  ha  surgido  de  la  música  y
desde la modernidad se han tratado de fijar los límites y marcos de las artes. La poesía de
nuestros  tiempos  parece  regresar  a  su  origen,  parece  que  trata  de  llegar  a  su  punto  de
partida,  pero  ahora  con  añadidos,  principalmente  tecnológicos,  que  privilegian  lo  visual,
pero  no  olvidemos  las  otras  posibilidades  poéticas  contemporáneas,  donde  podemos
encontrar  versiones  poéticas  disímiles,  tanto  que  podemos  hablar  del  spoken  word,
cercano  por  ejemplo  al  slam  poetry  el  mismo  que  casi  se  conecta  con  la  electropoesía.
Luego  la  minimización  lírica  con  la  micropoesía,  después  distribuyéndose  con  la  poesía-performance,  emparentada  con  la  poesía  multimedia,  las  poéticas  de  la  exploración  y,  la
mezcla  de artes, etcétera,  etcétera.  En este sentido,  si llegara la  poesía a no ser poesía,
digamos  a  querer  desaparecer,  resurgiría,  volvería  a  empezar,  siempre  como  una
necesidad del hombre y la humanidad de buscarse. Ante esta realidad, creo que el poeta
asume  el  riesgo  de  la  escritura,  logra  entender  la  poesía  como  una  respiración  que
encarna el verbo, haciendo del lenguaje un latido preciso, orgánico y autónomo, al margen
y, a veces, dentro de tantos artificios mal llamados poesía.


3.- Tratado del cielo:


     En términos políticos y espacios de creatividad, diremos que los ’80 tuvieron, para la
creación literaria, un escenario movido, agitado para la concreción de sus ideales poéticos,
lógicamente  ese  fue  un  gran  adversario,  pero  como  en  el  resto  del  país,  otros  poetas
supieron salir a flote con uno o más libros publicados. Los poetas de los años ’90
emergieron dentro de un firmamento que aún tenía ciertos vestigios de la violencia política
aparecida en los ’80 y que por lo mismo el ambiente casi les fue agreste para la creación.
Y,  en  el  caso  de  los  poetas  del  2000  (que  no  escribieron),  el  espacio  político-social
creemos  que fue  un poco  más  propicio,  hubo  un enemigo  que  ya  no  era unidireccional y
que,  tal  vez  por  eso,  no  impuso  un  total  desencanto,  claro,  la  situación  no  fue  del  todo
benigna,  diremos  en  términos  económicos.  Ahora  en  cambio,  el  clima  parece  haber
mejorado, consideramos que las nubes no son tan grises que digamos. Algunos rubros se
han estacionado en alguna medida. El ambiente empieza a cambiar y otros son los modos
de pensar, de escribir, de hacer poesía.
        Volteando  la  página,  después  de  un  aparente  empecinamiento  con  esos  vericuetos
malllamados  o  bienllamados  con  nombres  como    neorromanticismo,  postvanguardismo,
transvanguardismo,  hibridismo,  transindigenismo  y  ludismo  creo  que  podemos  hablar  de
nuevas  voces  en  el  escenario  poético  de  la  nueva  poesía  puneña.  Entre  los  autores  que
han lanzado el primer verso, pero en serio y con un libro también sensato,  mencionaré a
Carlos Mendoza (Ayaviri, 1990), su opera prima Cuerpo enamorado, (Grupo Editorial Hijos
de  la  lluvia
,  2011,  64  pp.),  es  un  texto  donde  el  hablante  poético  usa  un  tono  intuitivo,
vislumbra su habilidad de discurso. En cierto sentido,  Cuerpo enamorado, es un libro que
se inclina por una senda lineal, de un punto de partida a una meta, pero como todo viaje en
su camino hay pequeñas historias que quieren ser releídas:  Niña, tú que acaricias el cielo
con  una  sonrisa/y  le  das  color  a  mi  alma,  /tú  que  sabes  el  itinerario  de  la  inocencia/el
camino  de  la  verdad  aprendida/adónde  irán  los  versos  de  este  poema,/  escritos  bajo  tu
sombra, con tu recuerdo/ niña de bondades/esta noche/ quiero amar tu nombre.
(I: p. 45)
      La mayor cantidad de textos que componen  Cuerpo enamorado se instalan en la vida
que  celebra  el  amor,  la  pasión,  la  poesía,  la  imaginación,  las  visiones,  los  sonidos
abordados  bajo  un  lenguaje  mesurado,  de  estructura  casi  tradicional,  aunque  a  veces
alejada de quiebres lingüísticos o experimentos en ámbitos sintácticos. En este poemario,
Mendoza retrata un tiempo que aún no concluye del todo en su propia vida. Una historia de
melancolías, desgarros y exilio, donde el miedo, pero también el amor, se entrecruzan con
la nostalgia perdida y la esperanza casi extinguiéndose en la esperanza: Dulce cristal / tus
pupilas incandescentes / llorarías si se perdiera el hombre / que siempre te mira detrás de
la ventana / y ligeramente a un lado de la tristeza.
(III: p. 46)
        Desde luego, el lenguaje anda estremecido por aquello que quiere contar, un temblor
traducido en crear imágenes y enlazarlas con música, el alma de la  poesía.  A la  vez que
aparece  otro  mundo  con  el  hablante  poético,  él  se  hace  visible,  se  erige  entonces  un
lenguaje  cargado  de  imágenes,  como  un  árbol  y  sus  visibles  y  fulgentes  productos.  En
última  instancia,  es  parte  del  sentido  de  pintar  otra  tierra,  hacer  visible  sus  árboles,  sus
sombras y sus fulgures. En cada texto de este poemario se sigue atendiendo una realidad
que  reclama  un  paisaje  interior  que  se  puede  ver  desde  fuera,  versos  con  sensibilidades
que  nos  hacen  ir  más  allá  de  la  mera  comprensión  intelectual,  pues  en  sus  páginas  se
evoca y recrea un singular estado de ánimo,  se presenta un ambiente enrarecido a partir
de  lo  inefable  e  invisible.  Concretar  esa  sensación  por  medio  del  símbolo  es  parte  del
artificio  de  su  traslación  al  testimonio,  por  tal  razón,  lo  formal  y  lo  temático  se  encuentra
estremecido,  sentido:  Yo  he  sentido  tus  manos/una  noche  cálida  de  aplausos  y  luces
/también  tus  ojos  que  se  clavaban  /en  la  desnudez  de  los  míos  /yo  he  sentido  tu  aliento
muy de cerca /oxigenando mis sueños /y he sentido la ternura de tu ser /jugando conmigo.

(V: p.47). 
      La evocación y la visión forman el estado natural de esta poesía, creo que defrauda a
cualquiera que busque un referente inmediato. Pero esto no quiere decir que cancele lazos
con la realidad más palpable, pues no hay división, hay un énfasis de unidad, afirmarse en
un solo horizonte donde se le ha otorgado el valor justo a lo espiritual e intuitivo, al amor
mismo: Tu cabello se desnuda al compás del viento,/ tu frente de nácar y ébano,/ tus ojos
que  guardan  un  universo  misterioso,/  tus  labios  frutos  de  un  jardín  llamado  cielo,/  tus
manos llenas de inocencia,/ mujer echa de suspiros,/ataré a tu forma sencilla este poema,/
y una mañana cualquiera/ descubrirás el porqué/ los animales no hablan/ pero sí escriben.

(Anotaciones de tu cuerpo. p.12)
     Carlos Mendoza sabe que la poesía hace pie en lo fundamental y fundante y que debe
recobrar  ese  lenguaje  original  donde  la  aparente  imprecisión  o  asociación  insólita  es  vía
para acercarnos a la otra orilla. En un mundo como el que vivimos, desganado y que lleva
sobre su ánimo la sombra de un persistente pesar le hace bien esta miel y nos invita a leer
y escribir la vida. Finalmente, Cuerpo enamorado supone, a la vez, un ahondamiento en el
cosmos lírico y una estilización de sus rasgos más característicos: la búsqueda por querer
perfilar un yo incierto, y acaso imposible, en una realidad sin otros hilos conductores que la
poesía  misma  y  la  sensibilidad,  allí  se  resuelve  la  poesía,  creo  que  en  estos  poemas
encendidos  y  disgregados,  pero  a  la  vez  poseedores  de  una  insólita  cohesión,  creo  que
con ellos empieza la vida del poeta Mendoza. Después estarán los conflictos del amor y la
cotidianidad, encarnizados, se trabarán en una serie de combates cuyo resultado, siempre
brillante,  verá  transformado  el  mundo  y  la  vida  de  la  poesía  misma.  Leer  entonces  la
poesía de Carlos Mendoza no es sólo sentirse reconocido en lo que habla y canta el poeta;
sino también es poder reconocernos, en cada poema, en cada verso y poder vislumbrar los
diferentes  sentimientos  de  amor,  dolor,  pérdida,  soledad,  traición,  olvido.  También  es
disfrutar  de  su  estilo  rápido,  casi  siempre  corto  y  de  su  ritmo  a  golpes,  aunque  por
momentos  se  torne  más  suave,  que  lo  hacen  todavía  más  profundo.  En  una  siguiente
publicación diremos que Mendoza ya no se detendrá a pensar sobre el tiempo que pasa y
las  verdades  que  llegan  y  que  deja  entrever  detrás,  su  mano  nerviosa,  aunque  lúcida,
peculiar y complicada. Sabemos que en esto que en verdad es el infierno muchos son los
invitados, pocos los elegidos: no hay líneas para tanta gente. Tres no pueden comer donde
comen dos. Este, en verdad, es el infierno.

4.- Tratado del infierno:

    Cuerpo enamorado es el anuncio de los próximos libros de poesía que se vienen en la
colección Jaula de papel que el escritor y editor Walter L. Bedregal Paz lanza a través de
su  sello  Editorial  Hijos  de  la  lluvia,  entre  una  lista  de  varios  textos,  anunciamos  los
siguientes  poemarios,  ahora  en  prensa:  Sol  de  ánimas  de  Patricia  Gonzáles,  Sínodo
herbaje de Osman Alzawihiri y La canción del bufeo de Mijail Mercado. Aquí un adelanto:

5.- Segundo infierno:

Acaba de salir a luz el libro de Patricia Gonzáles, Sol de ánimas, Grupo Editorial Hijos de la
lluvia,
2011, 66 pp.),  Walter L. Bedregal ha señalado sobre este libro lo siguiente: Sol de
ánimas  es  un  libro  lleno  de  simbolismos  e  imágenes  conectadas  con  una  épica-estética
donde lo lírico, lo lúdico, lo mítico y lo onírico, se entretejen con un lenguaje que desborda
las palabras, las detona y las infringe en búsqueda de un nuevo discurso con significados y
efigies  estrictamente  metapoéticas  que  recurren  a  la  intertextualidad,  a  la  reescritura.  La
autora  parece  buscar  lo  más  arcano  de  la  liricidad  (las  ánimas)  que  se  interconecta  con
cada  cuadropoema  expresado  a  través  de  las  palabras,  las  cuales  sabe  emplear  en  el
lugar  exacto  para  cada  uno  de  los  versos  que  posiblemente  sean  sueños  despiertos  que
suscitan un tono poético de realidad que sorprende.
Aquí una breve muestra:


Tema del silencio

Escribo mi nombre en el crepúsculo ignoto, 
nadie llega. 
Las letras se dispersan como notas de una canción lejana, 
pájaros extraviados en desiertos cercanos, mis manos. 
Dejo de escribir y las aves callan. 

Amanece.


Tema del olvido

Creí que se derramaba el olvido. 
Creí que se ahogaban mis manos. 
También creí que no podría morir, 
y lloraba. 

Sé que no fue la gloria de la inmortalidad. 
Era el olvido viniendo por mí.








Tema de la resignación


Aún ciega sigo viendo tu fantasma cerca de mis ojos.


VARIACIONES SOBRE UN TEMA DE  SYLVIA PLATH

Una tarde me di cuenta que era demasiado cobarde para el suicidio. Entonces quise la vida. Alguien tuvo que
darme su sangre noche tras noche, día tras día. Ahora soy la que traza en los astros otro destino. 


VARIACIONES SOBRE UN TEMA DE ANNE SEXTON

Hace mucho tiempo que hago  piedras en cada paso  nuevo  que  doy: me detengo. Tengo  un temblor en  los
caminos  y hay cactus  y abismos. Hago piedras  desde que dejé de ser  la posibilidad ante el abismo. Desde
que mis ojos son una bruma de amarras y telarañas confundiéndose. Hace mucho tiempo que hago abismos
en mis manos.


DESPUÉS DE LEER A NOVALIS

Hoy  la  soledad  va  guardando  sus  ropas  en  mi  armario.  Va  tejiendo  nuevos  trapos  manchados  con  olor  a
silencio. Hoy tendré que cerrar las puertas de mi casa.


DESPUÉS DE LEER A JOHN KEATS

No  incrusten  pájaros  en  mis  cabellos.  No  dejen  que  las  arañas  olviden  sus  patas  en  mí.  No  dejen  que  la
noche caiga sobre los cuerpos: cierren la vida esta misma noche.

EJERCICIO SOBRE T. S. ELIOT

Un día habrá otras huellas inútiles que desandar. Después de todo, nunca fuimos eternos.


EJERCICIO SOBRE OQUENDO DE AMAT

La  distancia  comienza  a  tejer  una  luna  nueva.  La  plaza  es  una  fotografía  lenta  en  escala  de  grises.  Se
prohíbe amar esta tarde. No vengas esta noche. Voy a pensar en ti. Como una película, no existe más amor
que el mío para nadie. 



de Sol de ánimas de Patricia Gonzáles (Juliaca, 1978)




*  *  *  *  *  *

Salí  de  los  guijarros  de  una  calle  que  transita  junto  conmigo  en  los  rincones  del  abismo.  Tomando  la
humareda  de  sus  tardes,  en  una  niña  que  agranda  sus  ojos  de  luna.  Sus  dedos  destejen  las  noches  para
ceder  un  tiempo  más  a  los  crepúsculos  de  su  ausencia  y  para  peinar  sus  noches  de  vigilia.  Es  decir,  un
cuerpo se llena de mariposas que visten su distancia.

Ahora  pasa  una  habitación  con  gestos  que  te  abrazan  como  si  llegáramos  desde  una  lejura  inolvidable.
Busco un lugar en los parajes que ocupa mi soledad. Intento ceñirme en los tajos que se esconden como si
no descansaran mis pesadas plumas de estero.

Todos  los  vacíos  se  veían  en  los  espejos  de  la  cortina  como  los  recuerdos  pegados  en  un  mismo  orden.
Como si fuese un reflejo de las calles que nadie ha caminado hasta no ser nunca. Estoy en los colores de la
noche.

Las dehesas de mi huerto son las noches que guardan nuestros huesos en un cementerio fuera de cualquier
osario.  Me  siento  a  su  lado  para  acompañarlas  en  estas  noches  misteriosas,  para  contarnos  sin  vernos  en
esa  realidad  que  está  en  otro  sitio.  Cuántos  caballos  enmohecidos  por  la  ceniza  pasan  por  estos  lares  sin
tiempo. Cuántos oídos nos abrirán la boca sin pronunciar ninguna oración.

Me despojaré del cuerpo blanco que tengo, luego echaré al fuego mi vida, lejos, en una liturgia terrenal de las
noches. Sacaré las piras en la oscuridad de las cuevas, donde a todo hombre se le prohíbe acercarse.

Hallé una flor escurriendo colores en las rejillas de un velo. Y sé, cuando abres la puerta, simulando alguna
presencia, sólo ves crecer la noche en las luces de la ciudad: y te dices por dentro: por qué de tantas horas
solamente puedo escoger las noches en que se rezan las oraciones más desconocidas. Por qué pienso que
alguien más se hará partícipe en esta comunión de velas que giran goteando racimos de hostia.


de Sínodo herbaje de Osman Alzawihiri (Azángaro, 1982)

                                                             *  *  *  *  *  *


               Hotel / tu recuerdo deshaciéndome lentamente


                                                  Hotel.              La 
                                                                                        Lluvia 
                
Ha desatado el arco iris sobre el viejo oriente.
Como el anterior invierno, la señorita tristeza se ha puesto a zurcir estas viejas tardes en que tú
Me regalabas una luna tuberculosa.
¿Sabes? Sobre todo te extraño ahora, porque me he puesto más viejo que Freud. 
Porque tu blusa aún desviste mi recuerdo.
Yo no sé decir estas cosas. Pero sé que en algún lugar la lluvia te hace llegar la humedad de mi corazón.  
Y tú
Como la muchacha que esconde su sombra tibia mientras el cielo se traga los peces- seguramente pensarás
en mí como algo lejano, la chaqueta manchada de tus besos, esperándote con un pedazo de sol.

Hotel. Cinco de la tarde.
Sin duda, me haces falta. El piano olvidado. Tu recuerdo garabateado en el espejo.

Ahora por ejemplo, recuerdo aquellas noches en que atabas mis manos a tu cintura. 
Por entonces yo te regalaba estrellas de mar, mientras tú descansabas y te comías mis sueños.
             Y ahora,
Sin duda, duermes lejos de mi cuerpo, seguramente comes de las estrellas recién cortadas.
 
Por ahora la distancia se ha comido el otoño.
El cigarrillo de estos crepúsculos enciende el olfato de la muerte, que viene a tocar mi puerta con su
tarjeta de visitas.

 Yo le digo adiós cordialmente como en veranos anteriores.               
            A tientas busco el pretexto de las mariposas para dibujar tu cuerpo.
Y siento a alguien detrás, no se quién (a lo mejor mi sombra) husmeando cerca y diciéndome que no
volverás. Yo creo que es la señorita muerte.




Difícil setiembre


Ahora que setiembre se aleja como una viejita dulce, tibia, lejana; a lo mejor te escriba postales con
mariposas secretas.
Después de todo este picnic y sus veranos, te escribí este poco de mis absurdos dulces.
Sabes que me gustan tus ojos, sobre todo cuando descansan y desatan los peces de mis sueños.
Por eso y aquellas tantas cosas que debiera haberte dicho mientras garabateaba el amor en tu piel, déjame 
decirte:
  Ven, guarda esta luna nueva que  planté para ti. Ven,  deja que guarde esta noche en tus
bolsillos.

A pesar de todo,  sé de tus ojos cazando las luciérnagas.
Sé de tu secta de palomas acuchillando los crepúsculos de Seúl.
Y ahora tú, mujer dulce de 19 años, ¿dónde estás? 
Difícil el tiempo para mis postales celestes.         
  Difícil setiembre para ir de picnic a la luna.

Ahora        
tan sólo
desearía a la muerte con sus ojos de bisonte.
entonces fuera a verte
nuevamente descubrir la desnudez de tus ojos.
Besarte. Tus ojos sujetándome. 
                        Tú, 
señalándome el camino de la noche y otros tantos demonios.
Y decirte adiós como nadie supo.

de La canción del bufeo de Mijail Mercado (Azángaro, 1990)

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