Escribe: darwin bedoya
0.- In - Tension / Ex - Tension:
Creo que después de todo el poeta se torna en una especie de crítico. Crítico porque es el
único que se anota en las apuestas para poder señalar ciertas sensibilidades. Entonces, a
diferencia de los críticos literarios, el poeta no critica puramente obras poéticas o
narrativas, opta por criticar sensaciones, percepciones, imágenes y, en alguna medida,
emociones. Sin embargo, a veces ni siquiera encuentra lo que busca. Porque aquellos
textos que reclaman llamarse poemas, sencillamente no lo son.
Puno, que hasta hace poco fuera uno de los departamentos llamados núcleos de la
poesía peruana, por su marcada tradición poética con nombres que resultaría burdo
mencionar. Hoy solamente es una sombra extinguiéndose, aunque se haya dicho en otrora
que los poetas en este lado del sur peruano existían hasta debajo de las piedras. En la
primera década del siglo XXI los incógnitos noveles se han dedicado a denegar esta
afirmación, ellos que hoy, por sus méritos, conforman la Generación Perdida nos parecen
haber dicho que estos diez años no fueron suficientes para nada poético. No se pudo
encontrar poesía ni con lupa.
Lo arquitectónico y premeditado no se dio. Tampoco las inspiraciones fortuitas, ni los proyectos escriturarios. Ni siquiera un buen síntoma que pueda subvertir ese repliegue.
No se dio, como en otros tiempos, el rastro de la clara señal de que ahí podría ocurrir algo
en unos años más. ¿Dónde están entonces los presupuestos estéticos? ¿En qué radica la
inteligencia crítica y la sensibilidad expansiva? ¿Qué se debe regular en el espíritu crítico?
¿Qué de la exuberancia? ¿Qué de la demasía y el desperdicio? ¿Qué de la filigrana y el
juego? ¿Hasta dónde se debe llegar con los flujos de conciencia? ¿Dónde quedan las
reminiscencias y el control del subconsciente? ¿Qué se supone el sujeto lírico frente al
discurso? ¿Cuál es el poder voraz de la creación poética a la hora de la escritura? ¿Cuánto
importa la diferencia de estilo y el grado de evolución poética? ¿El problema acaso está en
que no hay nada nuevo bajo el sol? ¿Realmente está ya todo dicho en poesía? ¿Qué es lo
que hay que reinventar entonces? ¿Cómo es que se puede llegar a ser original? ¿Hacia
dónde se debe evolucionar en la propuesta poética? ¿Qué le ocurre a la poesía actual?
¿De qué diablos hablamos cuando nos referimos a la tradición? ¿Debemos enterrarla?
¿Debemos encadenarnos a ella? ¿Es necesario armar grupúsculos? ¿Nacen o se
descubren nuevas voces en las bandas poetiles? ¿Funcionan las sectas poéticas? ¿Cuál
es la lógica de la poesía contemporánea? ¿Qué de la prosa poética? ¿Qué de los libros
totales? ¿Qué de los proyectos o programas poéticos? ¿Qué de las editoriales? ¿Qué de
los prologuistas? ¿Qué de los costos de edición? ¿Qué de los recitales? ¿Qué de la
postpoesía? ¿Qué de los remakes? ¿Qué de la intertextualidad? ¿Qué de lo rizomático?
¿Qué de los poemas performances? ¿Qué de la poesía fónica? ¿Qué de la polipoesía?
¿Qué de la poesía fractal? ¿Qué de la holopoesía? ¿Qué de los poemas objeto? ¿Qué de
la videopoesía? ¿Qué de los poemas plásticos? ¿Qué de la poesía multimediática? ¿Qué
de la poesía digital? ¿Qué del neobarroso? ¿Qué de lo andino? ¿Qué del neoindigenismo?
¿Qué de lo posmoderno? ¿Cuánto de lo nuevo valdrá de aquí a cinco años? ¿Cuánto de lo
viejo? ¿Qué de Oquendo? ¿Qué de Rimbaud? ¿Qué de Mallarmé? ¿Qué de otros
dinosaurios? ¿Qué de los poetas puneños? Creo que después de todo el poeta se debe
tornar en una especie de crítico. Porque tal vez la poesía de toda la vida no ha
evolucionado desde hace mucho tiempo. Y no evolucionará ni cambiará nunca. Seguirá
siendo la misma que nos provoca los delirios y entelequias que nos sacude el alma. La
poesía de toda la vida, esa que no pasará nunca, sigue siendo la misma, como si
Baudelaire y Rimbaud y Pound y Eliot y Keats y Celan y Cravan y Oquendo hubiesen
implantado los límites o las fronteras máximas del proceso de la poesía. La nulidad del
crecimiento. ¿Entonces qué hacer con el panorama poético que está casi como un río
estancado? ¿Qué hacemos con la capacidad de reinvención de los noveles? ¿Qué libro
deberíamos tomar como punto de partida dentro de un par de años? ¿Qué hacemos con
los egos descoyuntados? ¿Y cuánto importan ahora los concursos literarios? ¿Qué
podríamos medir con los concursos literarios si existieran? ¿Qué pasaría si de pronto
alguna entidad privada o estatal organizara un concurso de poesía? ¿Quién participaría?
¿Qué tipo de poesía sería? ¿Ganaría el típico premio declarado desierto? ¿Habría
participantes? ¿Dónde queda entonces la poesía? ¿Quién preservará entonces la esencia
humana ante lo fútil? ¿Hacia dónde debe ir la poesía en estos tiempos? Creo que después
de todo no hay que limitar a la poesía a ese anquilosamiento de la formalidad y el estado
netamente lingüístico. Creo que hay que darle otro tipo de alas para que pueda explorar y
perfeccionarse dentro de ella misma. Tal vez requiere de una alquimia entre cierto tipo de
emoción e intelecto conjugándose indefinidamente. Tal vez un poema debe ir más allá de
las significaciones contextuales e históricas. Quizá un poema de hoy deba ser un sistema
volcado hacia sí mismo, con sus propias leyes, un poema cuya única fe sea la aprehensión
o la urgencia de insertarse al mundo a través del logos poético. Tal vez un poema
partiendo de la proliferación de significantes en continua exteriorización hacia lo visible. Tal
vez.
1.- La Generación Perdida:
Han transcurrido cientos de años desde los primeros ejercicios experimentadores e
innovadores que hiciera el poeta griego Calímaco, siempre buscando una poesía nueva y
distinta a todo lo escrito hasta el día de su lectura. Tiempo después, revisando nuestro
espacio latinoamericano, vino la abrumadora innovación de las vanguardias, prosiguieron
después las insolencias líricas de Oliverio Girondo, las invenciones del concretismo
brasileño, entre otros momentos descollantes podemos mencionar también la fracturada
voz de Vallejo, la antipoesía de Nicanor Parra, la ludicidad y el criticismo de Octavio Paz y,
recientemente, las múltiples operaciones escriturales basadas en el lenguaje a través del
neobarroco latinoamericano con Lezama, Perlongher y Kozer. En el Perú, anotando estas
coordenadas innovadoras, y avanzando en el tiempo, recientemente se ha hablado de la
gran calidad de los libros de los poetas de los ’90 (hay una larga lista), claro, después de
ellos, la estela poética ha seguido creciendo en nuestro país; y es que enseguida vinieron
casi como una enfermedad más de un centenar de libros y todos ellos con diversas
propuestas, estos son por ejemplo algunos libros que marcaron un quiebre y un momento
en el proceso poético peruano: Présago de Romy Sordómez, Quién las hojas de Miguel
Ángel Sanz Chung, Virus pop de Rafael García Godos, Dos niñas de Egon Schiele de
Álvaro Lasso, El jardín de los amables espinos de Arianna Castañeda, Aprendiendo a
hablar con las sombras de Víctor Ruiz, Autorretrato de Alessandra Tenorio, Marineros y
boxeadores de Jerónimo Pimentel, Nuevos poemas italianos de Renato Cisneros, Las
falsas actitudes del agua de Andrea Cabel, Conspiración de la ceniza de Ángel Ibarguren,
Las pieles del Edén de Patricia Colchado, La distancia es siempre la misma de Manuel
Villarán, La primera anunciación de Cecilia Podestá, Canto de la herrumbre de José
Agustín Haya de la Torre, Galería de Miguel Ángel Malpartida, Conflicto azul de Raúl Solís,
Euritmia de Denisse Vega Farfán, Reino cerrado de Erika Almenara, Catedral de José
Miguel Herbozo, San Felipe Blues de Bruno Mendizábal, Lugares prácticos de Emilio J.
Lafferranderie y Mi niña veneno en el jardín de las baladas del recuerdo de Tilsa entre
otros libros que no sólo fueron y siguen siendo una presencia entusiasta, sino también una
clara señal de seriedad y propuesta en las últimas páginas de la poesía peruana, que por
cierto también tuvo grupos-epicentros como Sociedad Elefante, Segregación, Coito Ergo
Sum, Cieno, El Club de la Serpiente y Colmena.
Mientras que en Puno, luego de una presencia entusiasta, delirante, sensata,
irreverente, anónima, innegable, corrosiva y otros adjetivos de este calibre que acusen a
los poetas puneños de los ’90, siempre habrá lugar para hablar de ellos; pero hoy que
contemplamos el panorama actual de la poesía puneña, vemos que concluida la primera
década del 2000, bien podría afirmarse que hubo una Generación Perdida en la década
que se acaba de ir, perdida en el sentido de que solamente fue un susurro en el receso.
Los dos o tres poetas post-2000 dijeron este verso es mío con una poesía insuflada de
emociones e improvisaciones, carente de las exigencias mínimas de la poesía. En algunas
casos, llegando tal vez a la exageración y hablando de los que mínimamente se puede
rescatar algo, podría hablarse de una cierta y paupérrima imitación de estilos, lenguaje e
imágenes tomadas de sus predecesores. Estos últimos no trajeron nuevos enfoques,
tampoco otras perspectivas u otras sensibilidades. No desarrollaron propuestas. Creo que
escribieron en un contexto que fue casi el mismo que el de hace casi 30 ó 40 años atrás.
Inclusive, lo exiguo que han publicado se resume a plaquettes o fotocopias que tampoco
podrían tomarse en cuenta en un estudio riguroso, donde hasta cabría la posibilidad de
mencionar que nunca existieron, ni dos ni tres. Una completa y auténtica Generación
Perdida. Forzando una presencia inconclusa, lo que tal vez hemos encontrado es un par
de textos aceptables, o medianamente bien escritos, comestibles en cuestiones de lectura,
aunque no sean textos virtuosos en términos de destreza poética. Ni siquiera son textos
efectistas, por no decir menos. Y como ya señalamos en varios comentarios anteriores:
son el resultado de puras emociones. Puro lirismo. Superficialidad. Nada impactantes. No
revelan nada más allá de una incipiente poesía. Y precisamente por eso no sobrevivirán.
Los días y los años, estoy seguro, me podrán corroborar. Ningún decir poético los podría
situar en un sitio aparte, ya sea como noveles, imitadores, plagiarios o, según ellos,
asumiéndose Les poètes maudits en la investidura de Rimbaud o Baudelaire. A lo que voy
no es a cuestionar la sutileza y frescuras que pueden acarrear el quiebre o la mezcolanza
presentes hoy entre los poetas que, inclusive hace rato dejaron de ser adolescentes, a lo
que voy es a la continuidad de una tradición por demás llena de momentos apoteósicos en
la literatura puneña. A eso voy.
2.- Gato encerrado: innovadores que hiciera el poeta griego Calímaco, siempre buscando una poesía nueva y
distinta a todo lo escrito hasta el día de su lectura. Tiempo después, revisando nuestro
espacio latinoamericano, vino la abrumadora innovación de las vanguardias, prosiguieron
después las insolencias líricas de Oliverio Girondo, las invenciones del concretismo
brasileño, entre otros momentos descollantes podemos mencionar también la fracturada
voz de Vallejo, la antipoesía de Nicanor Parra, la ludicidad y el criticismo de Octavio Paz y,
recientemente, las múltiples operaciones escriturales basadas en el lenguaje a través del
neobarroco latinoamericano con Lezama, Perlongher y Kozer. En el Perú, anotando estas
coordenadas innovadoras, y avanzando en el tiempo, recientemente se ha hablado de la
gran calidad de los libros de los poetas de los ’90 (hay una larga lista), claro, después de
ellos, la estela poética ha seguido creciendo en nuestro país; y es que enseguida vinieron
casi como una enfermedad más de un centenar de libros y todos ellos con diversas
propuestas, estos son por ejemplo algunos libros que marcaron un quiebre y un momento
en el proceso poético peruano: Présago de Romy Sordómez, Quién las hojas de Miguel
Ángel Sanz Chung, Virus pop de Rafael García Godos, Dos niñas de Egon Schiele de
Álvaro Lasso, El jardín de los amables espinos de Arianna Castañeda, Aprendiendo a
hablar con las sombras de Víctor Ruiz, Autorretrato de Alessandra Tenorio, Marineros y
boxeadores de Jerónimo Pimentel, Nuevos poemas italianos de Renato Cisneros, Las
falsas actitudes del agua de Andrea Cabel, Conspiración de la ceniza de Ángel Ibarguren,
Las pieles del Edén de Patricia Colchado, La distancia es siempre la misma de Manuel
Villarán, La primera anunciación de Cecilia Podestá, Canto de la herrumbre de José
Agustín Haya de la Torre, Galería de Miguel Ángel Malpartida, Conflicto azul de Raúl Solís,
Euritmia de Denisse Vega Farfán, Reino cerrado de Erika Almenara, Catedral de José
Miguel Herbozo, San Felipe Blues de Bruno Mendizábal, Lugares prácticos de Emilio J.
Lafferranderie y Mi niña veneno en el jardín de las baladas del recuerdo de Tilsa entre
otros libros que no sólo fueron y siguen siendo una presencia entusiasta, sino también una
clara señal de seriedad y propuesta en las últimas páginas de la poesía peruana, que por
cierto también tuvo grupos-epicentros como Sociedad Elefante, Segregación, Coito Ergo
Sum, Cieno, El Club de la Serpiente y Colmena.
Mientras que en Puno, luego de una presencia entusiasta, delirante, sensata,
irreverente, anónima, innegable, corrosiva y otros adjetivos de este calibre que acusen a
los poetas puneños de los ’90, siempre habrá lugar para hablar de ellos; pero hoy que
contemplamos el panorama actual de la poesía puneña, vemos que concluida la primera
década del 2000, bien podría afirmarse que hubo una Generación Perdida en la década
que se acaba de ir, perdida en el sentido de que solamente fue un susurro en el receso.
Los dos o tres poetas post-2000 dijeron este verso es mío con una poesía insuflada de
emociones e improvisaciones, carente de las exigencias mínimas de la poesía. En algunas
casos, llegando tal vez a la exageración y hablando de los que mínimamente se puede
rescatar algo, podría hablarse de una cierta y paupérrima imitación de estilos, lenguaje e
imágenes tomadas de sus predecesores. Estos últimos no trajeron nuevos enfoques,
tampoco otras perspectivas u otras sensibilidades. No desarrollaron propuestas. Creo que
escribieron en un contexto que fue casi el mismo que el de hace casi 30 ó 40 años atrás.
Inclusive, lo exiguo que han publicado se resume a plaquettes o fotocopias que tampoco
podrían tomarse en cuenta en un estudio riguroso, donde hasta cabría la posibilidad de
mencionar que nunca existieron, ni dos ni tres. Una completa y auténtica Generación
Perdida. Forzando una presencia inconclusa, lo que tal vez hemos encontrado es un par
de textos aceptables, o medianamente bien escritos, comestibles en cuestiones de lectura,
aunque no sean textos virtuosos en términos de destreza poética. Ni siquiera son textos
efectistas, por no decir menos. Y como ya señalamos en varios comentarios anteriores:
son el resultado de puras emociones. Puro lirismo. Superficialidad. Nada impactantes. No
revelan nada más allá de una incipiente poesía. Y precisamente por eso no sobrevivirán.
Los días y los años, estoy seguro, me podrán corroborar. Ningún decir poético los podría
situar en un sitio aparte, ya sea como noveles, imitadores, plagiarios o, según ellos,
asumiéndose Les poètes maudits en la investidura de Rimbaud o Baudelaire. A lo que voy
no es a cuestionar la sutileza y frescuras que pueden acarrear el quiebre o la mezcolanza
presentes hoy entre los poetas que, inclusive hace rato dejaron de ser adolescentes, a lo
que voy es a la continuidad de una tradición por demás llena de momentos apoteósicos en
la literatura puneña. A eso voy.
Tirada al tacho la primera década de este siglo, y ante esta decible verdad, creo que los
poetas de este otro post-2000 que publican su primer volumen a partir del año 2011 (les
espera una década), ellos al menos tratan de instalarse detrás de un yo cada vez más
intensificado en sus líneas de abordaje, lo que implica una autoagresión, un subir los
decibeles de esta música que nos convoca, específicamente del discurso poético; tesitura
que tal vez sea el único territorio propio. Lo que se puede ver es un sujeto poético que
expone sus versos, ahora a partir de estos poemarios iniciáticos, de corte intimista y en
permanente crítica con ellos mismos, creo que lo que hacen es tratar de bifurcar el camino
trazado con antelación. La tematización de los desencantos reitera, una vez más, a la
poesía y sus orígenes. Y nos preguntamos: ¿Hacia dónde va la poesía en estos tiempos?
Creo que de antemano no hay respuesta. Desde siempre, el hombre ha tenido necesidad
de decir, decirse, repetirse la misma respuesta. Sí, la poesía ha surgido de la música y
desde la modernidad se han tratado de fijar los límites y marcos de las artes. La poesía de
nuestros tiempos parece regresar a su origen, parece que trata de llegar a su punto de
partida, pero ahora con añadidos, principalmente tecnológicos, que privilegian lo visual,
pero no olvidemos las otras posibilidades poéticas contemporáneas, donde podemos
encontrar versiones poéticas disímiles, tanto que podemos hablar del spoken word,
cercano por ejemplo al slam poetry el mismo que casi se conecta con la electropoesía.
Luego la minimización lírica con la micropoesía, después distribuyéndose con la poesía-performance, emparentada con la poesía multimedia, las poéticas de la exploración y, la
mezcla de artes, etcétera, etcétera. En este sentido, si llegara la poesía a no ser poesía,
digamos a querer desaparecer, resurgiría, volvería a empezar, siempre como una
necesidad del hombre y la humanidad de buscarse. Ante esta realidad, creo que el poeta
asume el riesgo de la escritura, logra entender la poesía como una respiración que
encarna el verbo, haciendo del lenguaje un latido preciso, orgánico y autónomo, al margen
y, a veces, dentro de tantos artificios mal llamados poesía.
3.- Tratado del cielo:
En términos políticos y espacios de creatividad, diremos que los ’80 tuvieron, para la
creación literaria, un escenario movido, agitado para la concreción de sus ideales poéticos,
lógicamente ese fue un gran adversario, pero como en el resto del país, otros poetas
supieron salir a flote con uno o más libros publicados. Los poetas de los años ’90
emergieron dentro de un firmamento que aún tenía ciertos vestigios de la violencia política
aparecida en los ’80 y que por lo mismo el ambiente casi les fue agreste para la creación.
Y, en el caso de los poetas del 2000 (que no escribieron), el espacio político-social
creemos que fue un poco más propicio, hubo un enemigo que ya no era unidireccional y
que, tal vez por eso, no impuso un total desencanto, claro, la situación no fue del todo
benigna, diremos en términos económicos. Ahora en cambio, el clima parece haber
mejorado, consideramos que las nubes no son tan grises que digamos. Algunos rubros se
han estacionado en alguna medida. El ambiente empieza a cambiar y otros son los modos
de pensar, de escribir, de hacer poesía.
Volteando la página, después de un aparente empecinamiento con esos vericuetos
malllamados o bienllamados con nombres como neorromanticismo, postvanguardismo,
transvanguardismo, hibridismo, transindigenismo y ludismo creo que podemos hablar de
nuevas voces en el escenario poético de la nueva poesía puneña. Entre los autores que
han lanzado el primer verso, pero en serio y con un libro también sensato, mencionaré a
Carlos Mendoza (Ayaviri, 1990), su opera prima Cuerpo enamorado, (Grupo Editorial Hijos
de la lluvia, 2011, 64 pp.), es un texto donde el hablante poético usa un tono intuitivo,
vislumbra su habilidad de discurso. En cierto sentido, Cuerpo enamorado, es un libro que
se inclina por una senda lineal, de un punto de partida a una meta, pero como todo viaje en
su camino hay pequeñas historias que quieren ser releídas: Niña, tú que acaricias el cielo
con una sonrisa/y le das color a mi alma, /tú que sabes el itinerario de la inocencia/el
camino de la verdad aprendida/adónde irán los versos de este poema,/ escritos bajo tu
sombra, con tu recuerdo/ niña de bondades/esta noche/ quiero amar tu nombre. (I: p. 45)
La mayor cantidad de textos que componen Cuerpo enamorado se instalan en la vida
que celebra el amor, la pasión, la poesía, la imaginación, las visiones, los sonidos
abordados bajo un lenguaje mesurado, de estructura casi tradicional, aunque a veces
alejada de quiebres lingüísticos o experimentos en ámbitos sintácticos. En este poemario,
Mendoza retrata un tiempo que aún no concluye del todo en su propia vida. Una historia de
melancolías, desgarros y exilio, donde el miedo, pero también el amor, se entrecruzan con
la nostalgia perdida y la esperanza casi extinguiéndose en la esperanza: Dulce cristal / tus
pupilas incandescentes / llorarías si se perdiera el hombre / que siempre te mira detrás de
la ventana / y ligeramente a un lado de la tristeza. (III: p. 46)
Desde luego, el lenguaje anda estremecido por aquello que quiere contar, un temblor
traducido en crear imágenes y enlazarlas con música, el alma de la poesía. A la vez que
aparece otro mundo con el hablante poético, él se hace visible, se erige entonces un
lenguaje cargado de imágenes, como un árbol y sus visibles y fulgentes productos. En
última instancia, es parte del sentido de pintar otra tierra, hacer visible sus árboles, sus
sombras y sus fulgures. En cada texto de este poemario se sigue atendiendo una realidad
que reclama un paisaje interior que se puede ver desde fuera, versos con sensibilidades
que nos hacen ir más allá de la mera comprensión intelectual, pues en sus páginas se
evoca y recrea un singular estado de ánimo, se presenta un ambiente enrarecido a partir
de lo inefable e invisible. Concretar esa sensación por medio del símbolo es parte del
artificio de su traslación al testimonio, por tal razón, lo formal y lo temático se encuentra
estremecido, sentido: Yo he sentido tus manos/una noche cálida de aplausos y luces
/también tus ojos que se clavaban /en la desnudez de los míos /yo he sentido tu aliento
muy de cerca /oxigenando mis sueños /y he sentido la ternura de tu ser /jugando conmigo.
(V: p.47).
La evocación y la visión forman el estado natural de esta poesía, creo que defrauda a
cualquiera que busque un referente inmediato. Pero esto no quiere decir que cancele lazos
con la realidad más palpable, pues no hay división, hay un énfasis de unidad, afirmarse en
un solo horizonte donde se le ha otorgado el valor justo a lo espiritual e intuitivo, al amor
mismo: Tu cabello se desnuda al compás del viento,/ tu frente de nácar y ébano,/ tus ojos
que guardan un universo misterioso,/ tus labios frutos de un jardín llamado cielo,/ tus
manos llenas de inocencia,/ mujer echa de suspiros,/ataré a tu forma sencilla este poema,/
y una mañana cualquiera/ descubrirás el porqué/ los animales no hablan/ pero sí escriben.
(Anotaciones de tu cuerpo. p.12)
Carlos Mendoza sabe que la poesía hace pie en lo fundamental y fundante y que debe
recobrar ese lenguaje original donde la aparente imprecisión o asociación insólita es vía
para acercarnos a la otra orilla. En un mundo como el que vivimos, desganado y que lleva
sobre su ánimo la sombra de un persistente pesar le hace bien esta miel y nos invita a leer
y escribir la vida. Finalmente, Cuerpo enamorado supone, a la vez, un ahondamiento en el
cosmos lírico y una estilización de sus rasgos más característicos: la búsqueda por querer
perfilar un yo incierto, y acaso imposible, en una realidad sin otros hilos conductores que la
poesía misma y la sensibilidad, allí se resuelve la poesía, creo que en estos poemas
encendidos y disgregados, pero a la vez poseedores de una insólita cohesión, creo que
con ellos empieza la vida del poeta Mendoza. Después estarán los conflictos del amor y la
cotidianidad, encarnizados, se trabarán en una serie de combates cuyo resultado, siempre
brillante, verá transformado el mundo y la vida de la poesía misma. Leer entonces la
poesía de Carlos Mendoza no es sólo sentirse reconocido en lo que habla y canta el poeta;
sino también es poder reconocernos, en cada poema, en cada verso y poder vislumbrar los
diferentes sentimientos de amor, dolor, pérdida, soledad, traición, olvido. También es
disfrutar de su estilo rápido, casi siempre corto y de su ritmo a golpes, aunque por
momentos se torne más suave, que lo hacen todavía más profundo. En una siguiente
publicación diremos que Mendoza ya no se detendrá a pensar sobre el tiempo que pasa y
las verdades que llegan y que deja entrever detrás, su mano nerviosa, aunque lúcida,
peculiar y complicada. Sabemos que en esto que en verdad es el infierno muchos son los
invitados, pocos los elegidos: no hay líneas para tanta gente. Tres no pueden comer donde
comen dos. Este, en verdad, es el infierno.
4.- Tratado del infierno:
Cuerpo enamorado es el anuncio de los próximos libros de poesía que se vienen en la
colección Jaula de papel que el escritor y editor Walter L. Bedregal Paz lanza a través de
su sello Editorial Hijos de la lluvia, entre una lista de varios textos, anunciamos los
siguientes poemarios, ahora en prensa: Sol de ánimas de Patricia Gonzáles, Sínodo
herbaje de Osman Alzawihiri y La canción del bufeo de Mijail Mercado. Aquí un adelanto:
5.- Segundo infierno:
Acaba de salir a luz el libro de Patricia Gonzáles, Sol de ánimas, Grupo Editorial Hijos de la
lluvia, 2011, 66 pp.), Walter L. Bedregal ha señalado sobre este libro lo siguiente: Sol de
ánimas es un libro lleno de simbolismos e imágenes conectadas con una épica-estética
donde lo lírico, lo lúdico, lo mítico y lo onírico, se entretejen con un lenguaje que desborda
las palabras, las detona y las infringe en búsqueda de un nuevo discurso con significados y
efigies estrictamente metapoéticas que recurren a la intertextualidad, a la reescritura. La
autora parece buscar lo más arcano de la liricidad (las ánimas) que se interconecta con
cada cuadropoema expresado a través de las palabras, las cuales sabe emplear en el
lugar exacto para cada uno de los versos que posiblemente sean sueños despiertos que
suscitan un tono poético de realidad que sorprende. Aquí una breve muestra:
Tema del silencio
Escribo mi nombre en el crepúsculo ignoto,
nadie llega.
Las letras se dispersan como notas de una canción lejana,
pájaros extraviados en desiertos cercanos, mis manos.
Dejo de escribir y las aves callan.
Amanece.
Tema del olvido
Creí que se derramaba el olvido.
Creí que se ahogaban mis manos.
También creí que no podría morir,
y lloraba.
Sé que no fue la gloria de la inmortalidad.
Era el olvido viniendo por mí.
Tema de la resignación
Aún ciega sigo viendo tu fantasma cerca de mis ojos.
VARIACIONES SOBRE UN TEMA DE SYLVIA PLATH
Una tarde me di cuenta que era demasiado cobarde para el suicidio. Entonces quise la vida. Alguien tuvo que
darme su sangre noche tras noche, día tras día. Ahora soy la que traza en los astros otro destino.
VARIACIONES SOBRE UN TEMA DE ANNE SEXTON
Hace mucho tiempo que hago piedras en cada paso nuevo que doy: me detengo. Tengo un temblor en los
caminos y hay cactus y abismos. Hago piedras desde que dejé de ser la posibilidad ante el abismo. Desde
que mis ojos son una bruma de amarras y telarañas confundiéndose. Hace mucho tiempo que hago abismos
en mis manos.
DESPUÉS DE LEER A NOVALIS
Hoy la soledad va guardando sus ropas en mi armario. Va tejiendo nuevos trapos manchados con olor a
silencio. Hoy tendré que cerrar las puertas de mi casa.
DESPUÉS DE LEER A JOHN KEATS
No incrusten pájaros en mis cabellos. No dejen que las arañas olviden sus patas en mí. No dejen que la
noche caiga sobre los cuerpos: cierren la vida esta misma noche.
EJERCICIO SOBRE T. S. ELIOT
Un día habrá otras huellas inútiles que desandar. Después de todo, nunca fuimos eternos.
EJERCICIO SOBRE OQUENDO DE AMAT
La distancia comienza a tejer una luna nueva. La plaza es una fotografía lenta en escala de grises. Se
prohíbe amar esta tarde. No vengas esta noche. Voy a pensar en ti. Como una película, no existe más amor
que el mío para nadie.
de Sol de ánimas de Patricia Gonzáles (Juliaca, 1978)
* * * * * *
Salí de los guijarros de una calle que transita junto conmigo en los rincones del abismo. Tomando la
humareda de sus tardes, en una niña que agranda sus ojos de luna. Sus dedos destejen las noches para
ceder un tiempo más a los crepúsculos de su ausencia y para peinar sus noches de vigilia. Es decir, un
cuerpo se llena de mariposas que visten su distancia.
Ahora pasa una habitación con gestos que te abrazan como si llegáramos desde una lejura inolvidable.
Busco un lugar en los parajes que ocupa mi soledad. Intento ceñirme en los tajos que se esconden como si
no descansaran mis pesadas plumas de estero.
Todos los vacíos se veían en los espejos de la cortina como los recuerdos pegados en un mismo orden.
Como si fuese un reflejo de las calles que nadie ha caminado hasta no ser nunca. Estoy en los colores de la
noche.
Las dehesas de mi huerto son las noches que guardan nuestros huesos en un cementerio fuera de cualquier
osario. Me siento a su lado para acompañarlas en estas noches misteriosas, para contarnos sin vernos en
esa realidad que está en otro sitio. Cuántos caballos enmohecidos por la ceniza pasan por estos lares sin
tiempo. Cuántos oídos nos abrirán la boca sin pronunciar ninguna oración.
Me despojaré del cuerpo blanco que tengo, luego echaré al fuego mi vida, lejos, en una liturgia terrenal de las
noches. Sacaré las piras en la oscuridad de las cuevas, donde a todo hombre se le prohíbe acercarse.
Hallé una flor escurriendo colores en las rejillas de un velo. Y sé, cuando abres la puerta, simulando alguna
presencia, sólo ves crecer la noche en las luces de la ciudad: y te dices por dentro: por qué de tantas horas
solamente puedo escoger las noches en que se rezan las oraciones más desconocidas. Por qué pienso que
alguien más se hará partícipe en esta comunión de velas que giran goteando racimos de hostia.
de Sínodo herbaje de Osman Alzawihiri (Azángaro, 1982)
* * * * * *
Hotel / tu recuerdo deshaciéndome lentamente
Hotel. La
Lluvia
Ha desatado el arco iris sobre el viejo oriente.
Como el anterior invierno, la señorita tristeza se ha puesto a zurcir estas viejas tardes en que tú
Me regalabas una luna tuberculosa.
¿Sabes? Sobre todo te extraño ahora, porque me he puesto más viejo que Freud.
Porque tu blusa aún desviste mi recuerdo.
Yo no sé decir estas cosas. Pero sé que en algún lugar la lluvia te hace llegar la humedad de mi corazón.
Y tú
Como la muchacha que esconde su sombra tibia mientras el cielo se traga los peces- seguramente pensarás
en mí como algo lejano, la chaqueta manchada de tus besos, esperándote con un pedazo de sol.
Hotel. Cinco de la tarde.
Sin duda, me haces falta. El piano olvidado. Tu recuerdo garabateado en el espejo.
Ahora por ejemplo, recuerdo aquellas noches en que atabas mis manos a tu cintura.
Por entonces yo te regalaba estrellas de mar, mientras tú descansabas y te comías mis sueños.
Y ahora,
Sin duda, duermes lejos de mi cuerpo, seguramente comes de las estrellas recién cortadas.
Por ahora la distancia se ha comido el otoño.
El cigarrillo de estos crepúsculos enciende el olfato de la muerte, que viene a tocar mi puerta con su
tarjeta de visitas.
Yo le digo adiós cordialmente como en veranos anteriores.
A tientas busco el pretexto de las mariposas para dibujar tu cuerpo.
Y siento a alguien detrás, no se quién (a lo mejor mi sombra) husmeando cerca y diciéndome que no
volverás. Yo creo que es la señorita muerte.
Difícil setiembre
Ahora que setiembre se aleja como una viejita dulce, tibia, lejana; a lo mejor te escriba postales con
mariposas secretas.
Después de todo este picnic y sus veranos, te escribí este poco de mis absurdos dulces.
Sabes que me gustan tus ojos, sobre todo cuando descansan y desatan los peces de mis sueños.
Por eso y aquellas tantas cosas que debiera haberte dicho mientras garabateaba el amor en tu piel, déjame
decirte:
Ven, guarda esta luna nueva que planté para ti. Ven, deja que guarde esta noche en tus
bolsillos.
A pesar de todo, sé de tus ojos cazando las luciérnagas.
Sé de tu secta de palomas acuchillando los crepúsculos de Seúl.
Y ahora tú, mujer dulce de 19 años, ¿dónde estás?
Difícil el tiempo para mis postales celestes.
Difícil setiembre para ir de picnic a la luna.
Ahora
tan sólo
desearía a la muerte con sus ojos de bisonte.
entonces fuera a verte
nuevamente descubrir la desnudez de tus ojos.
Besarte. Tus ojos sujetándome.
Tú,
señalándome el camino de la noche y otros tantos demonios.
Y decirte adiós como nadie supo.
de La canción del bufeo de Mijail Mercado (Azángaro, 1990)
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