viernes, 21 de mayo de 2010

Alberto Valcárcel Acuña (Juliaca 1944 – Arequipa 2010)

La noticia es dolorosa: el poeta juliaqueño Alberto Valcárcel ha fallecido en Arequipa. No hay mucho que decir ahora que no está entre nosotros, si no lo dijimos cuando su voz de pueblo nos susurraba o nos envalentonaba. Alberto que definió la poesía como un compromiso ineludible, como una cita con el hombre “humano” que a veces quiso postergar indefinidamente. Pero lo más simple de la vida es la muerte, y se muere para nacer en el reino de los dioses.

Y era Valcárcel el más alegre de los poetas juliaqueños de nuestro tiempo, aunque casi no se sentía recatado ni sereno, los últimos tiempos que lo vi, caminaba con lentitud, llevando en los ojos una tristeza imposible de descifrar en su sonrisa. Ese paisaje poblado de niñez, castigado por las inclemencias de la vida cuando se cae enfermo, como la sequia misma que en los hombres y las bestias mueren escupiendo el cielo. Perteneció a una generación de poetas que se vió envuelta en grandes luchas políticas, no siempre incruentas. Y de ello su amor al mundo de los caídos.

A su tierra que lo vió nacer, en un envío, publicado en un libro antológico, - que ahora tenemos que agradecer a la Universidad Alas peruanas - toda su obra, titulada Alberto Valcárcel, Poesía y prosa (1967-2006), dice:

En Juliaca, me hice padre de dos gotas de universo llamadas Mónica y Jimena. Ellas han hecho a mis versos, abuelos de la dicha y con mis hijos Alberto y Alfonso, el oxígeno que alienta cada hora.

Besos… y abrazos, paisana Juliaca… recuerda ¡estás en mis latidos!

Y al unirnos al duelo de todos los poetas de sus paisanos juliaqueños, como solía llamarlos, pregueñé mi pluma de despedida al amigo, en espera de poder ofrecer a nuestros lectores un Homenaje merecido junto a un verdadero estudio de su obra, ya que a nuestra generación, a esta, a la nueva, le falta fuerza vital, no estudian ni escriben libros contagiosos, se muestran disminuidos por falta de documentación humana.


EN EL RECUENTO DE LOS HECHOS

EL VIENTO PERFUMADO ANULA LO SOMBRÍO

Y JUEGA LIMPIO A LAS CARRRERAS

Poco te debo

Lima

entre otros

sinsabores

Amo Juliaca

donde

hasta los

sufrimientos

son mejores

Descansa en paz, Alberto.

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Foto: Perfil del poeta en apunte de Víctor Humareda

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