Galaxia Gutenberg y el círculo de lectores publican obras completas. El escritor, Premio Cervantes 1993, murió hace poco, pero antes había hecho una revisión de sus libros.
Carlos Villanes Cairo. Madrid.
Por estos días, la fiebre de lectores y escritores arrasa Madrid. Cientos de autores españoles se dan cita en el Parque del Retiro para firmar sus libros, pero, entre tantos, no sobresale una figura incuestionable, de quien se podría decir que es un clásico vivo. El último se llamaba Miguel Delibes (Valladolid, 1920-2010), y falleció, exactamente, hace tres meses.
Galaxia Gutenberg y el Círculo de Lectores editan sus Obras Completas que constarán de 7 tomos. El novelista II. 1955-1962 (Barcelona, 990 pp.), es el segundo volumen, incluye Diario de un cazador (1955), Diario de un inmigrante (1958) Diario de un jubilado (1995), La hoja roja (1959) Las ratas (1962) y 5 novelas cortas, El loco (1953), Los raíles (1954) y las publicadas en 1957: La mortaja, Los nogales y La barbería. Es una edición impecable. Los textos fueron revisados por el propio novelista y deben ser considerados como definitivos. Estas obras combinan la ética y la estética, en el redescubrimiento del mundo rural castellano desde la óptica del humilde y el desposeído, en desmedro del señorito y el terrateniente.
Destaca la voz de quienes malviven como al tío Ratero y el pequeño Nini, de cazar gordos roedores para comérselos y venderlos con gran demanda entre los pobres, en Las ratas. Las ilusiones de Lorenzo, un conserje de pueblo, en sus 3 Diarios. La semblanza poética de Desi, la criada analfabeta, y don Eloy el anciano desolado al que une su destino en La hoja roja. No es costumbrismo sino una meticulosa mirada hacia el hombre de campo, a la sencillez del habitante común de la ciudad pequeña con efectiva participación en la vida aunque parezca velado su protagonismo. Deja de lado la compasión por los que sufren, siente simpatía por ellos que convierte en empatía.
Cuando Delibes murió, novelistas de primera línea reconocieron su gran deuda con el maestro: “A nosotros se nos pasó la costumbre de leerlo porque teníamos la aspiración de convertirnos cuanto antes en novelistas anglosajones, pero lo cierto es que quien se parecía en sus actitudes a un novelista inglés era Miguel Delibes”, escribió Muñoz Molina en Babelia y algo similar Javier Marías.
Innovador de la lengua
El vallisoletano, ajeno a las pompas madrileñas y los saraos espirituosos, prefirió la paz rural y acogía, con la humildad de un patriarca, a cuantos le visitábamos. Esta actitud social y humana la irradió en libros espléndidos como Los santos inocentes, El disputado voto del señor Cayo o Señora de rojo sobre fondo gris que le inspiró al fallecer Ángeles de Castro, eterna compañera y madre de sus hijos.
Hay que destacar, además, la perfección de su trabajo lingüístico, la propiedad de su léxico, fruto de su agudeza fonética y morfosintáctica, sin llegar al idiolecto, de Castilla La Vieja, allí, donde nació este idioma que nosotros, en Hispanoamérica, lo hacemos cada día más grande.
Delibes es el gran renovador de la novela española de la posguerra, periodista que terminó censurado por el franquismo, deportista cinegético, viajero, Premio Cervantes y Académico de la Lengua.
Galaxia Gutenberg y el Círculo de Lectores editan sus Obras Completas que constarán de 7 tomos. El novelista II. 1955-1962 (Barcelona, 990 pp.), es el segundo volumen, incluye Diario de un cazador (1955), Diario de un inmigrante (1958) Diario de un jubilado (1995), La hoja roja (1959) Las ratas (1962) y 5 novelas cortas, El loco (1953), Los raíles (1954) y las publicadas en 1957: La mortaja, Los nogales y La barbería. Es una edición impecable. Los textos fueron revisados por el propio novelista y deben ser considerados como definitivos. Estas obras combinan la ética y la estética, en el redescubrimiento del mundo rural castellano desde la óptica del humilde y el desposeído, en desmedro del señorito y el terrateniente.
Destaca la voz de quienes malviven como al tío Ratero y el pequeño Nini, de cazar gordos roedores para comérselos y venderlos con gran demanda entre los pobres, en Las ratas. Las ilusiones de Lorenzo, un conserje de pueblo, en sus 3 Diarios. La semblanza poética de Desi, la criada analfabeta, y don Eloy el anciano desolado al que une su destino en La hoja roja. No es costumbrismo sino una meticulosa mirada hacia el hombre de campo, a la sencillez del habitante común de la ciudad pequeña con efectiva participación en la vida aunque parezca velado su protagonismo. Deja de lado la compasión por los que sufren, siente simpatía por ellos que convierte en empatía.
Cuando Delibes murió, novelistas de primera línea reconocieron su gran deuda con el maestro: “A nosotros se nos pasó la costumbre de leerlo porque teníamos la aspiración de convertirnos cuanto antes en novelistas anglosajones, pero lo cierto es que quien se parecía en sus actitudes a un novelista inglés era Miguel Delibes”, escribió Muñoz Molina en Babelia y algo similar Javier Marías.
Innovador de la lengua
El vallisoletano, ajeno a las pompas madrileñas y los saraos espirituosos, prefirió la paz rural y acogía, con la humildad de un patriarca, a cuantos le visitábamos. Esta actitud social y humana la irradió en libros espléndidos como Los santos inocentes, El disputado voto del señor Cayo o Señora de rojo sobre fondo gris que le inspiró al fallecer Ángeles de Castro, eterna compañera y madre de sus hijos.
Hay que destacar, además, la perfección de su trabajo lingüístico, la propiedad de su léxico, fruto de su agudeza fonética y morfosintáctica, sin llegar al idiolecto, de Castilla La Vieja, allí, donde nació este idioma que nosotros, en Hispanoamérica, lo hacemos cada día más grande.
Delibes es el gran renovador de la novela española de la posguerra, periodista que terminó censurado por el franquismo, deportista cinegético, viajero, Premio Cervantes y Académico de la Lengua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario