Walter L. Bedregal Paz
Cuando leí un pequeño – de seguro desliz – en un libelo (*), como lo dicen sus editores, porque así lo interpreté con cierto estoicismo, que más conllevó pena; veo “ahora”, con desagrado, que hasta hoy en Puno, no se sabe interpretar, por lo mínimo la trayectoria de algún escritor. Aunque personalmente para mí, esa palabra, se venía formando con el paso de los años, porque mi persistencia en el vicio de inventar de noche todo aquello que de día era impensable y que desembocó en una profesión cuyo solo nombre me daba pánico escénico: Escritor. Y es que desde entonces había en mi entorno una inmensa cantidad de estúpidos que se hacían llamar así: Escritor, a menudo con la voz engolada y una mueca de fingida exquisitez que no tardaba en delatarlos como farsantes, por más que escribieron un libro de poesía, cuento, novela hasta ensayo. Aceptar por lo demás, ese título con ínfulas de adjetivo era, de entrada, conferirle diurna oficialidad a lo que hasta hoy fue nocturno y por ello secreto regocijo.
Cuando yo deseo hacer crítica, no me interesa que el autor en su ficha biográfica exprese que nació en cuna de Oro, o que fue el producto que desembocó el nacer en la calle, etc., etc., lo que verdaderamente debe importar a un crítico es el texto que sustentará su real valía como escritor, si podrá soportar una sola lectura que valdría la pena ser antologada en serias antologías literarias.
Algo tuvo que pasar cuando escribí en mi ficha biográfica: crítico inmisericorde de los poetas mediocres e insatisfechos; para este Concurso Nacional de Cuento, ¿será que toque fibras más allá donde otros no pueden imaginar encontrar?, ¿debilidad en los que quedaron desfasados? Sólo no se sientan aludidos. Que eso indicaría y demostraría la mediocridad e insatisfacción de hijos no reconocidos de Dante, por lo cual caminan en senderos equivocados, porque a ese paso no podrán por lo menos, conocer las puertas del Olimpo.
Aprendí que hay que acostumbrarse a todo, a llevar doble vida también. De día cuando todos podían verme daba la impresión de un ser que aspira a ser ese otro hombre, y más tarde en la penumbra de una clandestinidad lujuriosa, me aplicaba a escribir – con cierta decencia – porque es lo mejor que puedo hacer, ya que a mi entender me habían salvado la vida del niño solitario y fantasioso que insistía en habitarme.
Es urgente la necesidad de distinguir entre críticos literarios y comentaristas de prensa, para no caer en los entresijos que divulgan, no quiero encontrarle una forma de discriminarlos, que es un acto diferente a la del arte de ningunearlos, pero no es arrogancia diferenciarlos, es decir un lugar superior que ocupan los críticos y uno inferior para los que reseñan libros en diarios y revistas.
Por eso hacer crítica literaria, es como ponerle un espejo al autor en la cara- llamándolo a voltear en medio del camino -. La crítica, particularmente cuando se refiere al arte poético, o narratológico, arte de pocos, de pequeños dioses en la tierra, debería reflejar muy exactamente la realidad, forma, fondo, mensaje de ese instrumento de comunicación, sin interferencias y sin prejuicios heredados de los autores o militantes; poner como ejemplo a una generación, la última del siglo XX, a los que se les denominó: poetas de fin de milenio -, o en el peor de los casos, de los críticos y más aún de otros que forman parte de destruir aquello que saben bien los críticos: si piensas en poesía, eso aún no es poesía. Por ello, es conveniente que ese espejo se vuelva a veces sobre sí mismo, que la crítica se critique a sí misma, ¿cómo asediar a los críticos? Antonio Cornejo Polar (Lima 1936 – 1997) fue uno de los estudiosos más importantes de nuestra literatura, sus aportes a la comprensión de la literatura le permitió contar con muchos discípulos y colegas que siguen creativamente sus planteamientos teóricos. Por ello, como ejemplo, espero no heroico de honestidad profesional; a mi manera: cuando quiera leer una buena producción poética, tendré que ponerme a escribir. Proezas que por cierto no puede exigirse de la crítica en general, cuyo papel no es crear, sino guiar y analizar. Y hablando de ello, leí que en Puno sólo reconocen a un crítico y él es Doriam Espezúa – por cierto hermano de mi gran amigo Boris -, pero Doriam supo guiarlos como reclaman sus acólitos, por un sendero escueto al momento de escribir – ¿en el mejor de los casos buena narrativa o poesía? Parece que no lo han leído, porque sus análisis Lakanianos, si que dejan muchas ronchas.
Pero ese caso concreto indica la magnitud del problema planteado a qué se enfrenta el crítico de poesía en nuestra época, en nuestra región. No se trata en efecto, de un arte tradicional y simple, sino de un complejo de factores; interviene una técnica impersonal, por decirlo así, en la escritura; fondo, forma, visualización, etc. Pero también con frecuencia la interpretación de la obra literaria en conjunto. Sé que la poesía es distinta, por su fluir dinámico, sus recursos específicos – que busca deliberadamente el poeta - , su manera de llegar al hombre (varones y mujeres). Lo romántico, o poesía amorosa, es un modelo de llevar el mensaje conteniendo amor, es eso, puro amor, producto auténtico, lo más alejado del drama, del propio verso de teatro.
El crítico literario de poesía, no puede perder de vista el hecho de que su materia prima es ante todo el arte de pocos, el más importante en la historia del mundo que como noble deseo quiere mostrar. Nunca antes se había creado un medio de difusión e interpretación con tan enormes posibilidades de llegar – ojalá a todos los que realmente desean leer poesía, es como algo elitizado y en antología aún, sin el consiguiente peligro de vulgarizarse, como de hecho ha sucedido en gran medida con la comercialización excesiva, consiento su piratería, que lo rebaja en ocasiones a un simple medio de propaganda. No importa ello, porque la mayoría de los antologados es lo que desearían como meta. Personalmente sé que al reunir durante buen tiempola Antología de poesía puneña contemporánea (**), no creo haber perdido un valioso tiempo de mi vida – tal vez de la mundana -, que me perdonen si a algún antologado hiero con estas frases, pero creo que no merecían ser puestos: el bueno, el malo y el feo (como rezaba el título de una película Western juntos), porque encontré al final del camino, en el momento de meditar, que en la mayoría – como lo explico, en el fondo de ese tratado – encontré mucho egoísmo, una especie rara de amistad: por un puñado de dólares, tal vez una escasa muestra de penas compartidas, unas inmensas ganas de ser borrados de la antología y un insaciable deseo de ser ignorados; puede ser una forma de expresar el principio – creo yo – de sus actos de rebeldía, que espero con el finalizar del milenio se esfumaron, hayan desaparecido y muestren de una buena vez lo que tienen guardado en este nuevo milenio, no como: un dólar agujereado.
Por otro lado, el crítico en poesía, bordea peligrosamente la frontera con la crítica narrativa, teatral y cinéfila, un escollo que no siempre se salva con fortuna. Es relativamente frecuente el caso de la crítica poética negativa o decididamente nihilista, que exige del poeta valores que no le son propios.
En otras palabras, la poesía tiene medios propios y características peculiares totalmente distintas del teatro, narrativa y hasta el propio cine. La crítica poética que no tenga ese hecho básico se desvía necesariamente por otras escalas de valores extraños a su trabajo. Por eso, no he visto en nuestro entorno (Puno) críticos en poesía. No han realizado su misión de enseñar a leer poesía. Poetas de excelente calidad no tienen competencia con otros más espectaculares, pero de menor valor artístico poético, aunque en ese fenómeno intervienen los editores con su propaganda. Salvando distancia, los editores (***), luego de una tediosa travesía – más de cinco años en el escenario literario nuestro - lejos y al margen de todo descontento y lamentación, en la publicación de la revista de literatura Pez de Oro (****), destaca la seriedad de lo que se viene escribiendo en Puno, exigencia que reclamaré siempre de los autores, de sus libros orgánicos o de sus textos sólidos y que mejor de una selección de buena poesía.
Al leer cierto tipo de crítica poética, en los diferentes medios escritos de circulación en nuestro medio y el país, no puede uno menos que preguntarse si los críticos de poesía no odian realmente la poesía.
Para criticar se necesita ante todo, amar, confundirse y comprender la propia poesía. Y eso es lo que debe exigirse así misma la crítica literaria, en este caso de poesía.
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(*). Me refiero a El Katari Nº 03, que espero encuentre el camino que conduce a interpretar las reglas primarias que se necesita para elaborar una crítica. Debería pensar dos o más veces y no extraviarse en sus trabajos ripios, ser dócil con su tortuosa metáfora. Pero en esas hosquedades retóricas está retratada nuestra literatura puneña y eso fustiga su decadencia.
Cuando yo deseo hacer crítica, no me interesa que el autor en su ficha biográfica exprese que nació en cuna de Oro, o que fue el producto que desembocó el nacer en la calle, etc., etc., lo que verdaderamente debe importar a un crítico es el texto que sustentará su real valía como escritor, si podrá soportar una sola lectura que valdría la pena ser antologada en serias antologías literarias.
Algo tuvo que pasar cuando escribí en mi ficha biográfica: crítico inmisericorde de los poetas mediocres e insatisfechos; para este Concurso Nacional de Cuento, ¿será que toque fibras más allá donde otros no pueden imaginar encontrar?, ¿debilidad en los que quedaron desfasados? Sólo no se sientan aludidos. Que eso indicaría y demostraría la mediocridad e insatisfacción de hijos no reconocidos de Dante, por lo cual caminan en senderos equivocados, porque a ese paso no podrán por lo menos, conocer las puertas del Olimpo.
Aprendí que hay que acostumbrarse a todo, a llevar doble vida también. De día cuando todos podían verme daba la impresión de un ser que aspira a ser ese otro hombre, y más tarde en la penumbra de una clandestinidad lujuriosa, me aplicaba a escribir – con cierta decencia – porque es lo mejor que puedo hacer, ya que a mi entender me habían salvado la vida del niño solitario y fantasioso que insistía en habitarme.
Es urgente la necesidad de distinguir entre críticos literarios y comentaristas de prensa, para no caer en los entresijos que divulgan, no quiero encontrarle una forma de discriminarlos, que es un acto diferente a la del arte de ningunearlos, pero no es arrogancia diferenciarlos, es decir un lugar superior que ocupan los críticos y uno inferior para los que reseñan libros en diarios y revistas.
Por eso hacer crítica literaria, es como ponerle un espejo al autor en la cara- llamándolo a voltear en medio del camino -. La crítica, particularmente cuando se refiere al arte poético, o narratológico, arte de pocos, de pequeños dioses en la tierra, debería reflejar muy exactamente la realidad, forma, fondo, mensaje de ese instrumento de comunicación, sin interferencias y sin prejuicios heredados de los autores o militantes; poner como ejemplo a una generación, la última del siglo XX, a los que se les denominó: poetas de fin de milenio -, o en el peor de los casos, de los críticos y más aún de otros que forman parte de destruir aquello que saben bien los críticos: si piensas en poesía, eso aún no es poesía. Por ello, es conveniente que ese espejo se vuelva a veces sobre sí mismo, que la crítica se critique a sí misma, ¿cómo asediar a los críticos? Antonio Cornejo Polar (Lima 1936 – 1997) fue uno de los estudiosos más importantes de nuestra literatura, sus aportes a la comprensión de la literatura le permitió contar con muchos discípulos y colegas que siguen creativamente sus planteamientos teóricos. Por ello, como ejemplo, espero no heroico de honestidad profesional; a mi manera: cuando quiera leer una buena producción poética, tendré que ponerme a escribir. Proezas que por cierto no puede exigirse de la crítica en general, cuyo papel no es crear, sino guiar y analizar. Y hablando de ello, leí que en Puno sólo reconocen a un crítico y él es Doriam Espezúa – por cierto hermano de mi gran amigo Boris -, pero Doriam supo guiarlos como reclaman sus acólitos, por un sendero escueto al momento de escribir – ¿en el mejor de los casos buena narrativa o poesía? Parece que no lo han leído, porque sus análisis Lakanianos, si que dejan muchas ronchas.
Pero ese caso concreto indica la magnitud del problema planteado a qué se enfrenta el crítico de poesía en nuestra época, en nuestra región. No se trata en efecto, de un arte tradicional y simple, sino de un complejo de factores; interviene una técnica impersonal, por decirlo así, en la escritura; fondo, forma, visualización, etc. Pero también con frecuencia la interpretación de la obra literaria en conjunto. Sé que la poesía es distinta, por su fluir dinámico, sus recursos específicos – que busca deliberadamente el poeta - , su manera de llegar al hombre (varones y mujeres). Lo romántico, o poesía amorosa, es un modelo de llevar el mensaje conteniendo amor, es eso, puro amor, producto auténtico, lo más alejado del drama, del propio verso de teatro.
El crítico literario de poesía, no puede perder de vista el hecho de que su materia prima es ante todo el arte de pocos, el más importante en la historia del mundo que como noble deseo quiere mostrar. Nunca antes se había creado un medio de difusión e interpretación con tan enormes posibilidades de llegar – ojalá a todos los que realmente desean leer poesía, es como algo elitizado y en antología aún, sin el consiguiente peligro de vulgarizarse, como de hecho ha sucedido en gran medida con la comercialización excesiva, consiento su piratería, que lo rebaja en ocasiones a un simple medio de propaganda. No importa ello, porque la mayoría de los antologados es lo que desearían como meta. Personalmente sé que al reunir durante buen tiempo
Por otro lado, el crítico en poesía, bordea peligrosamente la frontera con la crítica narrativa, teatral y cinéfila, un escollo que no siempre se salva con fortuna. Es relativamente frecuente el caso de la crítica poética negativa o decididamente nihilista, que exige del poeta valores que no le son propios.
En otras palabras, la poesía tiene medios propios y características peculiares totalmente distintas del teatro, narrativa y hasta el propio cine. La crítica poética que no tenga ese hecho básico se desvía necesariamente por otras escalas de valores extraños a su trabajo. Por eso, no he visto en nuestro entorno (Puno) críticos en poesía. No han realizado su misión de enseñar a leer poesía. Poetas de excelente calidad no tienen competencia con otros más espectaculares, pero de menor valor artístico poético, aunque en ese fenómeno intervienen los editores con su propaganda. Salvando distancia, los editores (***), luego de una tediosa travesía – más de cinco años en el escenario literario nuestro - lejos y al margen de todo descontento y lamentación, en la publicación de la revista de literatura Pez de Oro (****), destaca la seriedad de lo que se viene escribiendo en Puno, exigencia que reclamaré siempre de los autores, de sus libros orgánicos o de sus textos sólidos y que mejor de una selección de buena poesía.
Al leer cierto tipo de crítica poética, en los diferentes medios escritos de circulación en nuestro medio y el país, no puede uno menos que preguntarse si los críticos de poesía no odian realmente la poesía.
Para criticar se necesita ante todo, amar, confundirse y comprender la propia poesía. Y eso es lo que debe exigirse así misma la crítica literaria, en este caso de poesía.
(*). Me refiero a El Katari Nº 03, que espero encuentre el camino que conduce a interpretar las reglas primarias que se necesita para elaborar una crítica. Debería pensar dos o más veces y no extraviarse en sus trabajos ripios, ser dócil con su tortuosa metáfora. Pero en esas hosquedades retóricas está retratada nuestra literatura puneña y eso fustiga su decadencia.
(**). En Seductores de la luna. Estudios de poesía puneña contemporánea. Escritos I. Walter L. Bedregal Paz. Grupo Editorial “Hijos de la lluvia” & LagOculto Editores. En edición. Juliaca 2007.
(***). Luis Pacho y Víctor Villegas. Edición y dirección de la revista de literatura Pez de Oro.
(****). Pez de Oro, apoteosis para la literatura. (Bedregal Paz W., manuscrito no publicado, 02 de marzo 2007).
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