Recomendaciones de fin de semana santa
Walter L. Bedregal Paz
Voy a acostumbrarlos, con el brío de poetas, recomendarles ver, antes o después de semana Santa, el filme de Martín Scorcese: La última tentación de Cristo. Esto, bien claro, quien desee referencias de este film que encargo acerca de los diversos niveles y dimensiones de análisis de la película, deberá consultar primero a su conciencia. Con respecto a la historia, la adaptación de Paul Schrader (en líneas generales, bastante fiel de la novela original de Nikos Kazantzakis), luego de verla constituye un arduo problema, que de finales de los ochenta, nos continua proporcionando un repaso introductorio y ahora de fácil manejo de las tendencias de comprenderla, han hecho su aporte para analizarla. Aunque esto nos inmiscuya la polémica y nos proponga ser candidatos a una nueva inquisición, ya que el film está planteado desde el punto de vista del protagonista, con una excelente utilización de la voz en Off y una larga secuencia final que se adentra en los terrenos del cine fantástico. Kazantzakis, en su novela, muestra a Cristo oscilando entre su destino divino y tentaciones mucho más humanas, que incluyen el sexo.
Pero que importará ello, si ya asistimos hace tiempo a la ofensiva de los curas nuestros en contra de ese filme, intentando provocar su prohibición, y esto fue posible sin ni siquiera al menos lograr ver la cinta en un horario de las películas porno, entre las cuales parece suponer hasta nuestros días, que los ministros de Dios se hallan siempre en la excelente compañía de todos esos suculentos pecadores que redimiden.
Dirigida por el cineasta obsesionado por la religión y los problemas morales derivados de ella, la película fue objeto de diversas clases de censura en todas partes del mundo, especialmente en los países con más influencia del catolicismo.
El argumento de la película, avanzada por jerarquía, tiende a confundir al público, a consolidar la ignorancia de la sufrida grey que los curas dicen representar. De aquellos días en los cuales poca gente – incluido yo – tuvo la suerte de ver la polémica película; afectados sacerdotes argumentaban estar ofendidos porque hablaban mal de su padre y un cierto grupo vociferaba que han hablado también mal de su madre. Falta hasta hoy en día y por los días en los que llega la celebración de la semana santa, - posible que Scorcese ha hablado mal de sus tíos -, y ya tendríamos a la familia completa, vejaba por un insolente cineasta americano. Causa asombro esta abusiva hasta ahora colusión entre padres espirituales y progenitores muy poco digna de quienes se han instruido en la fina dialéctica escolástica, al menos en sus lejanas épocas de seminaristas y que hoy rebajan sus argumentación a un nivel de plazuela sin duda con el ánimo de impactar a las masas en estos tiempos más que electoreros. Y como si los curas supieran algo del séptimo arte, dicen que la película es mala, y no dicen que es: …una infame calumnia, razones para entender que la iglesia no está en contra del filme, como lo sucedido en el hermano país de Argentina, si bien no se la prohibió explícitamente, nunca fue estrenada en cines, peor aún se la exhibió en televisión. En el año 1996 el canal Space hizo un intento que termino en los fueros judiciales. En 1989, se estrenó en Montevideo – Uruguay -, a la que asistieron en las tres semanas que duró en cartelera muchos argentinos. ¿Y en nuestra patria?
Entonces, desde la aparición de la cinta, regularmente han denigrado propiciando cuanta junta de censura. Han pasado años y van a ser dos décadas de su Avant Premier, y creo sin temor a equivocarme, sería bueno y hasta educativo hacer lo posible de poder apreciar el filme de Scorcese; porque no se supondrá de quien viera la cinta irá a achicharrarse en los infiernos por desobedecer a ese index más que medieval de la censura propuesta por la iglesia que hasta hoy en día sigue afligiendo al catolicismo, y más aún en nuestra patria. Y qué en Irán, los Ayatollahs prohibieron leer un libro: Los versos satánicos, de Salman Rusdhy, al cual lo condenaron a muerte, no sirve de ejemplo a los ensotanados, al menos sus homólogos, los mullahs, han ganado la guerra contra los laicos, cosa que sin duda les da ciertas brutales prerrogativas. Pero hoy en día en el Perú es la sociedad civil la que ha ganado una larga batalla contra el oscurantismo que ellos tuvieron el sombrío privilegio de representar durante siglos, y somos los civiles quienes exigimos respeto por la constitución, que consagra la libertad de cultos. Ahora que la iglesia pretende constituirse a fuerza de Paz, reinvindicación y reconciliación de todos los peruanos, sería una intolerancia resucitar viejos anatemas, viejos fantasmas de extraordinaria torpeza religiosa. Que los curas se pregunten si vale la pena montar ese obsecuente tinglado de censurar la película. Después de todo y de ver la película de Scorcese, me quedó el rancio sabor del catolicismo
Pero, caramba, de ningún modo deben perderse el espectáculo que hace Jesucristo - el actor, el personaje – cuando toma las poses de auténtico enamorado, y aprieta entre sus brazos a María magdalena, la acaricia, la besa y le hace el amor; tiene sexo con la mujer que el amaba. Pasado el tiempo se le ve a Jesucristo avejentado, criando a sus hijos, en un hogar común… mejor busquen la cinta, se los recomiendo.
Fuente: Diario Los Andes, (domingo,08 de abril, 2007).
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