Vicente Benavente, fue construyendo una poética simple de metáforas naturales, de hechos familiares, de amores eternos y sobre todo de mucha querencia al lar nativo. Y en este punto, nadie como él a oteado tanto, desde todos los ángulos, a la mujer que simboliza Juliaca, a la tierra calcetera: mujer cancina de manos infinitas que en hilos y cáytos convierte el bellón y la trasquila. Muchísimos poemas construidos de palabras y silencios, de figuras y miradas, de vientos y roquedos compilan las razones y sinrazones de la calcetera juliaqueña en su poética.
Particularmente destaco la vibración lírica de los poemas de Julia, donde la palabra de Benavente adquiere altos matices poéticos. Los versos se encadenan por su naturaleza literaria, por el don mágico de transformar el lenguaje comunicativo en lenguaje poético. Los versos de Benavente en este libro están llenos de figuras y especialmente de musicalidad, de encabalgamientos naturales.
Percy Zaga
Desde el silencio
En el irme lejos
pienso llevarme el día,
la mañana
entre la humedad del hueso, y
verme solo en la distancia,
guardar mi pena
cerca de los hombres,
llenar mi voz desierta
en el monólogo del surco
hasta buscarme en el silencio.
Tú la ausencia,
tú la presencia;
digo la lluvia,
la inmensa risa
goteando el agua
en la misma rosa.
Qué esta hora comience
en las manos descubiertas del hombre,
que vierta la sangre
la semejanza de la dicha,
que así amanezca
el espacio en el alma.
Qué abrigo del hombre
la noción de algo,
de algo en que viene sencilla la noche
y que así tiemblo
de jugar con tu ausencia.
ver mi amor con tu presencia.
1956
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