miércoles, 14 de diciembre de 2011

Una primera lectura de: HIJOS DE PUTA (15 poetas latinoamericanos)


HIJOS DE PUTA
15 poetas latinoamericanos
Darwin Bedoya
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
ISBN: 978-612-46080-0-1
pp.378, setiembre, 2011
Lima, Perú

http://www.hijosdelalluvia.com


La escritura límite


Endiosada y endemoniada, traslúcida y sombría, la poesía ha existido desde siempre como una luz indefinida e interminable. Bendita y diabólica, la poesía se ha esparcido por el mundo a través de todas las sensibilidades, casi como un mal necesario, incurable; un remedio único. Luego de sus hitos que la han hecho importante e imperecedera, la poesía latinoamericana no sabe de ocasos, sobre todo desde el modernismo y las vanguardias, pasando por la audacia de la poesía del compromiso, atravesando por los ritmos de la poesía del cántico y del diálogo. Pasando por la propuesta de la antipoesía, regodeándose con la poesía comunicante y la coloquial. Embanderándose con la poesía de la revolución, aferrándose a la poesía del testimonio y la trascendencia. Siguiendo con el irrealismo poético, rebobinando con la neovanguardia, entreverándose con los regodeos de la poesía barroca, la neobarroca y la neobarrosa; en realidad una poesía profusa ardiendo en los candiles del mundo y sobre los cráneos de la noche.

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Parte del Prólogo del libro: HIJOS DE PUTA (15 poetas latinoamericanos). Walter L. Bedregal Paz. Juliaca, Perú.

Re – verso:

La disolución de los géneros

(Altas tensiones del delirio)


El poeta es un hijo de puta. Un demonio con alas de ángel. Una criatura celeste que ama y goza con el pecado. Es un hijo de puta porque miente, inventa y cree. Un bendito. Un maldito. Sólo eso puede llegar a ser un poeta. Porque siente y llora termina siendo un hijo de puta. Porque no precisa de suerte llega a ser un hijo de puta. Es un hijo de puta porque no le debe a ningún dios ni a ningún mortal favor alguno. Porque le tienen envidia es un hijo de puta*. El poeta es un hijo de puta al que arrojan de la vida igual que al que arrojan de la muerte. Por eso los poetas van y vienen del infierno. Porque hoy están aquí y, mañana tal vez no. El poeta es un hijo de puta que entra a la poesía muerto y solamente puede salir loco. El poeta es un hijo de puta porque es un aguafiestas incorregible. Es un hijo de puta porque, después de las demoliciones y todo esto que tiene que ver con la vida y la escritura, él es el único que puede hablar o callarse con la poesía, su madre.

Este es el concierto de fragmentaciones del yo. Multiplicidades del sujeto. Discursividades híbridas. Destrucciones, ruinas y aboliciones del tiempo, discursos bajo el desorden de un divino delirio, parafernalias estéticas: aquí está haciendo su bullicio el puterío más reciente de la novísima poesía latinoamericana. Esta muestra poética —hay que repetirlo una vez más— es la confirmación definitiva de que existe, en esta región del mundo, una nueva poesía y desde hace rato. Estas son voces que desarrollan un nuevo orden de estéticas y propuestas. Los hijos de puta que integran este libro no son tan jóvenes que digamos —no son mayores de 40 años, edad suficiente en la que el hombre puede y le cabría la posibilidad de ser poeta—. La edad de estos 15 es decisiva para poder consolidar un trabajo sólido. Han sido incluidos en la muestra porque todos han publicado más de un libro. Sus voces exploran un registro fracturador de los preceptos casi establecidos dentro de los discursos de la ya reconocida lírica latinoamericana.


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(*) BEDREGAL PAZ, Walter Luis: Inventario de huesos, Grupo Editorial Hijos de la lluvia, Perú, 2010. El fragmento del cual hemos tomado el título para esta muestra corresponde al ensayo Las palabras impuras en la poesía de Carlos Oquendo de Amat.

Parte de la selección y notas del libro: HIJOS DE PUTA (15 poetas latinoamericanos). Darwin Bedoya. Juliaca, Perú.



La poesía del resentimiento


La poesía actual en lengua española participa de múltiples discursos que encarnan, en lo posible, la velocidad de los procesos tecnológicos, al mismo tiempo que solventan una crisis de la identidad, pero esta poesía no contiene una estética definitiva, los esfuerzos por lograr una cierta uniformidad en el estilo o en los procedimientos se superponen, generando una mixtura de tendencias donde lo coloquial y lo conceptual, lo vanguardista y lo popular encuentran siempre cabida en el poema, por más que se discuta teóricamente la pertinencia de la experimentación y el riesgo o la recuperación de formas clásicas y algunos elementos de la cultura popular.

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Parte del Epílogo del libro: HIJOS DE PUTA (15 poetas latinoamericanos). Mario Bojórquez. Puebla, México.



No estamos en tiempos para antologías. Ni recopilaciones ni menos florilegios líricos. Vivimos un estado de excepción a nivel occidental que permite encarnar la prepotencia de lo público, la predación de lo privado y la anulación violenta de la intimidad, consciente o inconscientemente. Entonces la primera pregunta aquí es la necesidad, el valor y la trascendencia de la poesía. La primera respuesta es que somos unos hijos de puta. Así se llama este libro, resincronizando una genealogía dispersa, autónoma y asumiendo el lastre culposo de la historia de la historia de la historia de la literatura. No estamos para antologías y este trabajo justamente lo que viene a confirmar es esa fractura. Hijos de puta: 15 poetas latinoamericanos es una comunidad, y este concepto convierte a este libro en un libro por-venir. Las antologías, muestras, compilaciones resucitan corpus, llaman desde la muerte a pedazos de otros libros, pero acá el gesto es inverso, pues la única antología es la literatura toda, y la literatura antes que escritura muerta es comunidad viva.

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Bonus track, (Contratapa del libro). Héctor Hernández Montecinos. Santiago, Chile.





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