lunes, 16 de marzo de 2009

"Soy rebelde porque el mundo es injusto": Blanca Varela


(1926-2009)

Blanca Varela la poetisa limeña ha fallecido. Un largo silencio precederá a los homenajes y reconocimientos. Un largo silencio, para cultivar y contemplar, a través de los tiempos, su gran obra poética.


Como escribió Octavio Paz en el prólogo de su primer libro Ese puerto existe: “Blanca Varela es una poeta que no se complace en sus hallazgos ni se embriaga con su canto. Con el instinto del verdadero poeta, sabe callarse a tiempo”. Ya entonces el autor mexicano atisbó que el elemento fundamental de la poesía de Varela era el silencio.


“Siempre me he visto abocada al vacío. Lo que callo es precisamente lo que siento", comentó Varela, poco tiempo después de haber sido galardonada con el Premio Octavio Paz, el reconocimiento más importante de la lírica en letras hispanas.


En mayo del 2002, en una entrevista concedida a la agencia española EFE, a propósito de la publicación de su obra completa en el volumen titulado Donde todo termina, abre las alas, la gran escritora peruana aseguró que sus versos brotaban “del maldito castigo” de la pérdida, del “abandono y tristeza” que siempre había sentido. Varela reafirmó el sentimiento de su pluma al decir que su libro reflejaba el alma de una mujer “rebelde porque el mundo es injusto”.
La poesía marca un rumbo en la vida.


En tal sentido, la poesía no es vocación, sino “devoción”, saldar una cuenta con Dios, confesó la poetisa.


Respecto al miedo al éxito, aseguró que “eso ya me pilla lejos. Ahora estoy cansada y quiero ser tan anónima como he sido siempre”. Contó que durante su niñez, en su casa todos escribían, se leía mucho y que hasta su madre hablaba en verso.


Pero un día –relató en la entrevista– un sacerdote le dijo que si se negaba a seguir leyendo a Emile Zola no le absolvía de su pecado y fue entonces cuando decidió alejarse de la Iglesia, un alejamiento que se convirtió en una vuelta de espaldas hace unos años cuando murió uno de sus hijos.


“Por qué Dios tiene ese empeño en arrebatarnos lo más bonito de nuestras vidas?”, se preguntó Blanca Varela en aquella oportunidad, para quien su única fe era la palabra, “el túnel luminoso” –como ella lo llamaba– que exploró junto a figuras como César Vallejo, Breton, Neruda o Simone de Beauvoir y que le mostró “el camino de la superviviencia”.


Varela, que escribía poesía desde que era veinteañera, reconocía que su obra no era muy extensa y confesó que necesitaba volver una y otra vez a sus poemas de antaño y cincelarlos para que “siempre sean míos y no una realidad ajena”.


(Información de Centro de Documentación Periodística del Grupo La República y EFE, mayo del 2001).

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