A través de Porta 9 me entero de Primeras impresiones, novísimo weblog de Ricardo Sumalavia aparecido en este mes de agosto, y en el cual el narrador fluye de manera suelta, exploratoria y segura sobre asuntos relacionados con lo literario. Así, ha dedicado por ejemplo 1, 2 y 3 post a la antología de Diego Trelles El futuro no es nuestro. Con relación a los escritores peruanos incluidos en ella, Sumalavia dice lo siguiente: "Me llamó la atención la escrupulosa selección de los autores. Santiago Roncagliolo y Jeremías Gamboa apegados a la acción, al peso del entorno, son bastante efectivos. Al otro extremo están Marco García Falcón, Alexis Iparraguirre y Carlos Yushimito. Me gusta lo que escriben los tres: su prosa cuidada, su gran nivel de sugerencia, pero –confieso- me gustaría encontrar más diferencias entre los tres. Más atrevidos me parecen los cuentos de Diego Trelles y Salvador Luis, como si trataran de reinventarse desde sus primeros textos". Sin embargo, lo que me ha llamado especialmente la atención en Primeras impresiones han sido aquellos posts en los cuales Ricardo Sumalavia y Carlos Calderón Fajardo, por medio de cartas abiertas que se remiten el uno al otro, expresan una entrañable hermandad literaria. "Hace casi dos décadas atrás leí El que pestañea muere, de Carlos Calderón Fajardo, y lo consideré, sin mayor discusión, uno de los mejores libros de cuentos que había leído hasta entonces. No podía negar que me sentía muy cercano a sus búsquedas. Es más, hoy lo considero un hermano literario. Escribí a principios de los noventa una tesina sobre su novela La conciencia del límite último. Y escribí también de él en una novela que acabo de publicar. Lo hice como una suerte de homenaje al amigo, ahora debo confesar, que se moría. Sí, él estaba muy enfermo y se moría. Y escribí esas páginas en un momento en el cual yo igualmente creía morirme. También estaba enfermo. Fui un condenado a muerte que escribía sobre otro condenado. Pero bien, ninguno de los dos murió. Ya conocemos que el destino es caprichoso, que la vida es prestada y todos lugares comunes sobre la muerte. Ambos seguimos aquí. Y él ha escrito muchos otros libros. El último: La noche humana. Una colección de tres novelas breves que están conectadas por París, por una muchacha llamada Milú (poeta peruana de origen judío) y por escritores y artistas condenados a muerte", escribe Sumalavia. Y su comentario motiva este otro de Calderón Fajardo: "Gracias por considerarme un hermano literario. Yo siento lo mismo, pero veo en ti el realizador de mis imposibilidades. Mi mundo narrativo es chirreante, el tuyo es terso y sutil. Escribo con muchos defectos en cuanto a estilo e incluso con fallas gramaticales. Pero aunque tú eres un orfebre y yo un albañil, siento una comunidad de espíritu que realmente nos hermana. Creo que con tu novela Que la tierra sea leve has alcanzado a realizar a plenitud un proyecto artístico y expresivo que se inició hace 15 años con tu primer libro de cuentos Habitaciones. Es el mismo narrador, pero de aquel que se buscaba a tientas hoy es un narrador maduro y dueño de su propio mundo imaginario. Luego de tres lustros de trabajo has alcanzado un alto nivel artístico. Y creo que de aquí adelante, en un periodo ya de madurez, es insospechado lo que se puede esperar".
En la foto: Ricardo Sumalavia y Carlos Calderón Fajardo. "Lo considero un hermano literario", expresa el primero. "Yo siento lo mismo, pero veo en ti el realizador de mis imposibilidades", le responde el segundo.
En la foto: Ricardo Sumalavia y Carlos Calderón Fajardo. "Lo considero un hermano literario", expresa el primero. "Yo siento lo mismo, pero veo en ti el realizador de mis imposibilidades", le responde el segundo.
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