domingo, 9 de noviembre de 2008

Memoria y homenaje: Sören Kierkegaard


Por Luis Guerrero


El 11 de noviembre de 1855 muere Sören Kierkegaard, el filósofo y escritor más descollante de su época; unos días antes de su muerte, había escrito:


“Es la muerte, rogad por mi para que venga pronto y sea buena.

He sido un instrumento en las manos de la Providencia ,

que me ha puesto en el mundo para servirla.

He vivido unos años y luego súbitamente,

la Providencia ha alargado su mano para hacerme entrar en su arca.

Un poco más y ciertamente estaré en el coro cantando el Aleluya, aleluya.”


Sören Aabye Kierkegaard nació el 5 de mayo de 1813 en la ciudad de Copenhague, fuel el último de siete hijos. Su padre, Michael Pedersen Kierkegaard tenía una procedencia humilde de las llanuras de Jutlandia occidental; siendo aún adolescente se trasladó a Copenhague para trabajar en una tienda textil, supo abrirse camino como comerciante hasta lograr el éxito económico, acumulando una cuantiosa fortuna, también supo relacionarse con un sector intelectual de aquella ciudad; con una fuerte inclinación por los problemas religiosos, organizaba veladas –a las que asistía el pequeño Serenen las que discutían los argumentos de la filosofía racionalista y muchas cuestiones de teología luterana. Contrajo nupcias con Ana Sørensdatter Lund, un buen día decidió abandonar su vida como comerciante para dedicarse con más intensidad a la vida religiosa y a la ocupación de sus hijos, especialmente la de su hijo más pequeño Søren, procurando despertar en él una imaginación y capacidad dialéctica que pronto tuvieron resultados.


El último periodo en la vida de Kierkegaard como escritor tiene como referencia cronológica el fallecimiento del obispo Mynster, acontecido el 30 de enero de 1854. Mynster había sido amigo de su padre; cuando Kierkegaard era pequeño escuchó en su casa paterna muchas discusiones sobre diversos temas filosóficos y teológicos entre su padre y Mynster. Antes de la muerte de Mynster, Kierkegaard ya había comenzado en sus escritos una crítica más directa e insistente hacia la iglesia oficial; como ya se ha señalado, en Ejercitación del cristianismo Kierkegaard hace una continua crítica a la iglesia que ha mitigado las exigencias del cristianismo y, en su lugar, se ha autoproclamado triunfante, como si ya hubiera vencido de una vez por todas el mal en la vida de sus fieles. Dentro de estos antecedentes críticos se encuentran también los escritos Para un examen de conciencia recomendado a los contemporáneos (septiembre de 1851) y ¡Juzgad vosotros mismos! (comienzos de 1852, publicación póstuma).


En ambas obras el ataque es directo a la iglesia que ha pactado con la temporalidad mundana, presumiendo falsamente el estar unida a Cristo, disociando la fe y las obras; en el segundo escrito ¡Juzgad vosotros mismos!, el ataque estaba ya dirigido contra la persona de Mynster. Su crítica completamente abierta se originó con ocasión de los funerales de Mynster, oficiados por el que sería su sucesor Hans Lassen Martensen, profesor de Kierkegaard en la universidad, discípulo de Hegel e introductor de éste en Dinamarca. En los funerales, Martensen elogió una y otra vez la figura de Mynster, su entrega al servicio de la verdad y el cristianismo, e invitaba a todos a seguir su ejemplo. La indignación de Kierkegaard fue inmediata, había llegado la hora de un enfrentamiento directo; sin embargo, tuvo que esperar hasta el mes de diciembre –no era tan simple publicar un ataque frontal a una personalidad tan reconocida como Martensen-. Cuando Kierkegaard encontró la oportunidad, inició la publicación de 21 artículos en Fædrelandet, del 18 de diciembre de 1854 hasta el 25 de mayo del año siguiente. Los mismos títulos de los artículos muestran la fuerza de sus ataques: El primero, haciendo una alusión directa al elogio de Martensen, lo tituló: “El obispo Mynster era un testigo de la verdad”, “uno de los auténticos testigos de la verdad”; ¿acaso estas afirmaciones son verdad? En el cuarto, el encabezado es el siguiente: El litigio con el obispo Martensen; la cristianización que es decisiva para la iglesia establecida, no es conforme con el punto de vista cristiano. En el decimosexto, ante la propuesta del decano Víctor Bloch de sancionar eclesiásticamente a Kierkegaard, él contestó de forma retadora con el artículo titulado: ¡Qué cruel castigo! El último, después del cual ya no fue prudente publicar en Fædrelandet tenía como encabezado: El silencio del obispo Martensen es 1° un punto de vista cristiano insostenible; 2° ridículo; 3° tontamente prudente; 4° para más de una consideración menospreciable. La defensa de Martensen y de la iglesia danesa no se hizo esperar por muchas autoridades eclesiásticas y civiles, el propio Grundtvig levantó contra Kierkegaard acusaciones.


El ambiente en torno a esta polémica se ponía cada vez más tenso, para las siguientes respuestas Kierkegaard dejó de publicar en Fædrelandet y comenzó, de forma autónoma, el tiraje de unos cuadernillos bajo el título El instante. Aparecieron nueve números entre mayo y septiembre de 1855; cuando cayó enfermo ya estaba redactado el número diez. Jakob Peter Mynster Hans Lassen Martensen Posiblemente por la tensión tan grande que todos estos acontecimientos causaban en él, aunada a su constitución física débil, Kierkegaard fue atacado por una parálisis el 2 de octubre de 1855 y cae sin sentido en plena calle, unas semanas después Kierkegaard falleció, el domingo 11 de noviembre a los 42 años. Difícilmente podemos imaginar qué hubiera pasado si Kierkegaard no hubiera perdido las fuerzas y fallecido ese año, si hubiera vivido algunos años más. La situación era por demás crítica, pues también estaba enemistado con su hermano y prácticamente estaba sin dinero. Aunque, por contraparte, estaba convencido de la necesidad de levantar su voz contra la iglesia establecida, consideraba que esta situación suponía un martirio y estaba dispuesto al sacrificio.

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