Frank Báez, poeta dominicano, su poesía muestra desenfado, lirismo, humor; performancia de poeta viajero. La contaminación, la transculturación, el sincretismo y la mixtura de influencias se manifiestan en su obra como un territorio fronterizo y siempre cambiante.Un juglar urbano, que mete como si nada la literatura al interior de la vida de metrópoli. El poeta se expresa utilizando el slang y la jerga callejera que es común a los colectivos de jóvenes centroamericanos y antillanos que han tenido la oportunidad de vivir por largas temporadas en los Estados Unidos.
Las referencias al beisbol, al cine, y a la música permean sus escritos que mantienen de alguna manera su identidad caribeña, es decir, aunque estén llenos de referencias pop, modismos del spaninglish o algunos elementos de Code-switching; mantienen vivas las raíces del árbol que lo hace pertenecer a la noble tribu de los poetas centroamericanos y caribeños.
Una línea en donde la cultura se difumina en la vida misma, en la resistencia cotidiana del poeta, que se narra como ser marginal, inmigrante dentro del territorio del lenguaje; obrero de paso por las metrópolis del norte, con la mirada fresca e irónica del desplazado a fuerza y a voluntad. Unas veces se hace universal y otras veces recrea el refugio vital de los que habitan el lenguaje de la selva urbana y recogen los frutos de la travesía, al tiempo que siembran las semillas del idioma del exilio, en las riveras del imperio.
Frank Báez es además, ganador del premio nacional de poesía de su país y uno de los integrantes del colectivo musical y literario “EL HOMBRECITO”.
Algunos poemas:
UN T-SHIRT DE IRON MAIDEN
Empezarás a los dieciocho años cuando compres en las Pulgas
Tu primer t-shirt de Iron Maiden.
No eres fan de Iron Maiden.
Nunca lo serás.
Nunca escucharás una canción entera de Iron Maiden.
Pero tan pronto te pongas el t – shirt te sentirás malo
Como Robert de Niro en Taxi Driver
Chocando con el hombro a todo el que te pase
Por el frente.
Y a la semana sin darte cuenta estarás
Esperando una OMSA en la 27
Con un t-shirt de Iron Maiden,
Con unos pantalones de leather, con unas botas
Compradas a un guardia, con el pelo desrizado
Como el de tu hermana
Y sudando hasta derretirte como un muñeco
de nieve bajo el sol de las doce.
A los dos meses ya te habrás lesionado
La cadera en un mosh,
Sufrirás tortícolis y dolores de cabeza de tanto
Cabecear, perderás capacidad auditiva en un oído,
la policía te habrá confundido
Con un ladrón siete veces y por lo menos
Dos de esas veces habrás amanecido
En una celda con veinte pervertidos.
La mitad del barrio querrá verte preso
y la otra mitad amarrado a un palo de luz.
Los perros te ladrarán las veinticuatro horas
de los siete días de la semana.
Los barberos querrán escupirte la cara.
Los evangélicos blandiendo sus biblias
Te atacarán en manada.
Y todo esto seguirá hasta que un día
Cabeceando en un concierto te des cuenta
Que no hay metálicas. Que hay metálicos,
Muchos metálicos.
Pero metálicas, ni una.
Así que dejarás de ir a conciertos y de ponerte
Las botas y volverás a hacerte amigo de los barberos
Y una tarde ya no lucharás cuando tu mamá
Te diga que donó tu t – shirt de Iron Maiden
A los damnificados de una inundación o de un ciclón
Y ya no correrás al centro comunitario
Donde estarán recibiendo la donación
A bucear entre varias pilas de ropa
En busca de tu t – shirt.
Que se joda Iron Maiden.
Que se jodan Metallica y Megadeth.
Tendrás un carro del año y cada mañana
Le limpiarás el vidrio
Con lo que queda
De un t-shirt de Nirvana
O de Nine Inch Nails.
Pero claro, nunca con uno de Slayer,
De Pantera o de Sepultura.
¿Y de Iron Maiden?
No way.
ESCRITO EL 28 DE NOVIEMBRE DEL 2002 MIENTRAS TOMABA UNAS CERVEZAS CON VILLANUEVA
Es tan triste ser poeta
y tener veinte dedos
y dos orejas
y una nariz.
Quiero ser Papa en vez de poeta.
Quiero hablar con Dios.
Quiero hablar por teléfono con
Dios.
Pero ellos dicen que soy poeta.
Ellos dicen que soy el Baudelaire
de Santo Domingo.
Yo digo aleluya caracoles
globos de colores gallos
mientras entro monedas
en los teléfonos públicos.
A las monjas les advierto que voy a ser Papa.
Nada de metáforas.
Los Papas no utilizan metáforas.
Yo voy a ser Papa.
Yo digo zancos muelas
abuelo pitufo
niña soviética
abuelo pitufo.
Pero no.
Mis poemas son leones y te muerden
y te arrancan las piernas.
¡ Cuidado poetas!
¡ Cuidado!
Te van a despedazar.
Mis poemas están mordiendo a los peatones en el Conde
como sucedió en Roma
antes de que mataran a Julio César.
En esos tiempos no había papas
pero teníamos emperadores
y cada tarde los leones se comían a los poetas
en el coliseo
cuando los poemas eran mediocres.
En cambio, cuando los griegos
la gente veía a los dioses en las fiestas
y bebían con ellos y bailaban con ellos
y le hacían ronda
mientras ellos fornicaban con los mortales
y fornicaban con los animales
y fornicaban con los árboles.
Hoy la gente sólo ve televisión.
Los dioses no salen por CNN.
El Papa sale por CNN.
Yo digo diccionario herido
latas de sardina destornillador
termitas ataúdes gratis
tótem.
Me es tan difícil ser Papa.
Así que escribo y bebo cerveza y aguardo.
¡Rómpanme una silla en la cabeza que seguiré!
Y salga el sol en el este o en el oeste
yo voy a ser Papa.
Crean o no crean en mí.
Yo voy a ser Papa.
Y voy a poder hablar con Dios.
Y si no quiero que hables con Dios
no vas a poder hablar con Dios.
Yo Bela Lugosi pateando una vaca muerta.
Yo viendo lo que otros poetas de Santo Domingo
dicen haber visto.
Yo jugando al epiléptico en las aceras.
Yo leyendo en las esquinas mis manuscritos
para luego ir quemándolos
con un encendedor.
Yo desde mi cama escuchando los millones de perros
que buscan mis huesos en los basureros
de la ciudad.
Yo tonsurado.
Yo pecando en el asiento trasero de un carro
en medio de dos cueros
que se besaban.
Yo andando en la lluvia con un musgo
creciéndome en el cerebro.
Yo que quise traerle una iguanita
del zoológico a mi amor
y que por eso me la metí en el bolsillo
pero un vigilante me vio
y tuve que volver a ponerla en su sitio.
En fin, es inútil.
No hay nada afuera.
Sólo estoy yo.
Baudelaire murió hace mucho.
Y yo estoy aquí.
No sé por qué.
Ni para qué.
ESCUELA PRERAFAELITA
Pienso en una pintora prerrafaelista que recién finaliza
Su cuadro al óleo y se sienta satisfecha
Tras haber afanado por casi un año.
Nunca se imaginará que veinte años después
Un sobrino que desprecia venderá ese mismo cuadro para pagar
Una deuda de juego o de vicio o para pagar el collar
De perlas de una amante y el cuadro lo envolverán y lo llevarán en un
Barco a Nueva York
Donde lo colgarán en la pared de una mansión
Entre cuadros y daguerrotipos y hasta bustos de la época.
Luego alguien lo venderá a un judío que lo colgará
En otra pared y así pasará de pared en pared
Hasta que a principios de milenio
Acabará en un sótano de Queens, entre cachivaches y ratas,
Donde un montón de landlords, gringos y boricuas lo ignorarán
Hasta que una dominicana sin idea alguna
De arte lo recogerá y lo colgará en una pared cuarteada al lado
De un cuadro de la Virgen de la Altagracia.
Y que diría la pintora prerrafaelista si supiera que la dominicana
Lavará el cuadro y le pasará un blower.
¿Rompería el cuadro de una patada?
Y que diría la dominicana que vive del welfare
Si supiera que por el cuadro
Le darían más de veinte mil dólares en una subasta.
Pero ninguna de las dos sabe nada de esto.
Ahora baja el viento gélido de las montañas
Agitando el vestido de la pintora
Y haciendo rodar su sombrero
Mientras recoge sus pinceles y el caballete
Dispuesta a volver a casa con su cuadro
Al fin terminado.
LA PELOTA QUE LANCÉ CUANDO JUGABA EN EL PARQUE AÚN NO HA TOCADO EL SUELO.
Siempre quise ser el primer dominicano en la NBA.
Para entonces poner un dominicano en la NBA
era tan difícil como poner un dominicano en la luna.
Practiqué tiros libres, corrí, hice marineros,
sentadillas y lagartijas.
Parodié ganchos, donqueos.
Jugué veinticinco quintetos al día.
Mandé hacer una franela
con el número veintitrés y lloré
cuando Magic Johnson anunció que tenía sida.
Un día toqué la malla de un salto.
Luego toqué el tablero.
Nunca llegué a tocar el aro.
Conseguí esas pesas
que se amarran en los tobillos
y que incrementan el salto.
Pero no funcionaron y me las cambiaron
por unos Converse Magic con aire comprimido
que me robaron mientras jugaba bajo
un transformador en San Carlos.
Compré unos Reebook Pump
y me expulsaron del equipo nacional
de minibasket.
Me faltaba estatura, alegaron.
Ni empinado era lo suficientemente alto.
Dormí trece, catorce, quince horas al día
para acelerar mi crecimiento.
Comencé a comprar jarabes,
vitaminas, minerales, suplementos.
Luego de once meses
creo me estaba encogiendo.
Hice barras.
Ejercicios de estiramiento.
Le pedí a Jesus, a la vírgen
y al hombre elástico
unas míseras pulgadas de más.
Ya tengo treinta años y todavía necesito
dos pulgadas para alcanzar los seis pies.
En vez de llegar a la NBA me mudé de barrio
y ahora juego dominó
en donde da lo mismo si eres enano.
También escribo poemas
y se los dedico a quien se me ocurra.
Por ejemplo este, que dedico a los que ya no se quitan
la camiseta al jugar basquetbol
porque les ha crecido pelo en la espalda.
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