lunes, 31 de enero de 2011

FRANK BÁEZ POETA DOMINICANO

Frank Báez


Frank Báez, poeta dominicano, su poesía muestra desenfado, lirismo, humor; performancia de poeta viajero. La contaminación, la transculturación, el sincretismo y la mixtura de influencias se manifiestan en su obra como un territorio fronterizo y siempre cambiante.Un juglar urbano, que mete como si nada la literatura al interior de la vida de metrópoli. El poeta se expresa utilizando el slang y la jerga callejera que es común a los colectivos de jóvenes centroamericanos y antillanos que han tenido la oportunidad de vivir por largas temporadas en los Estados Unidos.

Las referencias al beisbol, al cine, y a la música permean sus escritos que mantienen de alguna manera su identidad caribeña, es decir, aunque estén llenos de referencias pop, modismos del spaninglish o algunos elementos de Code-switching; mantienen vivas las raíces del árbol que lo hace pertenecer a la noble tribu de los poetas centroamericanos y caribeños.

Una línea en donde la cultura se difumina en la vida misma, en la resistencia cotidiana del poeta, que se narra como ser marginal, inmigrante dentro del territorio del lenguaje; obrero de paso por las metrópolis del norte, con la mirada fresca e irónica del desplazado a fuerza y a voluntad. Unas veces se hace universal y otras veces recrea el refugio vital de los que habitan el lenguaje de la selva urbana y recogen los frutos de la travesía, al tiempo que siembran las semillas del idioma del exilio, en las riveras del imperio.

Frank Báez es además, ganador del premio nacional de poesía de su país y uno de los integrantes del colectivo musical y literario “EL HOMBRECITO”.


Algunos poemas:




UN T-SHIRT DE IRON MAIDEN


Empezarás a los dieciocho años cuando compres en las Pulgas


Tu primer t-shirt de Iron Maiden.

No eres fan de Iron Maiden.

Nunca lo serás.

Nunca escucharás una canción entera de Iron Maiden.

Pero tan pronto te pongas el t – shirt te sentirás malo

Como Robert de Niro en Taxi Driver

Chocando con el hombro a todo el que te pase

Por el frente.



Y a la semana sin darte cuenta estarás

Esperando una OMSA en la 27

Con un t-shirt de Iron Maiden,

Con unos pantalones de leather, con unas botas

Compradas a un guardia, con el pelo desrizado

Como el de tu hermana

Y sudando hasta derretirte como un muñeco

de nieve bajo el sol de las doce.



A los dos meses ya te habrás lesionado

La cadera en un mosh,

Sufrirás tortícolis y dolores de cabeza de tanto

Cabecear, perderás capacidad auditiva en un oído,

la policía te habrá confundido

Con un ladrón siete veces y por lo menos

Dos de esas veces habrás amanecido

En una celda con veinte pervertidos.

La mitad del barrio querrá verte preso

y la otra mitad amarrado a un palo de luz.

Los perros te ladrarán las veinticuatro horas

de los siete días de la semana.

Los barberos querrán escupirte la cara.

Los evangélicos blandiendo sus biblias

Te atacarán en manada.



Y todo esto seguirá hasta que un día

Cabeceando en un concierto te des cuenta

Que no hay metálicas. Que hay metálicos,

Muchos metálicos.

Pero metálicas, ni una.



Así que dejarás de ir a conciertos y de ponerte

Las botas y volverás a hacerte amigo de los barberos

Y una tarde ya no lucharás cuando tu mamá

Te diga que donó tu t – shirt de Iron Maiden

A los damnificados de una inundación o de un ciclón

Y ya no correrás al centro comunitario

Donde estarán recibiendo la donación

A bucear entre varias pilas de ropa

En busca de tu t – shirt.



Que se joda Iron Maiden.

Que se jodan Metallica y Megadeth.

Tendrás un carro del año y cada mañana

Le limpiarás el vidrio

Con lo que queda

De un t-shirt de Nirvana

O de Nine Inch Nails.

Pero claro, nunca con uno de Slayer,

De Pantera o de Sepultura.

¿Y de Iron Maiden?

No way.



ESCRITO EL 28 DE NOVIEMBRE DEL 2002 MIENTRAS TOMABA UNAS CERVEZAS CON VILLANUEVA

Es tan triste ser poeta

y tener veinte dedos

y dos orejas

y una nariz.



Quiero ser Papa en vez de poeta.

Quiero hablar con Dios.

Quiero hablar por teléfono con

Dios.



Pero ellos dicen que soy poeta.

Ellos dicen que soy el Baudelaire

de Santo Domingo.

Yo digo aleluya caracoles

globos de colores gallos

mientras entro monedas

en los teléfonos públicos.



A las monjas les advierto que voy a ser Papa.

Nada de metáforas.

Los Papas no utilizan metáforas.

Yo voy a ser Papa.



Yo digo zancos muelas

abuelo pitufo

niña soviética

abuelo pitufo.



Pero no.

Mis poemas son leones y te muerden

y te arrancan las piernas.

¡ Cuidado poetas!

¡ Cuidado!

Te van a despedazar.



Mis poemas están mordiendo a los peatones en el Conde

como sucedió en Roma

antes de que mataran a Julio César.

En esos tiempos no había papas

pero teníamos emperadores

y cada tarde los leones se comían a los poetas

en el coliseo

cuando los poemas eran mediocres.



En cambio, cuando los griegos

la gente veía a los dioses en las fiestas

y bebían con ellos y bailaban con ellos

y le hacían ronda

mientras ellos fornicaban con los mortales

y fornicaban con los animales

y fornicaban con los árboles.

Hoy la gente sólo ve televisión.

Los dioses no salen por CNN.

El Papa sale por CNN.



Yo digo diccionario herido

latas de sardina destornillador

termitas ataúdes gratis

tótem.

Me es tan difícil ser Papa.

Así que escribo y bebo cerveza y aguardo.

¡Rómpanme una silla en la cabeza que seguiré!

Y salga el sol en el este o en el oeste

yo voy a ser Papa.



Crean o no crean en mí.

Yo voy a ser Papa.

Y voy a poder hablar con Dios.

Y si no quiero que hables con Dios

no vas a poder hablar con Dios.



Yo Bela Lugosi pateando una vaca muerta.

Yo viendo lo que otros poetas de Santo Domingo

dicen haber visto.

Yo jugando al epiléptico en las aceras.

Yo leyendo en las esquinas mis manuscritos

para luego ir quemándolos

con un encendedor.

Yo desde mi cama escuchando los millones de perros

que buscan mis huesos en los basureros

de la ciudad.

Yo tonsurado.

Yo pecando en el asiento trasero de un carro

en medio de dos cueros

que se besaban.

Yo andando en la lluvia con un musgo

creciéndome en el cerebro.

Yo que quise traerle una iguanita

del zoológico a mi amor

y que por eso me la metí en el bolsillo

pero un vigilante me vio

y tuve que volver a ponerla en su sitio.



En fin, es inútil.

No hay nada afuera.

Sólo estoy yo.

Baudelaire murió hace mucho.

Y yo estoy aquí.

No sé por qué.

Ni para qué.



ESCUELA PRERAFAELITA


Pienso en una pintora prerrafaelista que recién finaliza

Su cuadro al óleo y se sienta satisfecha

Tras haber afanado por casi un año.



Nunca se imaginará que veinte años después

Un sobrino que desprecia venderá ese mismo cuadro para pagar

Una deuda de juego o de vicio o para pagar el collar

De perlas de una amante y el cuadro lo envolverán y lo llevarán en un

Barco a Nueva York

Donde lo colgarán en la pared de una mansión

Entre cuadros y daguerrotipos y hasta bustos de la época.

Luego alguien lo venderá a un judío que lo colgará

En otra pared y así pasará de pared en pared

Hasta que a principios de milenio

Acabará en un sótano de Queens, entre cachivaches y ratas,

Donde un montón de landlords, gringos y boricuas lo ignorarán

Hasta que una dominicana sin idea alguna

De arte lo recogerá y lo colgará en una pared cuarteada al lado

De un cuadro de la Virgen de la Altagracia.



Y que diría la pintora prerrafaelista si supiera que la dominicana

Lavará el cuadro y le pasará un blower.

¿Rompería el cuadro de una patada?



Y que diría la dominicana que vive del welfare

Si supiera que por el cuadro

Le darían más de veinte mil dólares en una subasta.



Pero ninguna de las dos sabe nada de esto.

Ahora baja el viento gélido de las montañas

Agitando el vestido de la pintora

Y haciendo rodar su sombrero

Mientras recoge sus pinceles y el caballete

Dispuesta a volver a casa con su cuadro

Al fin terminado.


LA PELOTA QUE LANCÉ CUANDO JUGABA EN EL PARQUE AÚN NO HA TOCADO EL SUELO.



Siempre quise ser el primer dominicano en la NBA.

Para entonces poner un dominicano en la NBA

era tan difícil como poner un dominicano en la luna.



Practiqué tiros libres, corrí, hice marineros,

sentadillas y lagartijas.

Parodié ganchos, donqueos.

Jugué veinticinco quintetos al día.

Mandé hacer una franela

con el número veintitrés y lloré

cuando Magic Johnson anunció que tenía sida.



Un día toqué la malla de un salto.

Luego toqué el tablero.

Nunca llegué a tocar el aro.



Conseguí esas pesas

que se amarran en los tobillos

y que incrementan el salto.

Pero no funcionaron y me las cambiaron

por unos Converse Magic con aire comprimido

que me robaron mientras jugaba bajo

un transformador en San Carlos.



Compré unos Reebook Pump

y me expulsaron del equipo nacional

de minibasket.

Me faltaba estatura, alegaron.

Ni empinado era lo suficientemente alto.



Dormí trece, catorce, quince horas al día

para acelerar mi crecimiento.

Comencé a comprar jarabes,

vitaminas, minerales, suplementos.

Luego de once meses

creo me estaba encogiendo.



Hice barras.

Ejercicios de estiramiento.

Le pedí a Jesus, a la vírgen

y al hombre elástico

unas míseras pulgadas de más.



Ya tengo treinta años y todavía necesito

dos pulgadas para alcanzar los seis pies.

En vez de llegar a la NBA me mudé de barrio

y ahora juego dominó

en donde da lo mismo si eres enano.



También escribo poemas

y se los dedico a quien se me ocurra.



Por ejemplo este, que dedico a los que ya no se quitan

la camiseta al jugar basquetbol

porque les ha crecido pelo en la espalda.

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