martes, 28 de octubre de 2008

EL DESCUBRIMIENTO DEL MISÓGAMO

Escribe: Walter L. Bedregal Paz


Los sueños que conoce, sin miedos de profundidades que desconoce, se hacen más reales que los deseos, sin contradicciones. El sabe que es vigilado por sus criaturas diabólicamente angelicales. Con su legado de poeta bohemio, ancestral de la impureza, del deseo, del éxtasis, del silencio, nunca sumiso, Jesús Walter Zea, emprende un viaje que lo llevará de seguro a ser el reflejo de su yo interior, libertad buscada que lo abandonará en los últimos trazos de lo escrito (por el hombre a imagen y semejanza de Dios).Mientras como poeta dicta las costumbres para evadir su propia soledad, se protege de los amores prohibidos que en espacios femeninos siempre se reducirán. Su espíritu exaltado por nuevas sensaciones y experiencias, se pliega a la orilla de un lago azul -el de sus elucubraciones-. Que en un estadio de cinco estaciones más allá que nuestro Carlos Oquendo de Amat -cien años después- , que con sus “Cinco metros de poemas”, nos hizo adentrarnos en ese mundo maravilloso, moderno, artístico -por el séptimo arte- con el poemario que tiene una sola hoja plegable y organizada como cinta cinematográfica: Jesús Walter Zea, con esta entrega “ELUCUBRACIONES”, nos quiere decir claramente:


“…la poesía no es vuelo que consumó el ave

Para transgredir leyendas de piedra”.


Por lo cual hace que la naturaleza sea su aliada. Por ello el poeta, bajo ese mismo signo, moderno, artístico ahora -hoy con respirar aires futuristas- nos hace adentrarnos también a un mundo diverso, el suyo, el interno, para darnos a conocer:


“…por los exaltados caminos de mis glándulas

que exacerbaron las semillas de tu memoria

trajino entre tus extremidades descalzas”.


Para recrear con fidelidad las atmósferas de la vida, de su vida, de su mundo, del otro yo de poeta. Como en una ciudad todo está permitido, Zea, necesitó sentir atracción por el abismo que deja la soledad, para convertirla en alegría, en libertad para vivir, donde no hay nadie ni nada que se oponga a los demás, sintiéndose feliz al sucumbir tras sus metáforas, peor aún si no están ellas -sus musas-, porque necesitó disolver su propia individualidad en el ser colectivo, renunciar al papel de testigo y asumir el de cómplice. Desde el boom de la crónica urbana, incluida la poesía, en los años ochenta, muchos poetas han intentado tomarle el pulso a la bohemia de la ciudad, al sexo que se respiraba por sus lugares prohibidos, a desnudar la poesía, volverla más erótica que sensual, pero muy pocos lograron abandonar sus ideas preconcebidas -tal vez por prejuicios o frustraciones-, pero nuestro vate, para alcanzar una simbiosis espiritual con los náufragos de la noche, hace y nos muestra lo contrario; porque no tiene a nadie que le quite el sueño, vive enamorado, está de nuevo libre, libre para soñar, recuperando su tiempo que con alguien malgastó, reconoce que las cosas tuvieron que pasar por alguna razón, y esa razón puede ser su libertad para amar.


A diferencia del misógamo empedernido, como lo detalla él, sus elucubraciones distan de un presente real , nos enfoca, por ejemplo en su primera elucubración: Ego un conjunto de diecisiete poemas, en los cuales como poeta observa la realidad con sentido crítico y mantiene prudente distancia ante lo que poetiza. En cambio en la segunda elucubración Espacio, cuando trata de atrapar algo, de ese espacio, de su terruño, tan volátil como una emoción compartida; siente nostalgia por el pueblo que lo vio nacer, su objetividad puede ser un estorbo; pero cada río, cada piedra o ese sinnúmero de espinas que brotan sobre sus cerros, hacen que el poeta exacerbe la subjetividad de su poesía , para convertirla en su campo de observación, en objeto añorado, es uno de los méritos de Walter Zea. En la tercera elucubración: Efemérides, contiene muchos hallazgos de psicología social, pero más allá del valor sociológico que le daría al texto, es la descripción de una intimidad, es decir, un libro de poesía hecho entre líneas de una soledad, siempre de noche, a veces sin luna llena , sin lluvias, sin vientos, pero tuvo las maneras de engañarla. En la cuarta elucubración: Acrósticos, como Oquendo de Amat, Zea, domina el arte de poblar la soledad que le dejaron y sabe que la noche con sus lugares prohibidos son la mejor escuela para estar solo entre la multitud.


El libro nos muestra dos transformaciones paralelas, la de un ser diurno, profesor de escuela, transformado en una criatura noctámbula, y la de un solitario que se integra paulatinamente a una jauría de hombres que hicieron de su costumbre Ley. (ser amantes de la noche). En la elucubración final, la quinta Eros, se va cargando más de significados, conforme iríamos recordando la lectura que le hicimos en estados diferentes -no interesaría ebrios- hasta quedar claramente definido en “testimonio de perversidad” , el epílogo que revela el motivo de escribir un libro de poemas diferente y la unidad secreta de los cincuenta poemas.Con “Elucubraciones” Walter Zea ha llegado a ensanchar los alcances literarios de la poesía, lo que hasta ahora la poesía puneña contemporánea trata afanosamente de lograr, y al mismo tiempo ha flexibilizado la forma de su poesía. Espero que el libro transite con buena fortuna y que los amantes de la poesía lo disfruten, como yo lo hice, cuando me he adentrado en el mismo corazón del poemario, el cual a su vez nos proporciona un mapa sentimental para no extraviarnos en la noche, y peor solitarios recordar sus caricias entre sábanas de algún templo de amor.


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