miércoles, 8 de octubre de 2008

El canto


C.K. Williams


Por: Miguel Angel Gara

Bartleby Editores

El canto es junto a Reparación uno de los dos libros del poeta norteamericano C. K. Williams que la editorial Bartleby ha editado recientemente. Dos poemarios significativos dentro del panorama norteamericano reciente dado que Reparación obtuvo el premio Pulitzer en el año 2000 y El canto mereció el National Book Award 2003, el equivalente a nuestro Premio nacional de poesía.


La obra de Williams (de ascendientes rusos, a pesar de su apellido) se enmarca en cierta tradición de poesía reflexiva, introspectiva, filosófica incluso, que desde los poetas metafísicos isabelinos vetea muy ricamente la lírica anglosajona hasta nuestros días. En C.K. Williams esta poesía del pensamiento se genera la mayor parte de las veces desde la contemplación, bien de una realidad inmediata en el tempo subjetivo del poema, bien de un recuerdo traído por el poeta desde una anécdota o desde otra reflexión previa. El resultado sin dejar de caer en ocasiones en una cierta tendencia a la moralización resulta similar al del análisis psicoanalítico, es decir: lo Latente detrás de lo Manifiesto revelado en la transferencia autor-lector en virtud de deseos que se manifiestan en ciertos objetos, en ciertas situaciones, en las emociones que generan.


El poemario está estructurado en cuatro secciones, en la primera de ellas es donde más se observa esa propensión de partir de un hecho concreto y desenmarañarlo (o enmarañarlo) poéticamente hasta llegar a la visión o descubrimiento de una belleza que no es a la postre más que palabra construida y leída, La palabra sola sisea como ácido hirviente / gime como plomo fundido. La segunda sección, a mi entender la más lograda del libro, se estructura a través de 14 poemas de 5 pares de versos en una unidad temática cerrada. El poeta utiliza como coartada su niñez (de hecho toda la composición se llama De la niñez oscuridad) para hacernos partícipes de su perplejidad ante el mundo, mostrado, claro está, desde la actualidad del que observa, desde el rol del que recuerda y se aleja del personaje de niño y de la crueldad a su pesar, de la infancia, La memoria de la idea de ti mismo que eras entonces / aquella idea siempre apenas iniciada.


La tercera parte, también unitaria, es un emotivo poema elegiaco a la memoria de un amigo muerto (El artista Bruce McGrew, como se indica en la dedicatoria) cuyo relato parte de meses antes de la muerte del artista, hasta, deteniéndose en el Lamento (el día después) y en el Contigo (meses después), cerrar el cuadro con el Aún (un año después) y la certidumbre de que lo que queda del amigo, es precisamente su existencia pretérita, el todo pasa, todo regresa, expresado en la memoria, en el pasado que nos demuestra la existencia del presente para eludir la desaparición, En vez de eso queda / saber que al menos / te tuvimos durante algún tiempo...


Por fin, la última y excelente sección del libro comienza con el poema Guerra y es un intento de consignar los acontecimientos bélicos de la última época en Estados Unidos, y los antecedentes de miedo y caos (precisamente los títulos de los poemas siguientes) que los preceden. Se observa aquí la preocupación de Williams por el tiempo en el que vive y por su reflejo en los mitos que predicen la realidad. Esto es patente por ejemplo en el poema En el bosque, donde el poeta (o el poema, más bien) lee un libro sobre la tiranía, la opresión, el desatino político, la corrupción..., y los traslada a su actualidad, a sus circunstancias, hasta dar cuenta con la lucidez que caracteriza todo el libro que ...la infeliz página se vuelve y nos / quedamos escuchando y escuchando...­


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