martes, 15 de enero de 2008

«UN PÉTALO DE AMOR PARA MI TIERRA»


Pacha J. Willka

Este breve comentario quiere en primera instancia, resaltar el profundo amor que el poeta manifiesta por su terruño.

No se puede elogiar aquello por lo que no se siente una verdadera pasión; de ahí que Benavente precisa en los versos:

“… Se viene la vida por todos los caminos

desde el beso fraterno de la tierra.

Y bajo las nubes que caminan

ríe el sol copiando en su cara,

la fe nutrida en el corazón de la pampa…”

Una etopeya que halla la esencia del ser juliaqueño. Ciudad eje, crucero de rutas, “TAYPICHUYMA” Altipampina.

El poeta, en una segunda instancia, también hace mención a los ancestrales habitantes de su pueblo, levantando a los Xullas Zapana en el templo Koriwata (Tiempo de oro o año de oro), como asimismo nos habla de las manifestaciones musicodancísticas y manufactureras, y dentro de ello, el valor y la brega por forjar un nuevo pueblo, una nueva realidad.

El poema realizado en verso libre, ostenta varios versos cuidadosamente labrados y engastados de hermosas metáforas que nos muestran su don y su magia. Lamentablemente el que esto escribe no ha podido leer sino unos cuantos poemas de Benavente, por lo que me veo limitado de hacer un comentario en contexto global. Sin embargo, aquello que no puedo constatar, puedo imaginar. Y de esta suerte, encuentro a un grave y armonioso poeta que en la vera de la línea del ferrocarril, sigue en la «firme actitud de TENER (a Juliaca):

“…Entregado a la salud de ( SU ) nombre…”

Envío mi mejor homenaje a la poesía enervada de firmeza y valentía de uno de los más importantes poetas que tiene la ciudad de los vientos y pido modestamente, dentro de mi condición de escritor, que se reconozca en vida la entrega de tantos años a la formación de nuestra identidad regional, y por que no decir, nacional. ¿De qué forma? Editando su obra poética completa.

Elevando en el vuelo de una paloma

los ojos agrandados te miran

y contemplándote repito,! escuchad hermanos!

los himnos marciales de los tokoros,

la danza guerrera de las mil esperanzas.

Por eso llega tu día Juliaca

en la Lluvia primera que fertiliza

para levantar la sombra endurecida

con el dialogo de los pueblos que dicen:

¡Tomad la lucha de los pueblos !

Tú en el corazón, en la dicha y en la pena

en la sed y en el hambre,

en todos los rincones del hombre;

tú en el rocío del altipampa

en el último suspiro de mi amada,

en la sangre agitada de una arrebato.


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