La nostalgia como fuente de inspiración
Walter L. Bedregal Paz
Creador de poesía, inspirada siempre al mundo afectuoso y fraterno de su tierra Calcetera (Juliaca), con añoranzas y melancolías, ese hombre de letras, que en 1954 escribiera frases como:
"...cesaron los vientos y el remolino, arcos de silencio se hicieron veloces con esa fiera que he visto que no volverá", de: "Julia" (Poema de Siete Estancias).
No concibió que años más tarde el azar lo convertiría en protagonista de una anticipada historia, como el personaje de un cuento, que él sólo podría escribir. Y lo escribió... "Canto a las horas de noviembre", en memoria a los mártires de aquellos acontecimientos que a Juliaca la pusieron en el ojo del observador nacional un 04 de noviembre de 1965; y de aquella huelga magisterial de setiembre de 1971, tenemos el recuerdo de: "Marcha del sacrificio", que encontramos en "Cantos Encendidos" (Pregón Calcetero). Mientras sobre el cielo juliaqueño retumbaban sonidos de balas, junto a los ecos que de su cerro milenario, el "Huaynarroque" repetía. El joven Benavente luchaba junto a sus hermanos - a pesar de su nostalgia - por la reinvindicación de un pueblo que ya dio pasos para ser lo que es hoy, una ciudad.
Esta tierra de la cual no se mudó, acrecentando su formidable cultura, ahora con la edad cercana al término del siglo, entre las setecientas y tantas hojas escritas, inéditas la mayoría; ingresa apaciblemente con sus ojos preocupados a ver cómo se abren las puertas de la eternidad.
Cinco libros publicados - nada más - tratarán de devolverle a su carácter la fortaleza que perdiera a consecuencia del invulnerable padecer humano, la edad avanzada; sólo el libro que está casi listo para ser publicado: "Machu Aycha", cree que le devolverá completamente ese vigor de hombre fornido, serrano de naturaleza, "Cogotudo y Panzacala", como lo es un "Machu Aycha" juliaqueño, o como le dedicara en un poema que ya trascendió fronteras su fraternal amigo José Parada Manrique (Lampa 1924 - Lima 1982.), con la vitalidad puesta en sus letras, que nacen para Vicente Benavente, ser como el "Tokoro": "...regazo de aquel grito que se trunca en el pecho". Benavente sigue escribiendo, no acepta el cansancio con estoicismo.
"Raíces del viento", reúne una antología poética, su obra que a lo largo de los años desde 1954 supo plasmar con alegría para su tierra natal. Benavente manifiesta que volvió a publicar después de muchos años.
Cuando lo visité en su hogar, en su escritorio, entre libros de Vallejo y los "Cinco metros de poemas" de Oquendo, Benavente movió inciertamente su cabeza y me habló de danza, de la palabra "Machu Aycha", con su voz resuelta, a veces cansada, agregó el poeta cuya notable prosa ha sido comparada por los críticos de nuestra Región como la de los barrocos españoles. Los comentarios entre elogios y análisis, luego de la edición de "Cinco poemas para... Treinta años Después"; para él y su tierra es digno reconocimiento, más por aquella labor poética.
"...por emotividad, por cariño a mi tierra, aprendí a prosar. He cometido errores, pero eso me enseñó a escribir nostálgicamente".
Esta genuina modestia y además su permanente y elegante ironía caracterizan cada una de las frases del extraordinario poeta mayor juliaqueño, cuyo prestigio literario sólo resiste comparación en Juliaca entera, con la mayoría de eruditos, poetas puneños e intelectuales nuestros.
Propietario de una portentosa cultura que abarca desde las antiguas literaturas incas y de los prosistas del 50, hasta esa secreta y mística tradición Quechua y Aymara que reúne en su seno, no sólo aquellos "Machu Aychas" sino también "Chiñipilcos".
Benavente para decirlo con palabras de Juan Alberto Osorio, es: "...por su objetividad y la primacía de la referencialidad, y también porque en los instantes en que Benavente, fabula, imagina, ese vuelo le sirve para mejor aproximarse a la realidad, para mejor comprenderla. La poesía de Benavente está en las inmediaciones de las canciones, de los romances españoles, pero con un espíritu, con un léxico y un fondo social altiplánicos". (5).
Benavente es el caso más agudo de conciencia literaria escrupulosa, porque en cada uno de los versos escritos, es desde su planteamiento un capital problema de construcción como la composición de sus figuras para un pintor.
A partir de su juvenil melancolía ultraísta en la poesía a: "Julia", y luego: "Vientos de Amor", hasta sus: "Cinco poemas para..."; "Mural de latidos", "Cantos encendidos"; Benavente dibuja la línea, la vía perfecta, en férrea y delicada creciente, siempre poderosa, donde sabe arribarán nuevas formas de vida, del más lúcido talento, - Juliaca es una ciudad aparente para desarrollarse en la vida - que tiene nuestra prosa Regional; ahora, militantes de una nueva estirpe, que generacionalmente buscan un espacio, y cada día son diferentes. Sus discípulos se desplazan - los de la Generación de los noventa - en los aires, las nubes trasuntan sus cerros, desbordan sus ríos; sus exégetas desean un día con sus obras trascender nuevas fronteras literarias.
Sin embargo Vicente Benavente, con su traje azul, melena corta de poeta bohemio de los años mozos del 60, su aire desvalido y ausente, comenta entre la incierta penumbra del atardecer lluvioso juliaqueño, que:
"...entre la poesía que escribí en 1954 y la poesía que escribo ahora, hay sólo una diferencia, ahora soy más nostálgico que entonces".
Después de conversar esa tarde amena, porque nos acompañó nuestra literatura, es muy probable que el Grupo Editorial: " Hijos de la Lluvia", le proponga ofrecernos por medio de una institución Superior de Estudios, un ciclo de conferencias, - acompañado claro está, de poetas de su generación y la de esta última, denominada contemporánea o de fines de siglo - sé que Benavente no rehúsa su colaboración con nuestro Grupo.
Maestro de generaciones de los afiliados a la línea tradicional de las letras juliaqueñas, confiesa que los poetas y narradores juliaqueños que sobresalen de una etapa anterior a la nueva son: Héctor Cano Torres (+); Jesús Cáceres Velásquez (Juliaca 1945 - 1986); José Parada Manríque (1924 - 1992); Gloria Mendoza Borda, Alberto Valcárcel Acuña, Lolo Palza Valdivia; de esta Generación destacaría a Rudy Frisancho Gallegos. Y tratando de interrumpir su opinión continúa recordando, mientras sus dedos resbalan sobre el lomo de un libro de poesía. También refiere su agrado por René Calsín y Hugo Apaza, historiadores que íntimamente lo impresionan, más por ese corazón juliaqueño que tienen. De los poetas de esta Generación última del milenio, hablando de poetas nacidos en la ciudad de Puno y de otras provincias detalla que podría haberlos leído y que poco o nada hubiera perdido.
Del libro en edición:"AQUÍ NO FALTA NADIE “Poesía puneña contemporánea" (Antología) (6), alude a Fidel Nina Mendoza... Pero irrumpió en la sala un hombre que como uno de los personajes del libro de Benavente "Machu Aycha", tenía la majestuosidad de ser un "Cogotudo y Panzacala" a la vez. Era su hijo Mario, que al igual que su padre tiene también inédito un sinnúmero de hojas escritas con poesía, que al revisarlas y trabajarlas nos daría una grata sorpresa, y por lo demás nada tenía de los defectos del citado personaje.
Después de saludos y agradecimientos por la visita hecha y el tratar de ampliar datos para la edición de: "El mensaje de Vicente Benavente en el corazón del viento.", el poeta abandonó momentáneamente la sala. Al verlo así, ausente del dintorno físico, distante de las apariencias materiales, Mario (su hijo) dijo que había llegado a pensar que acaso el terrible y secreto Dios o Apu de Benavente se posa en sus versos y relatos inéditos proporcionándole cada vez lo mágico, lo desconocido, que requieren la eternidad, no sabía si publicados o ahí inéditos.
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