jueves, 10 de enero de 2008

CANTOS ENCENDIDOS

Vicente Benavente



(Pregón Calcetero)

Editorial “Don jaque”. Cusco – 1976.

Ediciones “Cielo y Tierra”. Juliaca.



CANTO AL CORAZÓN DEL VIENTO


ES hermoso entregarte a plenitud

esta colmena de sueños levantados,

esta granada de trinos torrenciales,

como la fresca mejilla de la voz.

Es preciso estrecharte a toda luz

con los brazos de los amplios latidos,

con la fuerza de tus propias semillas,

con el calor de los cantos encendidos.

Es bueno brindarte como todos los días

esta sementera de las miradas resueltas,

esta caligrafía de las pupilas del rocío

para jugar con los niños recién nacidos.

Viento insurgente, tú que nos guías

lleva la esfera del grito amotinado,

escucha la palabra abandonada del

sollozo.

Por todas partes irá tu insurrección,

rodarán las lágrimas como duras penas,

allá donde avanzas, viento sudoroso,

crecerá el amor de tu corazón.




CANTO A 1121

Canto en abril 1121

tu resplandeciente vuelo,

historia de fuego

que amaneces como el pan

todos los días.

Hormiga de brújula,

aviso luminoso de la ternura,

oxígeno intacto de la garganta

que otorga

el silabario de la luz.

Sol que alumbras

desplegado en la lucha,

de claro nombre,

de celebre trinchera,

las manos de la lluvia

clavan tu excelencia

en la pared del sueño.

1121 saliva izada

en la palabra del viento

fortísima palanca,

contigo responden

las BODAS DE DIAMANTE

en encendida antorcha.

Tejedor robusto de

firme semblante

paladar inoxidable

de vastas caminatas.

1121 biografía del pueblo

bronca de brazo fogueado

empinada sombra del árbol.

Con el mismo sol

que nos calientas

conversa siempre de la libertad.



CANTO AL COLEGIO SAN ROMÁN

Por ti labriego infatigable

brota este calendario del alma

con el amor que se desprende

desde el arrullo perseverante.

Por ti la carta descubierta

en el sobaco del frío penetrante,

se ha abierto con el alfabeto

de tus párpados matinales.

Tus manos se inundan de latidos

con los brazos inquietos de tu voz,

poblada de pájaros y palomas

en la rama de tus anchas canciones.

Tienes la vida construida

de espigas con espacioso sudor,

sílabas para deslumbrar

el reposo de tu pasión terrestre.

Tu cargas el arado que siembra:

fuego de palabras, manifiesto de luz,

el diccionario de la soledad,

la infancia de los crepúsculos.

Tú eres la fragua empapada

en la boca inmensa de la alegría

porque los árboles te miman,

porque viajas con los gritos

y los pies del campanario,

porque esperas vigilante,

el susurro del alba como la lluvia

en la navidad profunda del hombre.

Aquí estas perla del rocío,

símbolo de la hoguera fecunda.

Como el himno del viento

nos das el territorio del corazón.

Para amarte la arcilla

ha besado el laurel de tus sienes.

El aula, la calle, la plaza

y los 50 años luminosos,

coronan tus BODAS DE ORO.

Apacibles aulas, caudalosas rosas

rodeada de hijos numerosos,

afirmas el litoral de tu memoria.

Naciste fuerte, vigoroso.

Lejos de sonreír tardes trasparentes,

cargas el clamor de pómulos postergados.

Tú eres la ciencia y la fe

la ciencia de los hombres

la ciencia del futuro.

Tú la fe invulnerable,

el destino irreductible

la fe colectiva,

la celebración de la historia.

¡Oh Colegio! Asistente comunero,

agua y sed, idioma del alma.

terreno donde se habla

con el calor de la sangre,

acariciando

el sueño de la patria

¡Colegio SAN ROMAN!

salve tu brega

excelsas proyecciones

templo de amor

que juzga la verdad.



CANTO A RUNA SONCCO


MANUEL NÚÑEZ BUTRÓN

en la cuesta del dolor de los años,

en el viejo surco de caras taciturnas,

has abierto los ojos hacia todos los ámbitos,

has agrandado el pulmón para todo grito,

has extendido la senda del RIJCHARY.

Amauta RUNA SONCCO,

glóbulo indio que despiertas los ayllus,

Kolla creador de Sanitarios Rurales,

Huayna hermanos de los olvidados,

padre reflexivo de las parcialidades.

En el altipampa

está el kolli de tus visiones.

En la altipampa

está el indio de tu raza.

En la altipampa

está el precio de tus desvelos.

En la altipampa

está la escuela de tus niños.

En la altipampa

queda al libre

el teatro de tus maestros.

RUNA SONCCO, Manuel María,

los runas han jurado quererte,

esculpirte con la fuerza de los vientos

para hablar al mundo de tus ideas.

En el Ande de los hombres despreciados

lloran ahora hasta los Apus del ayllu

con la pena de los riachuelos

que te conocían de cerca.

MANUEL NÚNES BUTRÓN:

Hoy arengan los pututos conmovidos,

juegan los remolinos agitados,

corren aires de cruzada aurorales,

silban las chilliguas de la nueva era.

RUNA SONCCO, latido de quena,

charango centinela,

misionero combatiente,

cariño altiplánico.

Vivieron antes los silencios

desposeídos de amor fraterno.

en el corazón de los tristes

se perdía siempre

el emblema de la esperanza.

¡Manuel María!

Enarbolaste la enseña nacional,

declaraste la guerra

con jabón y peine.

Tú levantaste las armas

repitiendo tus sentencias:

Esclavos de la mugre ¡RIJCHARY!

Esclavos del piojo ¡RIJCHARY!

Esclavos de la coca ¡RIJCHARY!

Esclavos del alcohol ¡RIJCHARY!

Esclavos del pleito ¡RIJCHARY!

Hermanos ignorantes ¡RIJCHARY!

MANUEL NÚÑEZ BUTRÓN

Tú has retirado la melancolía

esa fiebre maldita de los males

la poza negra de la pena.

Tú has lavado la mugre de las mentes,

el sucio de las manos que contagian,

el vicio impuesto

por los grandes enemigos.

Tú has barrido el piojo de los

thanacus,

el trapo de los runas humillados,

la queja verde de la coca chajchada.

Hermano Manuel María,

los majthas de la comarca,

los walaychos insurgentes,

hoy desatan tu ideario

en todos los rincones

de la chacra de los indios.

RUNA SONCCO DE LA ALTIPAMPA

Ayer cargabas insultos y sufrimiento,

ayer eras malo, médico de apestosos,

ayer eras incapaz

porque estabas con los indios,

ayer eras peligroso comunista.

RUNA SONCCO, fogata de la estancia,

sanitario rural de la libertad,

médico de la Justicia

guerrillero de la sanidad.

Tus horas no conocían descanso,

entonces en el fogón de la miseria

cocinaste el pan para los pobres,

entregaste el jabón de tus ideas.

AMAUTA de los indios,

vibran las multitudes

con el metal de tu voz,

aferrados sin reserva

al sueño tenaz de tu credo.

ATHUN RUNA SONCCO

¿Quién te dio valor

para que seas

médico de los indios?



CANTO A LAS HORAS DE NOVIEMBRE


A la memoria

de los mártires:

SANTIAGO MAMANI

GERMÁN HUMPIRI

PATRICIO QUISPE

MARIANO PANDIA.

EN estos días de llanto y pelea

Las ojeras acusadoras

inventan la vejez del dolor.

No saben ni los gorriones

de dónde ha llegado

la espuma del odio.

Las pupilas insurgentes

están dilatadas,

en esta mañana absurda

de las balas de infamia.

Se estrellan contra el pueblo

enfurecidos y ciegos,

conocidos lobos disfrazados.

Se abre el amor a borbotones

como la rosa armada de pétalos

en las horas de noviembre insurrecto.

Se abrazan besando la tierra,

aquellos hombres, niños y mujeres.

Corren desesperados, levantan sus gritos,

avanzan sin tregua ante los déspotas.

Hasta ayer meditaban todavía

las horas pasivas de noviembre,

hasta ayer no habían protestas,

los hombres caminaban pensativos

afiliados al trabajo incesante.

Hasta ayer la mentira movía la cabeza,

una orquesta de promesas deleitaba,

no se conocía la cara auténtica del embudo.

En memorable jornada

la vida se juega con la muerte.

Hay que luchar invencibles

por el aire que respiramos,

combatir imparables

por el amor y la alegría,

aplastar la víbora que escupe el veneno.

En la refriega caen hermanos,

agarrados del llanto del pueblo,

vuelven a gritar empuñando la sangre

con la carne viva de la insurrección

Unidos codo a codo

por el sueño del agua,

pegados en las calles,

rugientes en las plazas,

las brigadas repletas de fuego

en las vértebras,

sacan las piedras del espinazo del suelo

para clavar la ira de las hondas

en el lomo de las bestias

que patean al pueblo.

Se multiplican los brazos

con las robustas lágrimas de la mujer,

la boca repleta mastica la pólvora

y la furia maldita destroza la vida

de los hombres que no se arrodillan.

Nadie escapa de la cólera,

la calamidad campea por momentos,

sin embargo el valor no se hunde,

se destapa la cueva de miserables

metralletas comparadas con la plata

y el sacrificio del pueblo.

Aquí la injusticia

sale del infierno

como un monstruo de venganza.

Los guardias de asalto disparan,

los anhelos pisoteados se reponen,

los sueños revolcados en el lodo,

se lavan con las heridas abiertas

en las venas del corazón.

Baterías de impactos renegados

hacen gala de espanto y horror.

Los niños demacrados

balbucean el destino de sus quejas.

No se despegan de sus padres,

limpiando la sangre de sus ideas.

La pesadilla de las horas

abandonan puntual la humillación.

El credo del pueblo

se pone de pie y camina.

La masa de todos los barrios,

presentes como un solo hombre,

piden que se vayan los enemigos,

que se regresen las balas,

que se callen las metralletas,

que se den las órdenes de fuego,

que se alejen los que no tienen problemas.

Estudiantes, obreros,

jóvenes, niños, mujeres,

ancianos y la masa sublevada,

juran que la Patria Chica,

no se rendirá nunca,

ante los grandes asesinos,

ladrones del PUEBLO.

Ahora hay que izar la sed

¡Hermanos del pueblo!

Hay que abrazar el agua

¡Hermanos del viento!

La luz que ahora pedimos

¡Es nuestra trinchera!

En las horas memorables

De noviembre de 1965.

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