Vicente Benavente
Edit. Garcilaso. Cusco Perú – 1965
Ediciones: Cielo y tierra.
Poema (I)
Calceta de telar arrullado
en el corazón de la aurora,
abraza la ciudad
con tus pasos sonoros.
Con overol de fábrica
los huesos y la sangre,
te uniforman en la calle
sin cólera ni fatigas.
Calceta de cielo y tierra,
calceta de reloj y colmena,
deja caer en latidos el granito
para que se construya
la columna de tu estrella.
Cuando amaneció el anhelo,
tenía los ojos abiertos la mañana
en las hebras mimosas de la calceta,
porque allí estaban encuadernados
por hojas y capítulos los colores.
Tenía que aprender la mañana
del texto de las madejas bailarinas
toda la evocación de las páginas
y el telegrama de tus puntos.
Todavía están repletos de ternura
los pulmones de tu infancia,
tejida en el barrio de las soledades,
en el río, en el campo y la noche.
Y como una gota de rocío
nos tocas y cubres los pies,
como un pétalo de amor
recorres por el mundo.
Calceta te llamas
en el mensaje de los pueblos,
calceta eres
en la edad del agua.
Al comenzar los días la tarea
te llaman las abejas,
te saludan las gaviotas
con la espiga de sus alas.
Tú que has dado vigor
a la mano de mi madre,
eres alondra de canto
en este jardín del viento.
Vamos a verte,
cómo te quieren las niñas
en el zapato de sus muñecas,
y cómo te hablan los niños
hasta acariciarte liviana.
Yo te amo de pura lana,
yo te amo de cinco ruranas,
yo te amo de cuarenta q'aytos
yo te amo de abril y domingos.
Te amo grande y pequeña
porque te he visto de alegría
en los recios tobillos del pueblo
borrando las espigas del frío.
Aunque dicen que eres fea,
aunque dicen que eres de la ralea,
yo te digo que eres del pueblo,
yo te digo que eres de todos.
No hay otra manera de tenerte,
las cosas tienen su reino,
la claridad es la ciudadana
con quien andamos juntos.
Si hay mentiras
colmadas de misterio,
enseña a los hijos del hermano,
la autoridad de tus hilos.
Calceta de blanco y rojo,
calceta de mujer y hombre,
como la camisa del anhelo
abriga el destino del pueblo.
CALCETERA
(Poema II)
Risueña calcetera,
tierna golondrina de la pampa,
donde la primera estrella del día
te saluda las manos.
Hija juliaqueña
de armonías tejida,
en la joya encendida
de tus frescas mejillas,
se alegra el viento,
dibujando la ventura
de su veloz carrera.
Tú la novia del aguacero
esparcida en el sueño del agua,
una sed te alimenta,
En el rincón de la risa
calientas más el alma
teniendo el gozo de amor
que no te falta.
Tierna golondrina,
en el mismo nido que vives
desnudando las horas
en tus bienes rosados,
viajan mis ojos sin medida,
crecen vida mía sin cesar
las uñas de esta mano,
como digo sin cesar.
Piensa que en la luna distraída
hallas la madre del paisaje
y entre la flor escogida
la fiebre endulzada del beso.
Chola calcetera,
en lana y percalas
de color vestida.
Mirad su estatura
engreída en su mantón de pecho
y polleras de triple vasta.
Vedla empavarse
en las prendas de dublé
con gracia del sombrero.
En las nuevas cabretillas
están apretados sus pies,
mordiendo migajas de carne
están los dientes de estaquilla.
Tus ojos escondidos
robados quiero tener
junto a las rosas
de mi corazón labriego.
Chola calcetera,
ganas tienes para todo.
Sé que golpe de amores
tallada llevas en la maña
y la rueca de canciones
en la herencia del alba.
Como el hombre de las penas
en el ovillo de tus senos
tórtolas blancas enamoran los huayños.
Y la voz jugosa del charango
empieza a recorrerte la sangre.
La sangre inspirada que es tuya
anuncia la esperanza que es nuestra.
En todas partes mi calcetera
anda que anda con la lliclla del atado,
yendo y viniendo, revolcada en el sol,
enchascada en el remolino.
Sudando el alalaú por las tardes
llegas mascando la distancia.
Chola calcetera
es así que la fuga de tus dedos
enredando ruranas de alambre,
están locamente haciendo
con hebras de lana pura,
la picardía y estirpe
de la fantaseosa CALCETA.
Chola en el alma prendida,
mientras que el chato kolli
te arma falsos amores,
tú de la buena fuente
adelantas el cuento.
En las fiestas sobre todo,
yo sé que sobran los pañuelos
hasta rifar el contento
en las tardes bien movidas.
En fin tierna golondrina,
es una historia derramada.
Nuestros hechos y los días
se suceden como sueños y pesares.
Chola calcetera,
ahora es cuando te veo
otras ronchas en la cara.
Así alistada sinverguenza,
te apresuras, te aseguras
con atado de guantes y calceta.
Allá en la estación de ventas,
adivinas esperando que pasará
algún turista de buena compra.
Los trenes han llegado y han partido
como vienen y se van los pasajeros.
Callada mi calcetera de regreso
también en sus afanes contempla,
nuevas chompas y calceta
que hace la comadre de la estancia.
Mirarte pueden todos
prosaica belleza.
Es tu sangre, tus amores
chola calcetera
de querer serrana de Kollas.
Los walaychos de cariño,
queman de gloria tu nombre.
CALCETERO
(Poema III)
Calcetero que miras
la semana romancera,
en el sueño de la novia
está la almohada de los jóvenes.
Calcetero que contemplas
el amanecer de la cosecha,
tu credo está palpitando
en el océano de la pampa.
Tú enciendes el amor
en la diana de la promesa,
tú engalanas de rocío
el parque del trabajo.
Tú peinas la cabellera del aire
abriendo el ojo de las avenidas,
tú inundas la tarde en el silencio
subiendo en el músculo de los hombros.
Calcetero que escuchas
el tambor de la tormenta,
con la ronda de los niños
te veré cantar más claro.
Que importa el abismo del odio.
Lo que florece es el sudor,
lo que vibra es que caminas,
que vives, ríes y te multiplicas.
Si tienes ovillada la fe,
si tienes engrapada la luz,
si tienes el candado del futuro,
abre la puerta de la mañana.
Ahora la voz es metal de fragua,
ahora la palabra es ala de aves,
ahora el relámpago es capitán de ruta
ahora la boca es la obrera del sol.
Calcetero jornalero:
Cómo no llamarte sembrador,
cómo no llamarte insurgente,
si la dimensión de tu pecho
se inflama de horizontes.
No en vano hablaron las hormigas,
no en vano golpearon tu corazón.
para llevar el arado del pueblo
los trenes sepultaron la pena.
No te nombro Rey,
te nombro velero del surco.
no te nombro musgo,
te nombro pregonero del alba.
Porque eres la libertad del canto,
porque eres la brújula del gozo
aquí la primavera llega
en la cordillera del grito.
Fíjate calcetero
cómo nacen los niños,
cómo castiga el hambre.
Apunta en lo que ladra el perro,
observa en el pavo real.
Calcetero
de lluvia y polvareda
¡ levanta los brazos de los árboles !
Calcetero
de pinquillos y toqoros
¡ derrama el alma de canciones !
Calcetero
de banca y gerencia
¡ desborda el plato de los pobres !
Calcetero
de protesta y pelea
¡Sois soldados de Santa Catalina !
El tejido
es el laurel de tus sienes,
¡ tú lámpara es la rueda de los caminos !
¡ Preséntalos!
Tu escudo
es el saludo de los pueblos.
(Poema IV)
El viento del sol calcetero
en la falda semanal del cielo
está sobre todo enamorado
igual que la chola de la feria.
Un pedazo de cariño
lleva la pompa del frío,
otro pedazo de ruego
besa la queja del día.
Un amor con otro amor
es una suma de anillo,
una tienda y otra tienda
es una cita remachada.
La flor en el campo
es la paloma de la fiesta,
una mirada en la calle
quita la pena del charango.
Entre bien y mal
saltan los ojos de sorpresa,
y el viento con lisura
empuja el trago temprano.
Es el día de la feria,
llegan todos apurados.
Se han vestido las guapitas
con las sedas más brillantes.
Una brisa de suspiros
se ha encendido en la plaza.
y el huayño en todo sitio
desata bien la jarana.
La plaza está alegre,
remolinos de pollera
tejen la carcajada
con los chullos más variados.
A la feria se ha gritado
desde los pueblos lejanos.
A la feria de los lunes
canta el señor del comercio.
Ahí están de todas partes,
todos hablan de sus planes,
los parao-ayos del Misti
hasta los filfas de Lima.
Qué maravillosa tranza
la mercadería habla con el cliente,
los bolsillos se consultan
con la abundancia de aplausos.
Por otro lado los choferes
beben la gracia de sus tormentos,
y entre camiones y municipales
rompen la fuerza de la papeleta.
Ha llegado la tarde
y el viento se va quedando,
pero junto a la boliviana
deja su corazón de recuerdo.
Aquí no ha faltado nada,
ni la bocina del charlatán,
el ronco caballero de la esquina
ha brindado sus piropos.
En la tierra de Juliaca
la feria del Chupeqhato,
es la plaza de ganancias,
lunes de nuevas promesas.
Después de tanto amor
el viento solterón,
obliga el vino del alma
por la feria del Chupeqhato.
UN PÉTALO DE AMOR PARA MI TIERRA
(POEMA V)
Como en el horno del pan de las mañanas
estructuran las lámparas de tu presencia
brazos que llevan el eco en la garganta
para tocar la vida en el manantial de ternura.
Soleada en el canto de los caminos
cantará la puerta de las arterias,
en las semillas tu corazón de alegría
escuchará la distancia de la poesía.
Por qué no dejar que llueva temprano,
por qué no dejar que silbe en la serenata
el viento de los jilgueros que te aman ?
Si en ti los párpados abren los años terrestres,
si en ti los Andes miden su altura,
la misma sortija de las golondrinas,
despiertan extasiada la guitarra.
Antes que se levante la frente,
tus lienzos de arenga incesante,
iluminen el fortín de los gorriones
alzando la biografía de tu bandera.
Cuando te veo pensativa Juliaca,
hallo entre las espigas del alma
una voz despedida de las soledades
agitando la temperatura de un mensaje;
y sintiéndote ausente, llegan de los meridianos
la firme actitud de tenerte
entregado a la salud de tu nombre.
Descubierta la frontera del alba
en abierto asiento de la aldea,
con las fuerzas crecidas en el viento,
se viene la vida por todos los caminos
desde el beso fraterno de la tierra.
Y bajo las nubes que caminan
ríe el sol copiando en su cara,
la fe nutrida en el corazón de la pampa.
Elevando en el vuelo de una paloma
los ojos agrandados te miran
y contemplándote repito,¡ escuchad hermanos !
los himnos marciales de los tokoros,
la danza guerrera de las mil esperanzas.
Por eso llega tu día Juliaca
en
para levantar la sombra endurecida
con el dialogo de los pueblos que dicen:
¡ Tomad la lucha de los pueblos !
Tú en el corazón, en la dicha y en la pena
en la sed y en el hambre,
en todos los rincones del hombre;
tú en el rocío del altipampa
en el último suspiro de mi amada,
en la sangre agitada de un arrebato.
Desde el ancestro valeroso XULLAS ZAPANA,
tú en el sagrado templo de Koriwata,
te vez guardado en el horizonte
autóctono de
Te saludo con el grito descubierto en la sangre,
con la palma de los vientos en cada fruto,
con el fuego de los ademanes inquietos,
con la fantaseosa calceta de tus walaychos,
con la raza de los hombres sedientos de justicia.
Juliaca vigilante
en el corazón del pueblo,
tus hijos indómitos gobiernan
en el hondo espejo de la madre.
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