domingo, 13 de enero de 2008

VIENTOS DE AMOR *


Gustavo Pérez Ocampo



HE AQUÍ una nueva muestra de la poesía de Vicente Benavente, y al par de lo que en los últimos años, viene engendrando el paisaje del altipampa. Es una muestra breve, en verdad, pero, que bien serviría para calibrar la inquietud, mejor diría, la inquietante vigilia de los liróforos en agraz, de aquella altiva y cautivamente parcela del corazón, digo, de la patria.

No exagero si afirmo que cuando los originales de este libro abordaron mi curiosidad, tuve la sensación de estar aprisionando una enloquecida alondra. No exagero… Mejor. Si no existieran los creadores, las bestezuelas de la crítica a la criolla no tendrían de qué alimentarse. Yo, aquí, sólo sé decir que “VIENTOS DE AMOR”, es un anuncio que necesariamente hay que tenerlo en cuenta para la hora de contar y recontar valores. No digo que Benavente con este libro suyo, ya encontró la ruta cierta que conduce al Parnaso. No he perdido el juicio, para hacer tamañaza afirmación. Lo que sí repito, es que en las páginas presentes, hay piedra preciosa, pero oculta todavía en el carbón de la falta de técnica. Sin embargo qué decir de estos versos, por ejemplo:

“En la simple determinación de verte alegre como en la voz de una guitarra, risueña como en el corazón de una palabra; una sola caricia del viento te conmueve, una ruta de estrellas te abraza con los ojos…”.

Además, estos poemas, y ésto es lo fundamental, están como caminados por un desgarrante sentimiento de amor por el hombre, y sus caídas y sus esperanzas. Si esto constatamos en un poemario joven, casi se podría decir, que ha ganado un lindo porcentaje en la acogida del pueblo, para quien seguro está escrito.

Estas palabras, no son, no pueden ser prologables. Apenas sí reflejan la simpatía que esa “Alondra enloquecida” a que hice mención al comenzar, despertó cuando abrí sus alas. Nada más.



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(*).- PÉREZ OCAMPO, G. En Prólogo del poemario Vientos de amor. Edit. Garcilaso Cusco- 1962.



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