sábado, 19 de enero de 2008

EL POETA QUE CANTA AL CORAZÓN DEL VIENTO


David Castillo Rojas



Sin lugar a dudas, uno de los poetas con profunda fe en su pueblo y esperanza en los destinos de los hombres, de alma diamantina, de corazón calcetero, forjado en las aulas de un centro educativo impregnado con el aroma sempiterno de la educación de los niños y de la juventud, peregrino consecuente de la tiza y la pizarra, mensajero de los vientos, expresión del pueblo Collavino y máximo representante de la poesía juliaqueña; es Vicente Benavente, maestro semillero de virtudes, que amalgama en su poesía, la expresión más sentida y pura del pensamiento de la tierra que lo viera nacer.

CALCETA, es una de sus inspiraciones más elocuentes y expresivas, en donde pondera profundamente sus visiones sentimentales: Amaneció el anhelo con ojos abiertos en la mañana,/ con gotas de rocío como pétalos de amor...

Es un poema de extraña unión de elementos místicos y reales: Calceta de telar arrullado,/ calceta de cielo y tierra...

Es reminiscencia de fenómenos naturales, orgánicos y tutelares: Corazón de la aurora,/ con latidos de granito,/ con ojos abiertos de la mañana...

CALCETA, es también florecimiento de hermosas figuras literarias, con metáforas y aromas de sinfonía literaria: Tenía que aprender la mañana,/ del texto de las madejas bailarinas...

Vicente Benavente, trovador del amor maternal, reverenciando a los seres que le dieron la vida, no se olvida de ellos y en este poema expresa: Tú que has dado vigor/ a la mano de la madre,/ eres alondra del canto,/ en este jardín del viento.

La fuente de inspiración del poeta, es siempre la niñez y la juventud, auténtico maestro que pasa su vida con ellos, por eso los tiene presente en todos sus poemas:

Cómo te quieren las niñas

en el zapato de sus muñecas,

y cómo te hablan los niños

hasta acariciarte liviana.

Vicente Benavente una vez más en este poema, evidencia su profundo amor a su pueblo y su raza, a su estirpe milenaria; por eso le canta a ellos sus versos más sentidos con el grito auténtico de maestro y poeta:

Te amo grande y pequeña

porque te he visto de alegría

en los recios tobillos del pueblo.

Yo te digo que eres del pueblo,

yo te digo que eres de todos,

calceta de hombre y mujer,

como la camisa del anhelo,

abriga el destino del pueblo.

El poeta, dialécticamente sabe sopesar las vicisitudes cotidianas de la vida, aplicando la didáctica de su pensamiento con orgullo mezclado de sencillez, modestia y filosofía con los versos de sus poemas, aceptando el destino de los seres cuando dice:

Las cosas tienen su reino,

la claridad es la ciudadana,

si hay mentiras colmadas de misterio,

enseña a los hijos del hermano,

la autoridad de tus hilos.

La sencillez es su característica, la sonrisa su saludo; la caballerosidad su forma de ser; la poesía su pasión; éste es el poeta calcetero que canta al corazón del viento; éste es, Vicente Benavente. Por más de 40 años entrega su vida a educar a la niñez y a la juventud en diferentes centros educativos, primero en el campo, luego en el medio urbano, presta servicios en la Escuela Normal de Juliaca, hoy Instituto Pedagógico, luego en la ESEP, y en la actualidad es Director del Instituto Tecnológico Miguel de San Román y del Instituto Pedagógico José Domingo Choquehuanca.

En su último poemario, «CANTOS ENCENDIDOS», pregón calcetero, su verbo se vuelve imperativo, más rebelde, más directo cuando dice:

Ahora hay que izar la sed

¡ Hermanos del pueblo!,

hay que abrazar el agua,

hermanos del viento,

la luz que ahora pedimos

¡ Es nuestra trinchera ¡,

O leer en Calceta:

Calceta de telar arrullado

en el corazón de la aurora,

abraza la ciudad

con tus pasos sonoros.

Inspirado en el entrañable afecto a su tierra calcetera, con la estirpe y prosapia de su raza milenaria, con ternura y afecto sublime a la familia, a sus niños, a su pueblo, con su admirable honestidad y sencillez de su presencia con la grandiosidad elocuente de sus versos y la originalidad literaria de su mensaje; nuevamente Vicente Benavente, pilar de generaciones, vate genuino de las letras juliaqueñas, nos entrega su antología poética “RAÍCES DEL VIENTO”.

Esta escrita con latidos de vientos calceteros en los arcos del triunfo del Parnaso, bebiendo el agua de la flor del rocío altipampino agitando la fatiga del trabajo literario y blandiendo la bandera viril del esfuerzo. Representa la sabia y esencia de sus versos producidos en las noches misteriosas de sus sueños, en el alba provisor de su alma de maestro, cuajada con granizo de estrellas en el cielo siempre azul del altiplano escrita al pie de majestuosos Centauros del Ande como el Huaynaroque (Vientos de amor).

Vicente Benavente, enamorado de la belleza de las fuerzas telúricas de la naturaleza en: “CANTOS ENCENDIDOS” (Pregón calcetero), canta al corazón del viento, a sus centros educativos donde dejó parte de su vida forjando juventudes y enaltece las glorias del pasado en “RUNA SONCO”, inmortalizando también a los juliaqueños que ofrendaron sus vidas en el altar sacrosanto de la patria chica en las horas memorables de noviembre del 65.

Profundamente enraizado en su función magisterial, exalta la dimensión del maestro, la virtud excelsa del libro en la épica jornada de “Marcha de sacrificio”, que es un ideario del pueblo, cuyos versos palpitan, vibran por la libertad y justicia en el proceso trasformador de la educación.

En “PELOTERIOS DEL RECREO”, canta el corazón de los niños y le escribe una carta en alas del viento, en el corazón del pueblo con besos del alma sumando amores y panes, restando mermas de la sonrisa y llanto de los niños.(35)


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(35). En presentación de “Raíces del viento”. 1996.

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